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Murdoch: el centro del caso pasa a USA (25 07 11)

Abogados piden se investigue el grupo mediático en EE.UU.

Se traslada a Norteamérica el centro de atención del affaire Murdoch    

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Durante el fin de semana, el golpe informativo que produjeron los atentados en Noruega lograron relegar de las primeras planas de los periódicos del mundo el avance del escándalo que ha sacudido a la vida política inglesa, en torno a los ilícitos de los medios de prensa propiedad del magnate australiano Rupert Murdoch, y a la compleja trama de relaciones entre éstos y el poder político.

Sin embargo, el caso parece lejos de remitir. A fines de la semana pasada, luego de haber sido interrogado por la comisión investigadora de la Cámara de los Comunes, en el Parlamento británico, el millonario se subió a su avión privado y volvió a su residencia estadounidense, país del que ha tomado la nacionalidad.

Pero de este lado del Atlántico no lo esperaba la paz, sino nuevas aristas legales, policiales y políticas, que parecen indicar que el centro de gravedad de todo el affaire se desplazará hacia los Estados Unidos, con lo cual el impacto en la transformación de una manera de relacionarse entre la gran prensa concentrada y el poder tiene muchas posibilidades de ser aun más profundo.

Un importante lobby de bufetes de abogados de San Francisco acaba de presentar a la justicia una demanda contra News Corporation, el holding mediático que agrupa a los diarios, los canales de televisión y las empresas de publicidad y cine de Murdoch.

Además de la investigación abierta en Washington por “delitos cometidos en el extranjero”, una figura legal que alcanzaría al empresario en territorio norteamericano por las escuchas y los sobornos que se ventilan en Londres, ahora en la costa Oeste se le abre un nuevo frente desde el plano económico.

Las acciones de todo el grupo van perdiendo un 30 por ciento de su valor, y no dejan de caer desde que el 4 de julio se destapó el escándalo; el bufete de abogados californianos acusa por eso a Murdoch de causar perjuicio a los accionistas de sus empresas al no haberles informado sobre las prácticas ilegales de espionaje que sus periódicos llevaban a cabo y que al descubrirse han llevado al cierre de algunos medios –como el tabloide News of the World, el dominical más vendido en Inglaterra- y a un horizonte incierto en los tribunales para todo el resto.

Murdoch, como director ejecutivo del grupo, está obligado por la ley estadounidense a informar a los demás dueños minoritarios de sus empresas sobre las prácticas de éstas.

Además, el director del servicio noticioso neoyorquino Dow Jones, también propiedad del grupo, renunció la semana pasada.

La credibilidad de este medio, esencial en todo el mundo financiero y bursátil, ha sido puesta en entredicho tras el escándalo.

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nelson.specchia@gmail.com

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Israel elige la oposición frontal a Obama (26 05 11)

Bibi Netanyahu desafía a Obama en el Congreso norteamericano

Cerrados aplausos de la oposición republicana al premier israelí en Washington   

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WASHINGTON.- La esperada comparecencia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en el Capitolio aclaró el rol que ha decidido jugar Tel Aviv frente a su principal aliado global: la oposición a cualquier propuesta mediadora del presidente Barack Obama, y resistir durante los próximos dos años, apostando a que en las elecciones de 2012 un republicano venga a reemplazar al mandatario demócrata.

El premier israelí, jefe de un gobierno de coalición en el que abundan los sectores conservadores y de la derecha radical, llegó al Congreso de la capital norteamericana luego de entrevistarse con el presidente en la Casa Blanca.

Allí, le había expresado personalmente a Obama que el gobierno de Israel no avalará su iniciativa de volver a la mesa de negociaciones sobre el supuesto de las fronteras de 1967.

La línea vigente entonces es la única que tiene un reconocimiento internacional válido, y ha sido sostenida como la base de cualquier negociación entre las partes por todos los planes serios que se han intentado para lograr la paz durante los últimos años; no sólo la apoyan personalidades relevantes dentro como fuera de Israel, sino que ha sido la hipótesis negociadora propiciada por los norteamericanos en forma continuada, incluidas las Administraciones republicanas de George W. Bush.

El frontal rechazo ahora, cuando es Barack Obama quien la enuncia, muestra en realidad la estrategia israelí de oponerse a cualquier posibilidad de reabrir el proceso negociador.

Las fronteras de 1967 se traspasaron tras la denominada guerra de los Seis Días, cuando Israel ocupó porciones de Cisjordania, Gaza, la mitad oriental de Jerusalén, los Altos del Golán y la península del Sinaí. Algunos de estos territorios luego se devolvieron –como el Sinaí a Egipto- y otros permanecen en un limbo jurídico –como el Golán sirio-, pero básicamente la guerra impulsó el establecimiento de colonias judías en los territorios palestinos, en una expansión que no se ha detenido desde entonces.

La vuelta a las líneas fronterizas entre ambas comunidades implicaría desactivar y retraer el proceso colonizador, y las facciones que integran el actual gobierno israelí no están dispuestas ni siquiera a contemplar esa posibilidad.

Sin embargo, en el discurso ante los diputados y senadores norteamericanos, Netanyahu volvió a repetir el conocido argumento de que él está dispuesto a hacer “dolorosas concesiones” por la paz con los vecinos árabes; aunque a renglón seguido enumera los límites de cualquier negociación aceptable: Israel no entregará Jerusalén Este, no retirará la presencia militar de los bordes del río Jordán, no tolerará el retorno de los refugiados palestinos, ni detendrá el proceso de instalación de colonos en los territorios ocupados. Los cuatro puntos básicos del reclamo árabe.

El rechazo frontal a la propuesta de Barack Obama, que se ha comprometido personalmente a impulsar la paz en su aliado de Medio Oriente en un contexto regional especialmente crítico por los alzamientos insurgentes, deja a los árabes las manos libres para presentar la moción de la creación del Estado Palestino a la Asamblea General de la ONU en septiembre próximo.

El apoyo de la Asamblea a la iniciativa se da ya por seguro. También el veto de los Estados Unidos a su ejecución, en el seno del Consejo de Seguridad.

Obama insiste

LONDRES.- En medio de su gira europea y junto al británico David Cameron, Barack Obama respondió a las palabras del premier israelí.

La antipatía personal entre ambos mandatarios ya es obvia, y las 26 veces que el discurso de Netanyahu fue interrumpido con aplausos en el Congreso muestran el apoyo  que dispone en Washington, tanto de los republicanos como de los demócratas, entre cuyos votantes destaca la comunidad judía norteamericana y sus aportes económicos.

Obama, sin embargo, remarcó ayer en que “confía” que la solución del conflicto pueda alcanzarse mediante el diálogo entre ambas comunidades. Aunque para ello pidió a los palestinos mayor capacidad de entendimiento con los israelíes. Admitió que no apoyará la creación de un Estado Palestino en la ONU, y cediendo a una demanda de Netanyahu, declaró que su meta es “un Israel que sea seguro y esté reconocido por sus vecinos”, en referencia a Hamas, que se niega a reconocer la existencia del Estado judío y plantea una oposición y una resistencia armada a la ocupación.

Unidad palestina

RAMALLAH.- Las dos facciones palestinas reaccionaron airadamente contra el discurso del premier israelí en Washington.

El líder de Hamas, Ismail Haniyeh, se mostró partidario de poner en marcha “cuanto antes” el pacto de unidad firmado con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) del partido Al Fatah.

Hamas, mayoritaria en la Franja de Gaza, llegó a un acuerdo con la facción gobernante en Cisjordania el 4 de mayo, en El Cairo, para poner fin a cuatro años de divisiones, implementar un gobierno de unidad, y convocar a elecciones generales el año que viene.

Haniyeh afirmó que, ante la cerrada posición del gobierno de Tel Aviv, se requiere “una estrategia palestina, árabe e islámica, de unidad nacional” para “acabar” con la ocupación.

El presidente de la ANP, Mahmmoud Abbas, no respondió públicamente a la solicitud de Hamas, pero sostuvo que las palabras de Netanyahu muestran que Israel “no ofrece nada” para construir la paz, por lo que ratificó que avanzarán en la presentación ante la ONU para que se avale la creación de un Estado Palestino.

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DSK, el socialista libertino (20 05 11)

DSK, el socialista libertino

Por Nelson Gustavo Specchia

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Finalmente, Dominique Strauss Kahn, uno de los hombres más poderosos del mundo, ha renunciado a su cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). La historia, un escándalo con todos los elementos que requiere un buen folletín –poder, dinero, sexo, violencia, ideología, jueces y policías- ha ocupado los titulares de la prensa del mundo. La historia se ha detenido en los detalles que alimentan el morbo de consumo masivo; pero muy pocos la han leído desde una perspectiva de género. De cómo un hombre con antecedentes violentos y denigrantes hacia las mujeres no tuvo, sin embargo, ningún impedimento para mantenerse en puestos de servicio público y llegar a ocupar lugares de máxima relevancia, desde los cuales –y merced a sus decisiones personales- se afecta a sociedades enteras.

Desde esta perspectiva, no es casual que la detención de un hombre poderoso por la denuncia de una mujer de condición humilde (y de color negro, además), se haya producido en un país anglosajón. En la tolerante y latina Europa la conducta policial y judicial de los funcionarios norteamericanos resulta incomprensible. Se habla de exceso de celo moral puritano, de rígida ética protestante que no es capaz de entender el “joie de vivre” de un libertino amante del placer, el cuerpo y el sexo. Se han publicado diferentes versiones de esta crítica a la detención de Strauss Kahn, un francés nacido en la exclusiva barriada parisina de Neuilli-sur-Seine, por la denuncia de una mujer de la limpieza, emigrante del África subsahariana, nacida en Guinea.

En los países católicos y latinos la doble moral nunca ha sido una preocupación pública, sino una práctica común y aceptada que se solucionaba en los confesionarios. Esa doble moral por la cual las fiestas sexuales de un primer ministro no obligan a su renuncia, ni siquiera cuando se prueba que en las orgías han involucrado a prostitutas menores de edad; antes bien, el político será recibido por altos dignatarios de la iglesia, y se retratará con ellos en los aposentos vaticanos: la confesión de los pecados, y el perdón, recluyen sus excesos a la faz privada y no constituyen un obstáculo realmente serio para su actuación política.

Es un claro avance para la convivencia social que nos hayamos desprendido de las auditorías externas de los actos privados de los ciudadanos, incluidos los gobernantes. Nos hemos ganado el derecho de que cada quien haga con su vida y entre sus sábanas lo que le venga en gana, siempre y cuando lo haga entre adultos y de una manera consentida. Pero, inclusive en este entorno, ya no es posible seguir sosteniendo que los caprichos del libertino que implican una consideración denigrante para con las mujeres, sólo atañen a la faz privada de los hombres públicos. Y –last but not least- hay un salto conceptual entre una moral sexual tolerante y una violación. Esta última constituye un delito. Y si lo comete el poderosísimo director gerente de la institución reguladora de la economía mundial, sigue siendo el mismo delito.

SOCIALISTA Y BON VIVANT   

Leer el escándalo desde la perspectiva de género –que, en todo caso, apuntala la consideración de la igualdad entre las personas, independientemente de su posición social o de su relevancia-, no puede ocultar sin embargo el hecho que la detención de Strauss Kahn (ya por todos nombrado con las siglas DSK) constituye un auténtico terremoto político, por la cantidad de variables que se cruzan en su persona. El sistema financiero mundial; la campaña para las próximas presidenciales francesas; el liderazgo del Partido Socialista; la confiabilidad del euro como divisa de cambio; y las negociaciones para rescatar a Grecia, Portugal e Irlanda de la bancarrota, se verán afectadas por la salida del escenario de una persona que ha sido determinante para alcanzar los últimos acuerdos.

El momento y el impacto de la detención de DSK en Nueva York no podrían haber sido más relevantes. Los retratos del político francés que circulan por los medios dan una idea de la profundidad de la crisis que ha desatado. El curriculum de este economista judío, de 62 años, es en sí mismo apabullante: tiene títulos universitarios en ciencia política, en comercio, en abogacía, y en economía, disciplina de la que es profesor. Antes de los 40 años ya era diputado, y a los 42 era ministro. Comandó la entrada de su país en el euro, y comenzó a ascender en el Partido Socialista. En 2007 se postuló para dirigirlo, pero Ségolène Royal mantuvo el liderazgo. Todas las encuestan la daban, hasta esta semana, las mayores chances de convertirse en el futuro Presidente de la República Francesa en 2012, sepultando a la derecha y al decadente período de Nicolás Sarkozy.

Su traslado a Washington y al primer puesto del FMI fue una sorpresa. Logró en cuatro años terminar con la historia monetarista ortodoxa de la institución financiera, que con las recetas ultraliberales de desregulación durante los ’80 y los ’90, especialmente para América latina, estuvieron más en el origen de los problemas económicos de los países emergentes que en sus soluciones. DSK cambió la orientación del Fondo, y rescató el intervencionismo moderado de Keynes; promovió estímulos fiscales; y propuso sustituir el G-7 por el G-20, haciéndole un importante lugar a los emergentes.

Pero esta actividad febril y esta renovación progresista de instituciones tachadas de conservadoras y garantes del statu quo, se mezcló con un perfil de hombre gozador de placeres mundanos y caros, para los cuales aprovechaba su posición de poder. Luego se filtraron algunas denuncias de acoso sexual, que logró esquivar hasta el sábado pasado en la suite 2.806 del hotel Sofitel de Manhattan (en una habitación, por cierto, de $ 12.000 la noche). Ya habían aparecido en París columnas de opinión sobre el costoso tren de vida de un dirigente que aspiraba a presidir un gobierno de izquierdas y socialista: Le gusta manejar un Porche Panamera (de $ 600.000) y los trajes de alta costura que viste no bajan de los $ 180.000.

LA LEY DEL DESEO

A la par de este derroche de lujos, la debilidad por las mujeres (ya lleva tres casamientos) comenzó a mezclarse con rumores y denuncias de agresiones. Inclusive corre la anécdota de un consejo que le dio el propio Sarkozy cuando DSK salía para Washington en 2007: “no te metas en un ascensor solo con una becaria, Francia no puede permitirse un escándalo.” Al año siguiente, sin embargo, aparecían pruebas de que el consejo del presidente había caído en saco roto: DSK era denunciado por una economista húngara, empleada del FMI, que acusaba al director gerente de haber utilizado el cargo para abusar de ella. Logró tapar el escándalo en esa oportunidad. Ahora, también una periodista se atreve a contar que DSK le pidió sexo a cambio de darle una entrevista. Y no es poco probable que otros casos salgan a la luz en los próximos días. El folletín no terminará con la renuncia a la conducción del FMI.

Francia, mientras tanto, fluctúa entre el asombro y la indignación. Los socialistas comenzaron respaldando a su candidato estrella. Prefieren criticar al puritanismo norteamericano, aquel de los juicios a las brujas de Salem y el de las persecuciones ideológicas y morales del tristemente célebre senador McCarthy. “Los norteamericanos toleran la corrupción económica y la agresión militar, pero no la ley del deseo ni los placeres de la carne”, es el argumento dominante. Una encuesta, además, muestra que más del 50 por ciento de los franceses descree de la culpabilidad de Strauss Kahn.

Sin embargo, los límites entre el latin lover vividor y macho alfa, y el obseso sexual que agrede y viola aprovechándose de su puesto de poder, no son tan difusos como se los presenta. Por bastante tiempo la corporación financiera y mediática ha contribuido a ocultar un comportamiento claramente delictivo de uno de los suyos. Pero ahora la vida política de DSK ha terminado.

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Capitalizar la muerte (08 05 11)

Repercusiones críticas tras la muerte de Osama ben Laden

La Casa Blanca intenta capitalizar rápidamente la desaparición del terrorista  

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WASHINGTON.- El presidente Barack Obama ha decidido dejar de lado las posiciones de líderes mundiales, juristas y expertos en política internacional, que han alimentado en los últimos días un debate creciente en torno a la vía escogida para ultimar al fundador de Al Qaeda.

Después que Obama anunciara el exitoso ataque contra la guarida del terrorista en Pakistán, al festejo popular en Washington y Nueva York se sumaron las felicitaciones de algunos mandatarios; en Londres, como en Madrid y en Berlín los jefes de gobierno expresaron su satisfacción.

Luego, sin embargo, el análisis de la medida por parte de especialistas comenzó a atemperar este ambiente festivo y victorioso, instalando una mayor cautela que terminó dando paso a un claro frente crítico.

El centro de los cuestionamientos apunta al hecho de que el gobierno estadounidense haya decidido dejar de lado toda legalidad interna e internacional en el procedimiento; que no haya intentado detener al terrorista para que sea juzgado; que no le haya preocupado violar la soberanía de un país amigo; y que se haya deshecho del cadáver del multimillonario saudita arrojándolo al mar.

Algunas frases del discurso de Obama, así como la decisión del presidente de no aportar fotos, videos ni ninguna prueba más que su palabra, alimentaron estas posiciones disidentes con el político demócrata, que ha optado por mostrar la faceta más realista y dura de su poder.

Además de los aspectos jurídicos, las críticas apuntan a que la quita de legitimidad interna de la decisión de asesinar a Ben Laden puede terminar provocando el efecto inverso al buscado: menos seguridad mundial, al otorgarle nuevos y renovados argumentos de tensión a la red fundamentalista islámica de Al Qaeda.

Inclusive quienes habían salido a felicitar a Washington en los primeros momentos tras el mensaje, hubieron de rectificar en parte su postura: el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, afirmó que no apoyaba “ninguna muerte discrecional”, y el vocero de la canciller alemana Ángela Merkel pasó toda la semana relativizando la afirmación de la mandataria, en el sentido de que el ajusticiamiento sumario de Ben Laden la “alegraba”.

Frente a esta espiral crítica, Barack Obama ha decidido redoblar la ofensiva, y aprovechar el éxito militar de los comandos para mostrar que su decisión fue acertada al prevenir nuevos atentados, neutralizar un peligro con el menor costo, e inclusive revisar la alianza de defensa con Pakistán, un país permanentemente acusado de jugar a dos bandas (públicamente con los norteamericanos, pero por debajo con el radicalismo islamista afgano).

En esta línea, Obama visitó y celebró un emotivo acto en el Ground Zero neoyorquino, acudió personalmente a felicitar a los militares involucrados en la operación en Abbottabad, y pidió públicamente que el gobierno paquistaní de Asif Ali Zardari investigue las “redes de apoyo” al terrorismo fundamentalista que operan en el país, sin descartar que las mismas tengan inclusive conexiones militares y políticas con el propio gobierno de Islamabad.

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Al Qaeda se vengará

ISLAMABAD, KANDAHAR.- A falta de pruebas aportadas por el gobierno norteamericano, la ratificación de la muerte de Osama ben Laden vino de la propia organización terrorista.

Al Qaeda confirmó que era, efectivamente, su líder, y prometió de inmediato vengar su muerte.

Los talibanes afganos, muy cercanos al pensamiento y al ideario yihadista de Ben Laden, aumentaron su ofensiva militar en Afganistán.

Por segundo día consecutivo se enfrentaban ayer a las tropas regulares –apoyadas por militares de la OTAN- en Kandahar, lanzando ataques con lanzagranadas y combatientes suicidas en la región sur de Afganistán.

En Pakistán, la difícil situación en la que ha quedado el gobierno del presidente Asif Ali Zardari, con sospechas de haber permitido la residencia de Ben Laden en su suelo, se complicó ayer con el pedido de renuncia de todo el gobierno, formulada por los partidos de oposición, por haber tolerado la violación de la soberanía por los Marines norteamericanos.

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«Menos legitimidad, menos seguridad» Entrevista de Luis Zegarra para el diario Puntal (08 05 11)

«tras la muerte de bin laden, el mundo es más inseguro»

Entrevista a Nelson G. Specchia, por Luis Zegarra

(para el diario Puntal)

http://www.puntal.com.ar/v2/article.php?id=69753

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Al Qaeda, ¿más débil o más fuerte? (06 05 11)

Al Qaeda, ¿más débil o más fuerte?

Por Nelson Gustavo Specchia

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Transcurrida una semana desde el espectacular anuncio del presidente Barack Obama, en la medianoche del domingo, de que tras una larguísima década finalmente habían dado con el enemigo número uno de los Estados Unidos y lo habían ultimado, ya es claro a estas alturas que algo salió mal. El discurso del jefe de la Casa Blanca –corto, frontal, sereno y simple, pero de una contundencia operística- tenía, al menos, tres destinos: la sociedad civil estadounidense, los seguidores de su propio partido, y el auditorio mundial.

Respecto de la ciudadanía de a pie, el mensaje iba destinado a reencantar la vida política, tan debilitada y azarosa en los últimos tiempos, detrás de un logro patriótico y nacional: vencimos al gran enemigo, a aquel que osó atacar a Norteamérica por primera vez en su suelo, somos fuertes nuevamente, y nuestro país vuelve a ser un sitio seguro para vivir. Para este primer segmento estuvieron pensadas esas frases de que la captura de Osama ben Laden venía a demostrar que los Estados Unidos siguen siendo capaces de hacer lo que se propongan, y de que la muerte de Osama en una remota barriada de los alrededores de Islamabad era un acto de justicia reparadora para con los muertos en los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El segundo colectivo de audiencia escogido por los redactores del mensaje eran los propios seguidores del presidente demócrata. A ellos venía a decirles: “lo hicimos nosotros, Bush no pudo encontrarlo y atraparlo durante dos períodos presidenciales, nosotros lo logramos.” Una de las facetas más problemáticas de la personalidad de Obama, al interior del Partido Demócrata, es su imagen de componedor y legalista, respetuoso de los sistemas de garantías, los cuidados procesales y los derechos humanos. Rasgos que contribuyeron en los considerandos del otorgamiento de ese premio Nobel de la paz, tan cuestionado en estas horas. Ese perfil de “blando” es el más atacado por los halcones de la política americana. Por ello, la ejecución de la operación y la decisión de tirar a matar, habrían tenido que devolverle una imagen de resolución y fortaleza frente a las adversidades. Inclusive algunos titulares de la prensa sostuvieron que el domingo a la noche Obama “se convirtió en comandante en jefe” del ejército norteamericano. Como si antes no lo hubiera sido de hecho, sino apenas de derecho. Para este auditorio estuvo pensada esa frase donde el presidente destacaba que había sido él, en persona, quien había dado la orden de ataque.

Y para el resto del mundo, el discurso quiso trasmitir un mensaje simple y fuerte: hemos ganado la guerra contra el terrorismo, y lo hemos hecho con el mínimo costo y sin una sola baja entre nuestros soldados. Y tras esta victoria, no sólo los Estados Unidos, sino el mundo todo, es un lugar más seguro.

El resultado inmediato que el mensaje del presidente norteamericano esperaba lograr era un cerrado y unánime apoyo, tanto interno como internacional. Sin embargo, a estas alturas, es claro que algo salió mal.

HIMNOS Y BRINDIS

Algunas centenas de personas se reunieron frente a la Casa Blanca, en Washington, y destaparon botellas de champagne, corearon consignas contra Al Qaeda, y cantaron reiteradamente el himno nacional. Otras docenas se reunieron también en el Ground Zero, el espacio neoyorquino que ocuparon en su día las Torres Gemelas que tumbó el atentado planificado por Osama en las cuevas de las montañas de Afganistán. Pero, en realidad, fueron muchas menos de las esperadas.

En la mañana del lunes, se conoció la felicitación expresada por el ex mandatario republicano George W. Bush, el presidente que declaró esa ubicua y sui generis guerra contra una entidad sin Estado. También llegaron otros mensajes de congratulación, como el del premier británico, y de algunos líderes cuya existencia y supervivencia política mucho depende de Washington. Aunque también aquí fueron muchos menos de los esperados.

En lugar de un cerrado apoyo, una serie de preguntas sobre la índole de la intervención militar, la brutalidad del ataque seguido de la muerte de Ben Laden, la violación de la soberanía paquistaní por un ejército de un país aliado, y la falta de pruebas materiales que apoyaran la versión de la Casa Blanca, fueron tomando forma, todavía en la manera de interrogantes. Las ediciones en Internet de los principales medios de prensa norteamericanos (dada la avanzada hora del anuncio, casi todos ya estaban impresos) fueron cambiando sutilmente con el transcurso de las horas, al igual que otros diarios del mundo. Y esos cuestionamientos, mientras se iban conociendo detalles, reflejaban un aumento del tono crítico. El jueves, después de tres días en que se difundieran las opiniones críticas de respetables líderes políticos mundiales, de juristas expertos del sistema de Naciones Unidas, y de analistas y columnistas internacionales, hasta la misma cadena televisiva CNN hablaba ya de un “asesinato a sangre fría”. Algo, efectivamente, había salido mal.

LOS CABOS SUELTOS

          Barack Obama tuvo la posibilidad de apresar a Osama ben Laden. El hecho de ultimarlo en la residencia amurallada de Abbottabad fue una decisión estratégica. Quizás si hubiese defendido su decisión con detalles y fundamentos, hubiera impedido que las versiones y las interpretaciones ocuparan el escenario, embarrando, desinformando y soltando cabos a cada paso.

Pero, en cambio, la información desde Washington intentó relativizar aquella toma de posición entre dos alternativas: detenerlo o matarlo. El presidente, como dijimos arriba, quiso adjudicarse la orden de disparar, pero ante las críticas se cambio la versión: la orden la dio la CIA, y sobre el terreno. Cuando hubo que explicar la muerte del terrorista, se afirmó que había presentado resistencia, pero luego se admitió que Osama estaba desarmado. Se reconoció que su paradero estaba ubicado desde hacía meses, y que la confirmación de su identidad era firme; los comandos de Seal Navy tuvieron inclusive la posibilidad de ensayar con suficiente anticipación la operación; y sin embargo no lograron capturarlo vivo. No hay manera posible de sostener esta versión.

A la mañana de un día se afirmaba que Osama había puesto a una esposa como escudo, a la tarde de ese mismo día se decía que la muerte de la mujer había ocurrido cuando se interpuso para salvarlo. Que el cadáver había sido rechazado por Afganistán, que había sido cuidado por los ritos musulmanes para los muertos, pero que para evitar un santuario de terroristas había sido lanzado al mar. En fin: que tampoco había cadáver para mostrar. Pero se mostrarían las fotos. No, no se mostrarían tampoco las fotos, eran demasiado horribles (el acto de la muerte del terrorista no lo era tanto, las fotos sí).

El equipamiento de cada comando Seal Navy incorpora una cámara de video, por lo que toda la operación fue filmada y grabada (y seguida por Obama, Biden, Hillary Clinton y el resto del equipo de seguridad de la Casa Blanca en tiempo real, mientras el jefe de la CIA, Leon Panetta, les iba explicando cada paso), pero tampoco se mostrarían al público esas grabaciones.

La identidad de Osama ben Laden se había hecho por reconocimiento facial del cadáver, y un ADN hecho a las apuradas sobre el avión. Tampoco estos análisis se harían públicos. Y eso era todo. Había que confiar en la palabra del presidente estadounidense, sin más pruebas. En Europa comenzó a circular la versión de que habían matado a un doble de Osama, y que el verdadero estaba vivito y coleando donde siempre había estado: en una cueva de las montañas afganas de Waziristán.

En conjunto, tantos cabos sueltos han terminado por quitar legitimidad a la operación militar norteamericana. En lugar de una intervención victoriosa y definitiva para terminar con Al Qaeda, parece encaminarse a ser lo contrario: la excusa ideal para reflotar una organización que estaba en decadencia, con un mártir como guía, y un enemigo contra el que estaría justificado atentar, sin respetar ninguna legalidad internacional, ya que él tampoco la respeta.

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El (des)concierto europeo frente al Magreb

El (des)concierto europeo frente al Magreb

Por Nelson Gustavo Specchia

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Desde los primeros momentos de generación del proceso de integración europea, en la segunda posguerra mundial, los “padres fundadores” pusieron muchos esfuerzos en que se notara que la nueva organización que estaban creando tendría, en las relaciones entre los socios y entre éstos y los demás países, un basamento diferente al de la cosmovisión realista de las relaciones internacionales. El realismo, aquella escuela de teoría política que venía dando sustento a la política internacional desde la creación de los Estados Nacionales, con su lógica de poder y del interés supremo del Estado, tenía mucho que ver, decían los patriarcas europeos, con las debacles bélicas en que había terminado hundiéndose el siglo XX. Frente a aquellos teóricos “duros” del realismo, la nueva elite, acompañada con lecturas neofuncionalistas de pensadores como Ernst Haas y León Lindberg, propusieron un quiebre: en lugar de competencia, cooperación. El lugar de guerra, comercio. En vez de desangrarse tratando de dominar al vecino, proponer estructuras supranacionales con intereses que superen los límites –a veces tan estrechos- del puro interés nacional.

Así, los gestores de las Comunidades Europeas (primero del carbón y del acero, luego de la energía atómica, para decantar finalmente en la UE tal como la conocemos hoy) generaron la “buena vecindad”. Cuando cayó el Muro de Berlín, este concepto facilitó la incorporación de toda la Europa del Este al seno del proceso de integración. Otras latitudes, como el territorio latinoamericano, también recibieron un trato privilegiado por la misma concepción de la política internacional, desde la cooperación económica como desde los foros de encuentro al máximo nivel, especialmente por parte de la corona española, la vieja metrópoli.

Sin embargo, este programa político parece haber fracasado estrepitosamente respecto del primer cordón de vecindad, la tierra “otra” más próxima al Viejo Continente: la costa sur del mar Mediterráneo, la línea de Estados que conforman el Magreb africano y el Oriente Medio. Durante los 50 largos años que los europeos vienen amasando la integración continental, la cercanía de esos vecinos moros ó negros, árabes, musulmanes, pobres, subdesarrollados, con estructuras sociales y políticas desarticuladas por los procesos coloniales que los europeos mismos habían protagonizado, les causaron siempre un problema de difícil solución. Un problema frente al cual las teorías neofuncionalistas en boga, y el substrato idealista que exportaban al resto del mundo como “poder blando”, como ejemplo a imitar, se quebraba una y otra vez los dientes.

Felipe González, el ex presidente socialista del gobierno español, fue uno de los pocos que intentó seriamente tomar el toro por las astas. En 1995 auspició el Proceso de Barcelona, un proyecto geopolítico lanzado en la capital catalana con ocasión de la Cumbre Euromediterránea, que intentó sentar en la misma mesa a los líderes europeos, los del Magreb y los de Medio Oriente, en torno al desarrollo económico, la democracia, y la universalización del respeto por los derechos humanos. Pero tras el lanzamiento, pasaron años y no se avanzó nada. En una fecha tan cercana como 2008, Nicolás Sarkozy, en su turno al frente del Consejo Europeo, relanzo la iniciativa, ahora denominada Unión por el Mediterráneo: 43 países, más de 756 millones de ciudadanos, todos los Estados miembros de la Unión Europea, todo el Magreb, muchos de los árabes de Oriente Próximo, Turquía, Israel… y no pasó nada. Los europeos, tan imaginativos para crear fórmulas novedosas de intervención política, seguían sin saber qué hacer con los vecinos de la costa pobre del “mare nostrum”.

Por eso, cuando llegó la revuelta tunecina que tumbó a Zine el Abidine ben Ali, y contagió a las movilizaciones egipcias que acorralaron al hasta entonces estable y confiable régimen del “rais” Hosni Mubarak, la Unión Europea se encontró atónita, sin saber qué hacer ni qué partido tomar. Una de las experiencias políticas más interesantes de nuestros días le explotaba a pocas millas de sus costas meridionales, y las cancillerías no tenían un sólo libreto creíble para intervenir. Desde el estallido de la protesta en Túnez hasta la primera declaración de lady Catherine Ashton, la alta representante europea para la política exterior, pasó una semana entera de confusión y de silencio.

Responsabilidades personales

Las teorías neofuncionalistas, en todo caso, ya lo habían advertido: la plataforma idealista operaría en tanto y en cuanto la identificación de las elites con la integración y la buena vecindad fuera asumida como compromiso, o sea, como responsabilidad individual por parte de las personas que en ese momento estuvieran ejerciendo el rol dirigente. Durante los años que Javier Solana tuvo a su cargo la política exterior de la UE, no dejó foro sin intervenir ni espacio sin ocupar. Pero una cosa es Solana, y otra cosa es Ashton, una figura de segunda línea, sin experiencia en la gestión internacional, y que accedió al cargo porque en la repartija entre los Estados ese puesto le correspondía a Gran Bretaña, a los laboristas, y a una mujer.

Pero lady Ashton apenas si tiene preparada una esquelita, siempre con el mismo mensaje, en el que cambia el nombre del destinatario y la hace pública tarde y mal. Así, cuando la protesta ya incendiaba los cimientos del régimen de Mubarak, Ashton decidió sacar su esquelita, en la que manifestaba, como casi siempre, su “interés y preocupación” por la revolución que estallaba en África del Norte, al tiempo que repetía su “petición a las partes de actuar con control y calma”, cuando ya hasta Naciones Unidas admitía que los muertos por la represión sumaban centenas.

Mientras la Alta Representante mostraba, con la blandura y pusilanimidad de su esquelita la realidad de que la propia Unión Europea no tenía postura ninguna, la ministra de Exteriores de Nicolás Sarkozy, Michèle Alliot-Marie, ofrecía a Ben Ali enviarle más material antidisturbios 48 horas antes de que el autócrata huyese del país, mostrando la verdadera cara: ningún gobierno europeo miraba realmente con simpatía la revuelta en el Magreb.

Europa tiene muchas más razones que los Estados Unidos para tomar en cuenta a sus vecinos del sur. No sólo por proximidad geográfica, sino también por ancianas deudas históricas, por relaciones culturales, por intercambio demográfico. Sin embargo, aunque al gobierno de Barack Obama también la protesta lo encontró un tanto descolocado, la reacción del Departamento de Estado fue rápida, y la decisión de acompañar las protestas se tomó en cuestión de horas:  Jeffrey Feltman, el secretario de Estado adjunto para Oriente Próximo, fue el primer diplomático extranjero que viajó a Túnez tras el derrocamiento de Ben Ali.

Estruendoso silencio

El proceso de transformaciones iniciado en los países árabes del Magreb no tiene retorno, y terminará impactando, más temprano que tarde, toda la arquitectura regional, fija desde la descolonización mediante la imposición de gobiernos autocráticos que reprimieran los alzamientos populares (y, entre ellos, supuestamente también los del fundamentalismo islámico) y aseguraran la provisión de petróleo y gas. Ese esquema ya es historia.

A pesar de todos los intentos de los “padres fundadores” de la Unión Europea, de mostrar una imagen alternativa de hacer política internacional basada en la cooperación y el respeto, en la integración y la buena vecindad en lugar de la pura y dura lógica del poder, los hombres y las mujeres –éstas cada vez más visibles y participativas- de los países africanos y árabes de las cercanías miran con escepticismo a la “vieja” Europa (como despreciativamente la denominaba Donald Runsfeld, el ministro de Defensa de George W. Bush durante la invasión a Irak).

Las sociedades y los gobiernos europeos, a pesar de su énfasis en la democracia y los derechos humanos, han preferido durante las últimas décadas apoyar el statu quo de las autocracias en el Magreb, como garantía de estabilidad y seguridad regional. Con esta postura, se alejaron de los ciudadanos concretos de esos países, apostando, en cambio, por sus intereses nacionales internos (qué contradicción: en la más cruda tradición realista…)

Si en esta ocasión vuelven a perder la oportunidad histórica, y con los silencios y las medias palabras inocuas a lo Ashton no se ubican claramente del lado de un pueblo que reclama su derecho a la libertad y a la democracia, que no se sorprendan luego si otras opciones, como la del radicalismo fundamentalista, va a llamar a sus puertas.

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Líbano: gana el Hezbollah (26 01 11)

Tensión en Líbano por el acceso de un gobierno cercano a Irán

La milicia chiíta de Hezbollah impone su candidato al frente del Ejecutivo

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La complejísima vida institucional libanesa vuelve a tensarse con el acceso de Najib Mikati a la conducción del gobierno.

La elección de Mikati debería cerrar la crisis de gobernabilidad abierta el pasado 12 de enero, cuando renunciaron todos los ministros del bloque opositor, que responden al partido-milicia chiíta Hezbollah, de fuertes nexos con el gobierno iraní de Mahmmoud Ahmadinejad.

La retirada opositora obedeció, según las declaraciones del máximo jefe de la milicia, el jeque Hassan Nasrallah, al rechazo al Tribunal Especial de Naciones Unidas que investiga la muerte de Rafik Hariri, padre del hasta ahora cabeza del Ejecutivo.

Nasrallah y el Hezbollah aducen que el ya ex primer ministro sunnita Saad Hariri ha armado el proceso judicial en connivencia con los servicios secretos israelíes y la anuencia del gobierno norteamericano, para culpar a los chiítas del asesinato en 2005 de su padre, Rafik, un sunnita amigo de Estados Unidos, que empujó a las tropas sirias a que abandonen el suelo libanés.

Ante la crisis de gabinete forzada por el retiro de los ministros de la oposición, el presidente del Líbano, el cristiano maronita Michel Suleiman nombró a Najib Mikati y le encargó que forme gobierno.

Mikati también es sunnita –como los Hariri- pero llega al poder con el apoyo del Hezbollah, lo que implica un éxito para la facción más dura de la sociedad política libanesa, que enfrenta con mayor fuerza la vecindad con Israel (a quien ha vencido en la última contienda bélica) y acerca más al inestable país de Oriente Medio a las políticas regionales de Teherán.

Najib Mikati, un millonario dueño de empresas de telecomunicaciones que afirma querer “mediar entre los enemistados bandos políticos libaneses”, apenas recibió el nombramiento de parte del presidente Suleiman afirmó que su mano “está tendida a todo el mundo”, en una clara referencia a los sunnitas, que habían comenzado ayer con marchas de repudio al nuevo gobierno en Beirut y en Trípoli.

La reacción del gobierno estadounidense fue cauta, pero refleja el aumento de tensión; la secretaria de Estado, Hillary Clinton, admitió que el cambio afectará a las relaciones con Líbano. El gobierno de Obama mantiene al Hezbollah en la lista de organizaciones calificadas como “terroristas”.

La inestabilidad libanesa viene a sumarse a un estado conflictivo a nivel regional, donde la revuelta tunecina no amaina, y el contagio de las protestas hacia Egipto ya se hace sentir con fuerza.

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Arizona, frontera (menos) caliente (30 07 10)

Arizona, frontera (menos) caliente

por Nelson Gustavo Specchia

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Finalmente, la jueza Susan Bolton lo hizo. Apenas unas horas antes de que entrara en vigor la polémica ley SB1070, ya conocida por todos como Ley Arizona, emitió un fallo suspendiendo las medidas tachadas de racistas y xenófobas por una parte importante de la opinión pública, especialmente los miembros de la populosa colectividad latina. La policía no podrá utilizar la figura de “sospecha razonable” (o sea: color de piel y rasgos hispanos) para detener a una persona y encarcelarla si no tuviera la documentación en regla.

El fallo federal constituye un serio revés para la derecha republicana, y un alivio para el presidente Barack Obama, que apeló la constitucionalidad de la Ley Arizona. En todo caso, un alivio momentáneo, porque la norma, aunque atenuada, entró en vigor este jueves 29 de julio, y con ella se habilita un complejo periplo legal: se apelarán las suspensiones de los artículos frenados, mientras que otros 21 estados norteamericanos planean seguir los pasos de Arizona con similares leyes anti-inmigración.

El crítico interés internacional del tema encuentra su justificativo en el cruzamiento de posturas e intereses, que terminarán impactando en el modelo de convivencia social. Porque tanto la iniciativa de la gobernadora Brewer como el fallo de la jueza Bolton tendrán diversas consecuencias indirectas.

En primer lugar, impactarán en la ampliación (o en el recorte) del espacio político que pretenden ocupar los sectores más reactivos del Partido Republicano, encabezados por el movimiento de los “Tea Party”, con el cual hasta las líneas más moderadas (incluyendo al propio senador por Arizona y ex candidato presidencial John McCain) están siendo empujadas a alinearse. También el resultado de este enfrentamiento enviará una señal a la sociedad civil, cuyas organizaciones han revelado una inédita capacidad de organización y movilización en los últimos meses.

Luego, según cuál sea la dirección en que se resuelva el debate, se sentará jurisprudencia sobre las maneras de enfrentar la enorme carpeta de la inmigración en los Estados Unidos, tanto por los gobiernos estaduales como por Washington: Obama es consciente que una norma general sobre migración es imprescindible, pero en esta legislatura se ha quedado sin el suficiente espacio político para negociarla.

Y –last but not the leaste– la discusión sobre cómo enfrentar el tema migratorio influirá en las elecciones legislativas de mediados de mandato, en las que el primer presidente negro de la historia norteamericana se jugará la integración de las cámaras legislativas con las cuales deberá gobernar los próximos dos años. Una integración parlamentaria que, por lo demás, condicionará las posibilidades de Obama para planear una eventual reelección.

En fin, habiendo tantos intereses cruzados, el debate terminará reflejando las maneras en que los norteamericanos se acomodan para enfrentar una sociedad global con creciente movilidad.

EL ESPEJO DE LA INMIGRACIÓN

Estados Unidos es un país de aluvión. El fenómeno inmigratorio ha estado en el centro de la constitución de la sociedad norteamericana, y tanto la simbología como las políticas lo han reconocido permanentemente. La Estatua de la Libertad, obsequiada por Francia en 1886, se ubicó en la desembocadura del río Hudson, para que sea el símbolo de bienvenida: la libertad como recepción, el primer elemento que veían las oleadas de inmigrantes tras el trayecto marítimo desde el Viejo Mundo. Las políticas, por su parte, en todo momento incentivaron la integración de los “nuevos americanos”, reconociendo el rol central de esta fuerza de trabajo en el crecimiento y expansión del producto nacional. Esta situación se mantuvo, con pocos y leves cambios, hasta principios del siglo XXI.

El atentado a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001 marcó un punto de inflexión en un amplio abanico de escenarios, y la inmigración no escapó a ese brusco cambio de tendencias. La instalación del miedo al otro, alentada por las medidas histéricas del presidente George W. Bush, provocó un viraje histórico hacia un aumento en los controles de todo tipo y hacia un cierre social generalizado. Este cambio de ciclo también impactó, con sus notas características propias, en el Sur, donde la larguísima frontera con México ya venía poniendo en evidencia el fin de un esquema de cohabitación entre ambos países.

El desmejoramiento de la sociedad mexicana (desocupación, falta general de oportunidades, aumento de la violencia y la criminalidad, y sostenidos índices de crecimiento demográfico, entre otras), aunado a la diferencia de renta entre las dos riberas del Río Bravo, empujaron una nueva ola de migrantes hacia el norte.

Estos grupos de mexicanos –principalmente, pero también centroamericanos que llegan vía México- que pasan la frontera, tienden a asentarse en los territorios vecinos de California, Arizona, Nuevo México y Texas. Estados que (como la península de Florida, en el sureste) poseen una importante carga cultural hispánica. Por eso no ha sido casual que en estos estados hiciera eclosión el debate sobre la inmigración legal: como una manera de aumentar el control contra el crimen, según unos; como un discurso seguratista, xenófobo y expulsivo, según sus críticos.

BREWER, PRECURSORA

Arizona, que hoy se coloca en la hora cero de aplicación de la ley anti inmigratoria, marcó la punta. En su territorio se calcula que se han asentado unos 460.000 inmigrantes –casi todos ellos hispanos- sin los documentos de ingreso y permisos de trabajo en regla, de los 12 millones que estarían en esta situación en todo el país.

En Phoenix, la gobernadora Jan Brewer asumió la voz cantante de los sectores más duros dentro de los republicanos, y promulgó en abril pasado la que se anuncia como primera de una larga serie de normativas, especialmente en los estados gobernados por los conservadores. La norma fijaba que la policía tendría la obligación (no sólo la posibilidad) de comprobar el estatus migratorio de cualquier persona que en apariencia pudiese ser objeto de sospechas de residencia indocumentada, a pleno arbitrio del agente policial. Asimismo, habilitaba a mantener en la cárcel a los sospechosos durante el tiempo que se requiriese para comprobar su documentación.

El criterio tan laxo de la “sospecha razonable” abría la puerta para diferenciar a las personas por sus perfiles raciales. O lo que es lo mismo decir, alimentaba las tendencias racistas de la clase media norteamericana; tendencias de cuya buena salud tenemos lamentables ejemplos a diario.

La promulgación de la Ley Arizona desencadenó una movilización de los colectivos latinos, el surgimiento de nuevas organizaciones no gubernamentales, la manifestación cotidiana de miles de personas en las afueras del capitolio en Phoenix, las declaraciones de adhesión de funcionarios y de políticos de origen hispano, originales protestas (como la de niños hijos de inmigrantes frente a la Casa Blanca), apelaciones judiciales, y también una marea humana de indocumentados que comenzó a salir de Arizona hacia otros estados fronterizos (se calcula que unos 200.000 se han movido hacia California y Texas, principalmente).

Finalmente, esta efervescencia social obligó a la Administración Obama a tomar la iniciativa. El presidente había incluido el impulso a una ley inmigratoria nacional en su programa de campaña, pero las batallas contra la reforma sanitaria y algunos reveses electorales -como la pérdida del senador por Massachusetts- le insumieron la mayor parte de la legislatura. Optó por presentar una demanda de inconstitucionalidad en el juzgado de Susan Bolton, y acertó.

Comienza ahora una batalla extensa y enredada en los tribunales (seguramente todos apelarán, Brewer, el gobierno, los hispanos), pero no será la arena legal sino la política donde se den las mayores escaramuzas. Obama necesita el voto latino, pero también es plenamente consciente del inmenso apoyo popular que tiene la Ley Arizona y lo que ella supone.

Posiblemente el presidente se arriesgue y presente al Congreso, antes de las elecciones legislativas de mediado de mandato, un proyecto de ley migratoria a nivel nacional. Pero tiene poco tiempo y los números muy justos.

Mientras comienza hoy mismo la campaña electoral, con la Ley Arizona y la suspensión de la jueza Bolton como acicates, la caliente frontera sur se toma un respiro. Apenas un respiro.

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Explosiva filtración de datos de espías (27 07 10)

EXPLOSIVA FILTRACIÓN DE DATOS SECRETOS SOBRE LA GUERRA AFGANA

Crudas revelaciones sobre los servicios de inteligencia en el conflicto con los talibán

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Una masiva filtración de comunicaciones entre mandos militares y espías ha dado un nuevo giro a la guerra que Washington sostiene con los fundamentalistas afganos, a quienes relaciona con Al Qaeda. Los documentos clasificados descubren brutales impactos en civiles y el escaso apoyo que los habitantes dan a los invasores.

Aún más, revelan la cooperación que los agentes secretos militares del vecino Pakistán mantendrían con los talibanes, étnica y religiosamente próximos.

La masiva filtración de documentos –cerca de 91.000 informes militares secretos- fueron enviados a tres medios líderes de la prensa escrita, en Nueva York, Londres y Berlín, y puestos a disposición por el sitio web Wikileaks, una página de internet que promueve la transparencia. Tanto The New York Times, como el londinense The Guardian, y la revista alemana Der Spiegel, recogieron la información como auténtica y le brindaron una amplia cobertura.

Dado el impacto mediático, el gobierno norteamericano no pudo desconocer la autenticidad de los documentos, aunque se apresuró a condenar su difusión aduciendo que la información contenida en ellos aumenta el riesgo de las tropas involucradas en la guerra.

Este extremo fue descartado por los británicos, principales aliados de los americanos en Afganistán: el canciller del Reino Unido, William Hague, negó que los documentos secretos publicados pongan en peligro a las tropas. En cambio, la información revelada puede impactar gravemente en el respaldo internacional a la acción bélica de los aliados, ya que muestra que para la propia inteligencia norteamericana el conflicto es un fracaso.

Además, que los servicios secretos paquistaníes apoyan a los talibames al tiempo que reciben más de mil millones de dólares anuales para combatirlos; y que los costos para la población civil son de una envergadura muy superior a la admitida hasta hoy por Washington.

Esta faceta es la que ocupa mayor espacio en los medios que difundieron la filtración. El londinense The Guardian tituló que los documentos revelan “la verdad de la ocupación”, y afirma que “cientos de civiles fueron asesinados por las tropas de la coalición”, al tiempo que acusa a los Estados Unidos de “esconder las pruebas”.

Las Naciones Unidas (ONU) computan en 2.412 los civiles muertos en Afganistán en 2009, y organizaciones humanitarias cifran en 1.074 las víctimas en el primer semestre de este año.

Las muertes de civiles causadas por las tropas internacionales son motivo de gran fricción con el gobierno provisional afgano de Hamid Karzai, que ayer volvió a acusar a la OTAN de “asesinar a 52 civiles inocentes” mediante un misil que estalló en el poblado de Rigi, en el sur de Afganistán.

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ADIOS JAMES BOND, ADIOS

En la era de la información, James Bond es un anacronismo.

La guerra afgana, un pantano de arena donde Occidente está entrampado hace una década, y que ha insumido el presupuesto militar más voluminoso de la historia (sólo superado por la segunda guerra mundial), ha venido a confirmarlo.

La mayor filtración de datos secretos nunca vista ocurre al mismo tiempo que se difunde la esquizofrénica multiplicación de agencias de seguridad dentro de los Estados Unidos: de cada 400 norteamericanos, uno es un espía.

Pero en la era de internet, cuando todo es comunicación y todos estamos hiperconectados, mantener un secreto se hace cada vez más difícil.

Las estrategias militares están a la vista del público consumidor: o las trasmite CNN en directo, o Wikileaks las encuentra y se las muestra a todo el mundo. Los agentes secretos, como los dinosaurios, se convertirán en palomas. Y en gallinas.

N. G. S.

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