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La vuelta de Shalit

La vuelta de Shalit

por Nelson Gustavo Specchia

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Entre la poblada agenda internacional que llenó esta semana, la noticia del intercambio de prisioneros entre el Estado de Israel y las milicias islamistas palestinas de Hamas consiguió un fugaz protagonismo, hasta que apenas unas horas más tarde la captura y muerte del ex dictador libio –con su carga morbosa de fotos y videos ensangrentados- y la claudicación final de las guerrillas separatistas vascas de ETA renunciando definitivamente a las armas, empujaran la novedad de la vuelta a casa del soldado Gilad Shalit, a cambio de la salida de las prisiones israelíes de más de 1.000 presos políticos, de las letras grandes de los titulares de prensa hacia las páginas interiores. Pero esa pieza de relojería diplomática articulada en Oriente Medio merece una mirada atenta, y un análisis un tanto más cauteloso que la pasada rápida sobre las portadas de los periódicos, en medio de la vorágine internacional. Por varias razones: porque Shalit era –lo sigue siendo- un símbolo gravitacional para ambas partes del más viejo contencioso político de Oriente próximo; porque aún no queda claro si se ha tratado de un episodio más, como otros tantos, en ese antiguo tira y afloje de presiones y concesiones entre enemigos obligados a la vecindad; o porque, en una lectura más optimista, puede estar mostrando un cambio en la disposición de las piezas para encauzar una salida al laberinto árabe-israelí.

CÁMARA DETENIDA

En esa estrecha lengua de tierra bañada por las últimas aguas orientales del Mediterráneo, nadie baja los brazos ni la mirada. Todo es tensión, permanentemente. Cuando el viajero llega a Tel Aviv, se encuentra con una ciudad occidental, casi europea, donde es difícil encontrar huellas del más profundo conflicto ideológico, comunitario, político, religioso y estratégico de la región. Sin embargo, apenas se deja la ciudad capital, la tensión comienza a palparse en las expresiones, en las actitudes, y en todos los rostros, se cubran la cabeza con el pañuelo de la “kafiya” o el gorrito de la “kipá”. El martes de esta semana se vivió, a uno y otro lado de esa frontera imaginaria y brutalmente real que separa a árabes de israelíes un día de fiesta, y este dato no es, para nada, una cuestión menor. Generar actos que descompriman la tensión permanente con que se afronta la cotidianidad puede ser una de las políticas públicas más inteligentes, en aras de la creación de condiciones anímicas de entendimiento.

Y fue una fiesta aprovechada por todo el gobierno conservador de Benjamín –Bibi- Netanyahu, la prensa israelí, los colonos, el Ejército –la institución básica de la supervivencia judía- y las familias de los soldados. En Israel el servicio militar es obligatorio para todo ciudadano, independientemente de su sexo o condición, y dura tres largos años (en el caso de las mujeres, dos); y para el Ejército es innegociable el principio de no dejar a un solo soldado atrás: lo necesita para garantizar ese largo servicio militar y la lealtad de los conscriptos, que saben que serán rescatados a cualquier precio. Inclusive las familias que tienen un solo hijo, deben firmar un documento que autoriza a la fuerza armada a trasladar a su vástago a zonas de combate. En ese entorno, el abrazo del soldado Gilad Shalit con su padre, Noam, fue la primera imagen de la atípica jornada. La cámara volvería a detenerse para retratar, del otro lado del muro, la llegada de los colectivos con los presos liberados (477 en esta primera etapa, a los que seguirán otros 550 en unas semanas) a tierra palestina.

Han sido tantos los años de luchas y de negociaciones, de progresos y retrocesos, que aquel clima de tirantez y sospecha al que me refería recién, también ha teñido todo proceso de diálogo entre ambas partes. Por eso nadie informó de que se estaban desarrollando tratativas para el canje, toda la negociación se mantuvo en una estricta reserva de secreto de Estado, y los buenos oficios desplegados por las diplomacias de Alemania y de Egipto –terceras partes involucradas en el intercambio- respetaron ese modus operandi. Por eso el anuncio fue sorpresivo, y contribuyó a la fiesta. Con las primeras luces del alba del martes 18 de octubre, desde algún lugar de Gaza salió un coche 4×4, rodeado de docenas de milicianos armados hasta los dientes y cubiertos de pasamontañas y pañuelos, que sólo dejaban al descubierto las pupilas negras. Ese contingente se acercó al paso fronterizo de Rafah, y del 4×4 salió un delgadísimo muchacho de 25 años, tras pasar una quinta parte de su vida como rehén de las guerrillas islamistas palestinas. Ojeroso y con aspecto de cansado, los mediadores egipcios sin embargo lo encontraron bien, sano y cuidado, y hasta lo expusieron a las cámaras de televisión para un primer reportaje, antes de que los servicios de inteligencia israelí, el Mossad, lo entrevistaran. Shalit dijo a las cámaras de la TV Nilo que lo habían tratado bien, y manifestó su confianza en que el canje de prisioneros (deseó inclusive que todos los presos palestinos fueran liberados) ayudara a alcanzar la paz. Después, el joven fue conducido por los mediadores egipcios al paso fronterizo de Kerem Shalom y entregado al Ejército israelí, quién se apresuró a volver a vestirlo con el uniforme marrón y a colgarle sus novísimas charreteras de sargento. Luego de la entrevista, ahora sí, con el Mossad, lo embarcaron en un helicóptero, y en la base militar de Tel Hof, cerca de Tel Aviv, lo recibió el primer ministro, y la cámara se detuvo con el esperado abrazo a su padre. Desde ahí todo fue fiesta, aunque discreta.

Sin ningún tipo de contención, en cambio, hacia el mediodía el parque central de Gaza rebosaba de gritos, música, las banderas verdes de Hamas, y unas 200.000 personas que habían llegado desde los rincones más remotos de la Franja, para recibir a los liberados, como auténticos héroes. Ismail Haniya, líder de los islamistas y gobernante de facto de Gaza, abrazó uno a uno a los liberados. Faltaban algunos: los que fueron conducidos a Cisjordania directamente, y aquellos a los que se obligó al exilio. Pero nada detuvo la fiesta, porque aquí era fiesta y era victoria.

Porque, si bien los líderes de Hamas –incluyendo al propio Haniya- sostuvieron que la alegría era la de todos los palestinos, objetivamente hay que acordar que la victoria de los islamistas conlleva el relativo fracaso de la vía negociadora impulsada por Al Fatah, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y, en última instancia, por el primer ministro Mahmmoud Abbas. Inclusive tiendo a pensar que la ocasión elegida por Netanyahu para acceder al canje tiene que ver con el gambito diplomático de Abbas, de presentar el pedido del reconocimiento del Estado Palestino a las Naciones Unidas. El canje de 1 por 1.000 puede venir a reforzar la apreciación, entre los árabes, de que la burocracia de la Autoridad Palestina, con sus planes de negociación que nunca llegan a ningún puerto y que ni siquiera logran detener la colonización judía en los territorios ocupados, en menos eficiente que las vías que propugna Hamas, aunque éstas impliquen violencia y rotundo desconocimiento a la potencia ocupante.

LOS DILEMAS DE BIBI

Netanyahu ha tomado esta decisión en un entorno crítico. Una parte de su gobierno (el canciller Avigdor Lieberman; la derecha del Likud; y los partidos religiosos ortodoxos) se negaba rotundamente a ningún acuerdo con el enemigo. Pero, como ex soldado, conoce la ley no escrita de que el Ejército no deja a nadie atrás, ni siquiera a los cadáveres; y que un golpe militar de comandos judíos en Gaza para rescatar a Gilad estaba fuera de las posibilidades actuales (Bibi tiene, por cierto, un hermano muerto en una operación de rescate en Entebbe, Uganda, en 1976).

Además, el abrumador respaldo de países del mundo a la solicitud palestina de reconocimiento por la ONU ha extremado la soledad de Israel. Bibi dice públicamente que está dispuesto a retomar las negociaciones con Mahmmoud Abbas, pero al mismo tiempo le quita legitimidad al sostener que no representa a todos los palestinos. En este sentido, el fortalecimiento de Hamas termina beneficiando indirectamente al gobierno de Tel Aviv, porque aumenta la debilidad de Al Fatah en la interna árabe.

Por otra parte, en los más de mil liberados, se sueltan presos políticos pero también terroristas, con varias condenas en firme por sangrientos atentados contra civiles, que podrían volver a las armas.

Finalmente, ha terminado accediendo al canje, porque la ausencia del soldado Gilad Shalit era un símbolo más gravoso para la conciencia colectiva israelí que la liberación de los prisioneros palestinos. Pero esa decisión puede convertirse en un aliento a nuevos secuestros de soldados: ya el martes se pedía, en Gaza, “queremos más Shalits”. A lo que Bibi respondía: “seguiremos luchando contra el terrorismo”.

En definitiva, una jornada de relajación de tensiones y de fiesta, pero nada que ver con la verdadera búsqueda de la paz.

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Bibi, el constructor (27 09 11)

La derecha israelí lanza la primera represalia a Abbas

Se aprueba la construcción de 1.100 viviendas en territorio de Jerusalén Este

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JERUSALÉN.- En una decisión que ha sido interpretada como la primera represalia lanzada por el gobierno conservador israelí por la osada maniobra de Mahmmoud Abbas, al iniciar ante las Naciones Unidas (ONU) el proceso de reconocimiento internacional al Estado Palestino, ayer la Administración de Bibi Natanyahu aprobó una nueva expansión colonial sobre territorios ocupados, en el sector oriental –árabe- de la ciudad vieja de Jerusalén.

El ministerio israelí de Planificación anunció la autorización de los planes de 1.100 nuevas viviendas para colonos judíos, en el barrio jerosolimitano de Gilo, una barriada ubicada en el sector oriental de la ciudad, considerada territorio ocupado, y la zona reivindicada por los palestinos como la capital de ese Estado cuyo reconocimiento comenzó a ser tratado el lunes en el Consejo de Seguridad.

Tanto el Departamento de Estado norteamericano, como la Unión Europea, deploraron la medida israelí que viene a echar por tierra las posibilidades de reapertura del proceso de paz, el argumento que esgrimió el presidente Barack Obama al anunciar que no apoyaría –e inclusive que utilizaría el poder de veto- el reconocimiento multilateral.

Por su parte, el líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmmoud Abbas, sigue cosechando adhesiones a su estrategia: ayer se conoció el significativo apoyo de Arabia Saudita –otro de los aliados de Washington en la región-, a la que se sumó también el Líbano.

Ante la decisión de seguir ampliando la construcción de viviendas en territorios ocupados, desde las oficinas de la ANP declararon que “evidencia el cinismo” del premier Benjamín Netanyahu, que sigue insistiendo en su “predisposición” para reabrir el diálogo, mientras su gobierno no hace sino tomar medidas ejecutivas para torpedearlo.

El lunes, Shimon Peres había declarado que Abbas era el mejor interlocutor posible que los judíos podían tener en este momento, y que confiaba en los buenos oficios del “cuarteto” (ONU, Unión Europea, EE.UU. y Rusia) para relanzar las negociaciones, con un horizonte de plan de paz realista para diciembre de 2012.

El avance sobre Jerusalén Este de ayer, sin embargo, convierte esas declaraciones en meras expresiones de deseos, y vuelve a poner de manifiesto que la única estratégica de la coalición de partidos de derecha que gobierna Israel es obstaculizar cualquier proceso de diálogo, e impedir por todos los medios la institucionalización política de la comunidad palestina, ya que ella convertiría a su ejército, de hecho, en potencia ocupante de un Estado, en  abierta violación al derecho internacional público.

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Israel elige la oposición frontal a Obama (26 05 11)

Bibi Netanyahu desafía a Obama en el Congreso norteamericano

Cerrados aplausos de la oposición republicana al premier israelí en Washington   

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WASHINGTON.- La esperada comparecencia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en el Capitolio aclaró el rol que ha decidido jugar Tel Aviv frente a su principal aliado global: la oposición a cualquier propuesta mediadora del presidente Barack Obama, y resistir durante los próximos dos años, apostando a que en las elecciones de 2012 un republicano venga a reemplazar al mandatario demócrata.

El premier israelí, jefe de un gobierno de coalición en el que abundan los sectores conservadores y de la derecha radical, llegó al Congreso de la capital norteamericana luego de entrevistarse con el presidente en la Casa Blanca.

Allí, le había expresado personalmente a Obama que el gobierno de Israel no avalará su iniciativa de volver a la mesa de negociaciones sobre el supuesto de las fronteras de 1967.

La línea vigente entonces es la única que tiene un reconocimiento internacional válido, y ha sido sostenida como la base de cualquier negociación entre las partes por todos los planes serios que se han intentado para lograr la paz durante los últimos años; no sólo la apoyan personalidades relevantes dentro como fuera de Israel, sino que ha sido la hipótesis negociadora propiciada por los norteamericanos en forma continuada, incluidas las Administraciones republicanas de George W. Bush.

El frontal rechazo ahora, cuando es Barack Obama quien la enuncia, muestra en realidad la estrategia israelí de oponerse a cualquier posibilidad de reabrir el proceso negociador.

Las fronteras de 1967 se traspasaron tras la denominada guerra de los Seis Días, cuando Israel ocupó porciones de Cisjordania, Gaza, la mitad oriental de Jerusalén, los Altos del Golán y la península del Sinaí. Algunos de estos territorios luego se devolvieron –como el Sinaí a Egipto- y otros permanecen en un limbo jurídico –como el Golán sirio-, pero básicamente la guerra impulsó el establecimiento de colonias judías en los territorios palestinos, en una expansión que no se ha detenido desde entonces.

La vuelta a las líneas fronterizas entre ambas comunidades implicaría desactivar y retraer el proceso colonizador, y las facciones que integran el actual gobierno israelí no están dispuestas ni siquiera a contemplar esa posibilidad.

Sin embargo, en el discurso ante los diputados y senadores norteamericanos, Netanyahu volvió a repetir el conocido argumento de que él está dispuesto a hacer “dolorosas concesiones” por la paz con los vecinos árabes; aunque a renglón seguido enumera los límites de cualquier negociación aceptable: Israel no entregará Jerusalén Este, no retirará la presencia militar de los bordes del río Jordán, no tolerará el retorno de los refugiados palestinos, ni detendrá el proceso de instalación de colonos en los territorios ocupados. Los cuatro puntos básicos del reclamo árabe.

El rechazo frontal a la propuesta de Barack Obama, que se ha comprometido personalmente a impulsar la paz en su aliado de Medio Oriente en un contexto regional especialmente crítico por los alzamientos insurgentes, deja a los árabes las manos libres para presentar la moción de la creación del Estado Palestino a la Asamblea General de la ONU en septiembre próximo.

El apoyo de la Asamblea a la iniciativa se da ya por seguro. También el veto de los Estados Unidos a su ejecución, en el seno del Consejo de Seguridad.

Obama insiste

LONDRES.- En medio de su gira europea y junto al británico David Cameron, Barack Obama respondió a las palabras del premier israelí.

La antipatía personal entre ambos mandatarios ya es obvia, y las 26 veces que el discurso de Netanyahu fue interrumpido con aplausos en el Congreso muestran el apoyo  que dispone en Washington, tanto de los republicanos como de los demócratas, entre cuyos votantes destaca la comunidad judía norteamericana y sus aportes económicos.

Obama, sin embargo, remarcó ayer en que “confía” que la solución del conflicto pueda alcanzarse mediante el diálogo entre ambas comunidades. Aunque para ello pidió a los palestinos mayor capacidad de entendimiento con los israelíes. Admitió que no apoyará la creación de un Estado Palestino en la ONU, y cediendo a una demanda de Netanyahu, declaró que su meta es “un Israel que sea seguro y esté reconocido por sus vecinos”, en referencia a Hamas, que se niega a reconocer la existencia del Estado judío y plantea una oposición y una resistencia armada a la ocupación.

Unidad palestina

RAMALLAH.- Las dos facciones palestinas reaccionaron airadamente contra el discurso del premier israelí en Washington.

El líder de Hamas, Ismail Haniyeh, se mostró partidario de poner en marcha “cuanto antes” el pacto de unidad firmado con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) del partido Al Fatah.

Hamas, mayoritaria en la Franja de Gaza, llegó a un acuerdo con la facción gobernante en Cisjordania el 4 de mayo, en El Cairo, para poner fin a cuatro años de divisiones, implementar un gobierno de unidad, y convocar a elecciones generales el año que viene.

Haniyeh afirmó que, ante la cerrada posición del gobierno de Tel Aviv, se requiere “una estrategia palestina, árabe e islámica, de unidad nacional” para “acabar” con la ocupación.

El presidente de la ANP, Mahmmoud Abbas, no respondió públicamente a la solicitud de Hamas, pero sostuvo que las palabras de Netanyahu muestran que Israel “no ofrece nada” para construir la paz, por lo que ratificó que avanzarán en la presentación ante la ONU para que se avale la creación de un Estado Palestino.

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en Twitter:   @nspecchia

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Adios, Morente (17 12 10)

Adios, Morente

por Nelson Gustavo Specchia

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Cada diciembre, cuando cruzamos la curva de la quincena y apuntamos hacia el fin del año, se me da por los balances, a tono con el tiempo. Además, bajo las estrellas de Sagitario, los 17 de diciembre cumplo años, y la oportunidad alienta el ánimo de las cuentas y los balances. Estaba esta semana en esos menesteres, pensando en que más allá del luctuoso cálculo de las vidas perdidas en los conflictos, las guerras, los desastres naturales y la desidia humana, tan habituales en la agenda de los que estudiamos y analizamos la política internacional que a veces las identificamos con la propia agenda; este año, digo, además de esa triste habitualidad, tengo la sensación de que ha sido un período en el que han desaparecido algunas figuras notables, tanto de la política como de la vida cultural.

Había sentido con especial significación la muerte reciente del ex presidente Néstor Kirchner, un hombre polémico y complejo, que ocupó la primera magistratura del país en unos momentos dificilísimos, y con apenas una quinta parte de los votos, y a fuerza de política –en su sentido más amplio- y de sagacidad fue afianzándose en el espacio público nacional, hasta lograr la continuidad de su gobierno en la presidencia de la señora Cristina Fernández. Y el luctuoso listado había comenzado temprano, con el individualísimo Sandro, entre un conjunto de personalidades del mundo de la cultura que nos dejaron, como Dennis Hopper, Jean Simmons, Tony Curtis, Manuel Alexandre, Leslie Nilsen o el gran director español Luís García Berlanga. También la literatura perdió algunos pesos grandes este año 2010, como el oculto J. D. Salinger, el castellano Miguel Delibes, y el más universal de los escritores portugueses, José Saramago.

Había terminado de recapitular la lista fúnebre, haciendo votos para que este año que se acerca, con esa prontitud de los comienzos de década, nos fuera más propicio, cuando llegó la noticia de la muerte de Enrique Morente, el “cantaor” granadino de flamenco, el último de los gitanos de la vieja escuela y, al mismo tiempo, el primero en revolucionar el cante, en universalizarlo, en convertirlo en la enseña heterodoxa y universal más preciada que Andalucía le regala al mundo. Qué largo que se hace este diciembre.

QUEBRADA VOZ DEL “CANTE JONDO”

El poeta –también granadino- Federico García Lorca, en sus recopilaciones de antiguos versos andaluces, compuso y rescató las voces del “cante jondo” (el canto hondo) de esa tierra de aluvión, donde quinientos años después de las expulsiones de moros y judíos, las pieles de los andaluces  siguen siendo de un cobrizo árabe y africano; la música enhebra tradiciones de los judíos sefardíes; y la sangre de los supuestos cristianos viejos se amalgama con las generaciones de esos músicos y cantores trashumantes que, una y otra vez a lo largo de los siglos, recuperan desde lo más hondo los temas de las alegrías, los dolores, el olor del aire y del agua y de las flores del sur, para volver a fundar su tiempo y su cultura: la ciudad de los gitanos. “¡Oh ciudad de los gitanos! / ¿Quién te vio y no te recuerda? / Ciudad de dolor y almizcle, / con las torres de canela”, escribía Federico.

A esa ciudad de tránsito de generaciones y de culturas le dedicó su arte Enrique Morente, durante 46 años de carrera artística, desde que descubrió que su voz era un instrumento que lo distinguía de los demás gitanitos que, como él, se ganaban el pan como peones de zapatero o ayudantes de los talleres de los plateros de Granada. Fue, como digo, el último de una estirpe y también el primero: un continuador y un fundador. Durante sus primeros años se dedicó a estudiar concienzudamente a los flamencos históricos. Se formó con los guitarristas más clásicos y ortodoxos. Fue adquiriendo una a una todas las piezas grabadas, hasta que logró acumular la totalidad de la discografía producida y registrada del cante andaluz, desde los discos de pasta a 78 revoluciones por minuto, pasando por los vinilos, hasta los discos compactos de lectura laser.

Pero una vez que lo supo todo, que manejó todos los “palos” flamencos con la maestría de su voz, entonces dejó todo de lado y pegó el salto. Entendiendo que el cante andaluz es una herramienta también para dialogar entre culturas, incursionó en el rock, en el tango y en el blues, en el folclor y en ritmos étnicos, interpretó a Ástor Piazolla, grabó con Leonard Cohen, con bandas de rock, con Chick Corea, con Pat Metheny y con Sonic Youth. El viejo gitano se abría a la heterodoxia de los nuevos tiempos, y la audacia de su salto no tuvo más límites que seguir emocionando, con la hondura del cante, en cada “quejío”.

DE LA NADA A LA LEYENDA

Enrique Morente entró a un sanatorio por una dolencia menor, una molestia intestinal que se salvaría con una cirugía rápida. Pero la cirugía reveló un cáncer, y una segunda cirugía se complicó con hemorragias, y Enrique ya no salió de la clínica.

Había nacido en el barrio granadino del Albaicín, el de calles estrechitas y casas blancas, en una familia muy pobre y “paya” (no gitana). Después de los zapateros y los plateros, cuando la voz comenzó a destacarlo, lo llevaron al coro de la Catedral de Granada, donde pudo soltar la fuerza de su cante. A los 17 años se fue a Madrid, y comenzó su aprendizaje con los maestros flamencos. El gaditano Aurelio Sellés; luego Pepe el de la Matrona, de Triana; para finalmente recalar en la escuela del maestro Antonio Chacón. Desde allí bebió en las más fuertes tradiciones del flamenco ortodoxo, Valderrama, Pepe Marchena y el maestro Porrinas.

Pero cuando tuvo todos los instrumentos en la mano (y la impresionante colección de discos de todas las épocas), se volvió a Granada, a una casita blanca como la que había nacido. Instaló allí el estudio de grabación por el que han pasado algunos de los más grandes músicos de este tiempo. Una casa con  un patio, donde hay una fuente y una higuera viejísima; allí mezcló la vida familiar (que también estuvo siempre inundada de música: su hija mayor, Estrella Morente, es una de las artistas más destacadas de la canción española contemporánea), la experimentación con nuevas formas y melodías, y la preparación de los conciertos en colaboración. De la casa del Albaicín salieron veinte discos, auténticas joyas, que vuelven a fundar, una vez más, esa tradición centenaria del cante andaluz.

Como hombre de arte en un momento bisagra de la cultura, Enrique Morente dedicaba su tiempo a profundizar el surco grande de la música flamenca, y al día siguiente a traicionarla con la innovación y la experimentación más osada. Hoy volvía a las viejas melodías de la Niña de los Peines, a las hermanas Utrera, o a la copla; y mañana ponía “quejíos” andaluces a la música del canadiense Leonard Cohen, al bandoneón de Piazzola, o al rock de Lagartija Nick. Incorporó a los cantes la gran poesía española anterior a la Guerra Civil, especialmente a Miguel Hernández, Alberti, Luís Cernuda, los Machado y al propio Federico García Lorca; pero ya que estaba siguió con san Juan de la Cruz, Lope de Vega, fray Luis de León y llegó hasta el mismo Miguel de Cervantes.

Fui a escucharlo tantas veces como pude, en Barcelona, en Madrid, en Córdoba, en el Festival de Jazz de Vitoria; siempre sus conciertos me parecían cortos, y sólo me ilusionaba saber que también lo vería en el próximo. Hasta ahora. El 25 de diciembre Enrique Morente hubiera cumplido 68 años. Ha muerto un “cantaor”, nace una leyenda. Lo despido con los versos de Joaquín Sabina: “Ese compás que se juega la vida, / esa agujeta pinchando el vacío, / esas falsetas hurgando en la herida, / esa liturgia del escalofrío. / Esa arrogancia que pide disculpa, / ese sentarse para estar erguido, / ese balido ancestral de la pulpa / del corazón de un melón desnutrido. / Esa revolución de la amargura, / ese carámbano de pez espada, / ese tratado de la desmesura. / Esa estrellita malacostumbrada, / ese Morente sin dique ni hartura, / ese palique entre Enrique y Granada.”

Duráo Barroso muestra los dientes (17 09 10)

LA UNIÓN EUROPEA ENDURECE SU POSTURA CON EL GOBIERNO FRANCÉS

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La organización regional no logra frenar la deportación de gitanos

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Después de las críticas generalizadas que el presidente de la Comisión Europea, el liberal portugués José Manuel Duráo Barroso, recibiera por la debilidad con que había tratado el tema de la expulsión sistemática de ciudadanos europeos de la étnica romaní (gitanos), los órganos de gobierno del proceso de integración regional han endurecido el discurso.

Sin embargo, el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy afirmó que continuará con las expulsiones de ciudadanos rumanos y búlgaros que no tengan en regla su permiso de residencia temporaria en suelo francés.

Sarkozy no hizo referencia a que la totalidad de los expulsados pertenecen a la misma minoría étnica, pero desde el ministerio del Interior francés se ha intentado desligar ambos temas, aduciendo que las deportaciones no están relacionadas con la colectividad gitana directamente, sino que se trata de un asunto reglamentario que sólo atañe a la documentación requerida por la legislación francesa para ingresar y permanecer en su territorio.

El tema sigue escalando posiciones en la atención de los medios de prensa y de las instancias políticas, tanto de los ejecutivos como del Europarlamento.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se solidarizó con la política migratoria del presidente francés, y otro tanto hizo Mariano Rajoy, jefe de la oposición de derecha al gobierno socialista español de José Luís Rodríguez Zapatero.

Los eurodiputados, por su parte, vistieron camisetas críticas a las expulsiones de gitanos en las sesiones del órgano legislativo continental, y la comisaria de Justicia de la Unión Europea, la luxemburguesa Viviane Reding, tuvo que dar marcha atrás después de haber comparado las expulsiones de Sarkozy con la de judíos y gitanos durante la Segunda Guerra.

A estos términos Sarkozy había respondido, con despecho, que si querían llevarse a los indocumentados a Luxemburgo, que lo hicieran. En estos términos de la confrontación, tras la celebración ayer de la cumbre ordinaria de la Unión Europea en Bruselas, Duráo Barroso tuvo un duro cruce con Sarkozy al defender a la comisaria Reding.

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MERKEL PIDE LA SUPERVISIÓN EUROPEA

Tras la mención a la expulsión de los judíos y gitanos durante la locura nazi de la segunda guerra mundial, lanzada por la comisaria de Justicia de la Unión Europea, la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, tomó la posta en el debate que ha centrado la cumbre de Bruselas y aseguró que el ejecutivo comunitario tiene el «derecho y la obligación» de supervisar el cumplimiento de la normativa emanada de los órganos del proceso de integración.

Tras sus declaraciones, el Consejo de Europa (el principal veedor de los derechos humanos en el Viejo Continente, que reúne a 47 miembros y no pertenece a la UE), solicitó la realización de una reunión de ministros para tratar, de una manera multilateral, de encontrar una solución conjunta al tema de la repatriación de gitanos.

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Hillary: comenzaron los temas fundamentales (16 09 10)

SEGÚN HILLARY, COMENZARON A TOCAR LOS TEMAS FUNDAMENTALES

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Las negociaciones palestino-israelíes siguen en Jerusalén

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La ciudad santa, y también una de las piedras angulares del principal conflicto político-religioso de Medio Oriente, fue sede ayer de la continuación de las conversaciones de máximo nivel entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmmoud Abbas, tras la primera jornada del martes en el balneario egipcio de Sharm el Sheik, avanzando en el cronograma trazado a principios de mes en Washington. Ayer, por primera vez Netanyahu recibió a Abbas en su residencia oficial en Jerusalén, lo que también fue interpretado como un síntoma de distención.

La Administración norteamericana se ha propuesto mantener la presión sobre ambos líderes, y monitorear la continuidad de los encuentros; así, la jefa de las relaciones exteriores estadounidenses, Hillary Clinton, también llegó ayer a la residencia de Netanyahu y se incorporó a la nueva ronda, tras haber sido la anfitriona en la capital norteamericana y –junto al presidente Hosni Mubarak- de la sesión desarrollada en Egipto. Clinton afirmó que en esta tercera oportunidad ya los mandatarios han empezado a tratar “lo esencial del asunto y a debatir cuestiones clave”.

Frente al profundo pesimismo que la opinión pública ha difundido sobre todo el proyecto, especialmente respecto de la meta de resolver los aspectos principales en un año, la secretaria de Estado de Barack Obama agregó que la voluntad de acuerdos concretos es “seria”, y que “éstos son los líderes”; por ambas razones la Casa Blanca seguirá auspiciando el proceso.

Para cerrar más los compromisos a niveles de actores involucrados, tras la reunión de la cumbre Clinton dialogó en su hotel con el primer ministro palestino, Salam Fayyad, quien busca crear las instituciones claves de un Estado Palestino para mediados de 2011, y con el canciller israelí, Avigdor Lieberman, de un partido religioso y ultraortodoxo que defiende a rajatabla a los colonos y se opone a la mínima concesión a los palestinos.

Desde los regímenes de la región, tanto la facción islamista Hamas, que gobierna en la Franja de Gaza, como el partido y milicia Hezbollah, que comparte el gobierno libanés, siguen declarando su abierta oposición a las conversaciones. Sin embargo, desde la Liga Árabe las posiciones críticas se han relativizado, concentrándose en el reclamo a Obama para que obligue a Israel a un “congelamiento total e inmediato de los asentamientos” judíos en Cisjordania.

La Liga Árabe, que representa a la mayoría de los países de Oriente Medio, solicitan a Washington que interceda en ese punto, que representa “un obstáculo peligroso para una paz justa y global”, y hacen un llamamiento a levantar el bloqueo sobre la Franja de Gaza y reabrir los pasos desde y hacia ese territorio.

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