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¿Hay riesgo de guerra nuclear en Medio Oriente? (11 11 11)

¿Hay riesgo de guerra nuclear en Medio Oriente?

por Nelson Gustavo Specchia

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La anécdota está en todos los diarios franceses: en la reciente cumbre del G-20 en Cannes, mientras esperaban el inicio de una conferencia conjunta, Nicolas Sarkozy conversaba con su colega Barack Obama sin saber que los micrófonos de los traductores ya se habían abierto. El objeto de la conversación privada entre los líderes era el premier israelí, Benjamín Netanyahu: “Estoy harto de él, no puedo ni verlo, es un mentiroso”, le dice Sarkozy; a lo que el americano contesta: “Si vos estas harto, imagínate yo, que debo tratar con él todos los días”. Los cambios de posición luego de haberse comprometido, los dobles raseros y la ambigüedad de sus promesas son, efectivamente, características que se mencionan hace tiempo del jefe del gobierno de Israel, y generalmente se han adjudicado a los equilibrios que debe hacer entre los sectores ortodoxos que integran su coalición, y las presiones –especialmente de su valedor, los Estados Unidos- para que atempere los impulsos de la derecha judía respecto del tema palestino y de los demás vecinos árabes. Pero, más allá de las censuras morales sobre la utilización de los dobles discursos en el juego político y del hastío y confusión que esas maniobras provocan entre sus pares, hay un conjunto de certezas en la postura del primer ministro israelí que no deja lugar a dudas. Entre éstas, su idea fija con Irán está en los primeros puestos. Desde que ocupara el Ejecutivo israelí por primera vez (entre 1996 y 1999), desde la conducción del Likud en la oposición luego, desde su cartera ministerial en el gabinete de Ariel Sharon, y desde su vuelta a la jefatura del gobierno en 2009, Bibi Netanyahu ha sostenido machaconamente que los planes nucleares de la República Islámica de Irán constituyen el principal riesgo externo del Estado de Israel, y que la única manera de conjurar ese peligro es atacando al régimen de los ayatollahs y destruyendo su camino hacia la bomba atómica.

Las acciones exteriores de la aviación judía contra supuestas plantas nucleares en la región registran antecedentes fuertes, como para no tomar a la ligera los planes de Netanyahu. En 1981, Israel bombardeó el reactor nuclear Osirak, diseñado por ingenieros franceses –quienes proveyeron también el uranio enriquecido que utilizaba- y construido en el centro nuclear Al Tuwaitha, cerca de Bagdad. Y el 6 de septiembre de 2007, Israel lanzó un ataque aéreo sobre Siria, para destruir lo que la inteligencia israelí consideró un reactor nuclear en construcción, que el régimen de los Al Assad habría estado construyendo con asistencia de Corea del Norte.

AMENAZAS NADA VELADAS

La retórica bélica constituye un dato cotidiano, tanto en Tel Aviv como en Teherán. Pero a esa manera ya regular de componer el discurso político, en las últimas semanas se han agregado algunos datos preocupantes, que hacen que aquellas veladas amenazas contra el vecino cobren corporeidad. Primero fue la denuncia de Washington, de que algunos sectores de los “halcones” del gobierno de Mahmmoud Ahmadinejad –la rama de los Al Quds de los Guardianes de la Revolución- estaban detrás de un confuso y novelesco complot para eliminar en los Estados Unidos al embajador saudita, Adel al Jubeir. Y menos de un mes después del supuesto complot, aparece el nuevo informe del Organismo de las Naciones Unidas para la Energía Atómica (OIEA), hecho público en Viena esta semana, donde se afirma que Irán está a las puertas de conseguir el arma nuclear, con un diseño propio, armado a partir de la compra de información y documentación a una red clandestina de material atómico. Según los técnicos del OIEA, las dimensiones militares del programa nuclear iraní ya son inocultables, desde el momento que, por ejemplo, incluye experimentos con explosivos especiales o el desarrollo de detonadores.

En este contexto, el discurso de Bibi Netanyahu a los altos mandos del Ejército israelí adquiere otra dimensión a la habitual retórica guerrera. En Tel Aviv, el diario Haaretz aseguró que Bibi ya cuenta con el apoyo a sus planes de ataque del cauteloso ministro de Defensa, Ehud Barak, además del siempre dispuesto a la guerra canciller Avigdor Lieberman. Entre los tres intentan convencer a los jefes del Ejército y de los servicios de inteligencia, quienes, según el mismo diario, de momento se opondrían. La reticencia del alto mando de las Fuerzas Armadas judías pasaría por la oposición de los Estados Unidos a apoyar una acción en ese sentido, y la advertencia pública de la OTAN, que ha manifestado que no tiene intención de intervenir en el conflicto.

Pero ninguna de esas posiciones puede considerarse definitiva, y entonces la pregunta que se ha instalado es si Israel –de quien se calcula posee unas 200 cabezas nucleares capaces de instalar en misiles de largo alcance- estaría dispuesto a lanzar un ataque en solitario a la República Islámica de Irán. Si esa pregunta se resuelve afirmativamente, como parece ser el caso, si las anunciadas represalias del régimen teocrático iraní instalarían un escenario de guerra nuclear en Medio Oriente. En ese extremo, de ninguna manera los Estados Unidos podrían permanecer al margen. ¿Estaría dispuesto Barack Obama a liderar una guerra atómica en el corazón del mundo árabe?

SEÑALES INSUFICIENTES

Sin embargo, y a pesar del escenario pesimista, yo considero que no hay elementos suficientes como para concluir que la coyuntura empujará a un nuevo conflicto armado a gran escala, al menos en el corto plazo. Esas señales que, a pesar de su presentación pública, dan espacio a la esperanza del mantenimiento de la paz, pasan por: (1) el peso de los informes multilaterales; (2) la relación de fuerzas entre las potencias; y (3) por la desestabilización global que una acción militar regional acarrearía.

En cuanto a los informes, aunque haya sido tan espectacular y mediático, el texto de la OIEA en realidad no aporta demasiados elementos nuevos, y vuelve a inscribirse en el largo tira y afloje que la agencia de la ONU tiene con Irán desde antes aún de la instalación del régimen de los ayatollahs, cuando el Shah de Persia, Mohammed Reza Pahlevi lanzó en los años ’70 un programa atómico para llegar a la bomba. La OIEA dice ahora, en el tan mentado informe, que Irán “tuvo” un programa de armas nucleares antes de 2003, lo que es obvio, y sólo agrega que “algunas actividades relevantes para la construcción de un dispositivo explosivo nuclear continuaron después de 2003, y alguna podría estar aún en marcha”. Una suposición demasiado vaga como para que constituya “casus belli”.

Respecto de las potencias, el tándem Nicolas Sarkozy-David Cameron ya ha salido a pedir una ampliación de las sanciones contra Irán por la vía del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El mismo paso que dieron –también a dúo- en relación a Libia, hace apenas unos meses. Pero ahora no será tan lineal: Rusia ya ha advertido que los resultados del informe de la OIEA no aporta datos concluyentes, y China –con el entramado comercial creciente que mantiene con Teherán- es un voto negativo seguro. Ambos gigantes, se recordará, tienen derecho a veto en el Consejo de Seguridad, esa vía está cerrada por el momento.

Y en lo que hace a la desestabilización regional, un ataque como el que Bibi clama contra las instalaciones iraníes no se compararía con las incursiones realizadas contra Irak y Siria en el pasado. Irán está mucho más preparado que Saddam Hussein y que Bachar el Assad, aquí no alcanzará un ataque puntual de la aviación israelí, sino que se requerirá un plan de ataque vasto y prolongado –más de un mes, seguramente- con consecuencias imprevisibles e inmanejables (entre ellas, que Irán saldría legitimado para armarse con la bomba atómica, después de haber sido atacado en su suelo). Y no hay, me parece, posibilidades de que Barack Obama, con la economía estadounidense en recesión y la carrera hacia la reelección presidencial ya comenzada, se implique en una aventura de ese tamaño, cuando a duras penas está logrando cerrar el capítulo de Irak y Afganistán, las dos guerras más largas y más caras de la historia americana.

De momento, considero que no habrá guerra; lo que no quiere decir que la tensión –especialmente la verbal- vaya a disminuir. Pero Bibi, en definitiva, es un mentiroso.

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[ Columna «Periscopio» –  Diario Hoy Día Córdoba – viernes 11 de septiembre de 2011]
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La violencia inter étnica vuelve a Pakistán (11 07 11)

Los pashtunes se enfrentan a los urdús por el control del puerto de Karachi        

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ISLAMABAD.- A los atentados suicidas y a los ataques contra los cuarteles de la Alianza Atlántica (OTAN), en la región Af-Pak, el corredor de frentes bélicos abiertos entre Afganistán y Paquistán, ha vuelto a sumarse esta semana los actos violentos entre las distintas comunidades étnicas y religiosas.

Los enfrentamientos entre las diferentes facciones también está relacionado con la débil estructuración social que dejan las fuerzas occidentales en el inicio de su retirada, tras la invasión de 2001 a Afganistán y el derrocamiento del régimen de los talibanes; y de la difícil situación de debilidad interna en que ha quedado el gobierno paquistaní de Asif Ali Zardari tras la acción comando del ejército norteamericano que ultimó, en los alrededores de Islamabad, al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden.

Desde organizaciones no gubernamentales de defensa de derechos humanos se informó el pasado fin de semana que al menos 98 personas perdieron la vida, y más de 150 habían resultado heridas, en un fuerte rebrote de los enfrentamientos inter étnicos en la ciudad de Karachi, el centro urbano más densamente poblado de Paquistán.

La ciudad, de más de dieciocho millones de habitantes, soporta desde la semana pasada el violento choque entre sus dos principales comunidades, y las fuerzas policiales se han visto desbordadas en el intento de frenar la violencia civil.

El gobierno de Islamabad ha anunciado que tomará “medidas drásticas”, y el viernes la policía admitió que había recibido la orden de disparar para frenar los grupos de hombres armados en los barrios más conflictivos del puerto de Karachi.

Los enfrentamientos comenzaron el martes pasado, entre la comunidad mayoritaria –que se distingue por el origen y la utilización de la lengua urdu- y la colectividad pashtún, numéricamente minoritaria en la ciudad pero de gran relevancia a nivel de la élite gubernamental del Estado, como también de la integración de Al Qaeda.

El enfrentamiento entre ambas etnias, tanto por motivos de interpretación religiosa como de integración sectaria, es de antigua data, pero se ha agravado en los últimos tiempos, precisamente por la participación de miembros de ambos sectores en la red de Al Qaeda y en las milicias talibanes.

Los enfrentamientos de esta semana, que se desencadenaron, al parecer, por el asesinato de un líder pashtún, también apuntan a determinar qué grupo ejercerá mayor influencia en la ciudad, uno de los principales polos financieros del país.

En lo que va del año, se han registrado hasta 1.138 muertes en la ciudad, a causa de los enfrentamientos étnicos y religiosos.

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La vuelta de los talibán (07 07 11)

Los talibán recuperan fuerza y niegan conversaciones de paz

En Europa admiten que la guerra necesita una “solución política” que le ponga fin        

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ISLAMABAD, KABUL.- Después de la violenta jornada del lunes, cruzada por atentados suicidas en Pakistán y una nueva avanzada de los talibán contra las tropas de la Alianza Atlántica en Afganistán, las acusaciones cruzadas entre las dirigencias locales y nuevas desavenencias con los altos mandos de las potencias ocupantes agravan los frentes bélicos de Asia Central.

A esta complicación interna se suma, además, una reconsideración política de algunos de los países aliados que integran las fuerzas militares de ocupación, que podrían adelantar los plazos anunciados de repliegue y terminar con su presencia en la región.

En la frontera entre ambos países, en la región montañosa semiautónoma de Waziristán, la lealtad las autoridades impuestas por las potencias occidentales y al tradicional sistema tribal vuelve a tensarse, ocupando éste otra vez el lugar de preeminencia en la distribución del poder local que tenía antes de la invasión de 2001.

En la víspera, grupos de milicianos –en un número de 600 según las autoridades regionales paquistaníes- lanzaron un ataque desde el lado afgano de la frontera, en Waziristán del Norte, contra poblaciones ubicadas en territorio de Pakistán y administradas por dirigentes fieles al gobierno de Islamabad, sostenido aún por las fuerzas estadounidenses de ocupación.

Los guerrilleros talibán atacaron los municipios fronterizos de Nusrat Dra y Jaro, en la región de Alto Dir, y se enfrentaron al ejército regular paquistaní y a las milicias progubernamentales.

Ante el ataque desde el lado afgano de la frontera, grupos de simpatizantes de los talibán residentes en Pakistán se sumaron al enfrentamiento al ejército regular, poniendo en evidencia que las lealtades de los diferentes grupos obedecen a criterios diferentes a los que sostienen a las administraciones estatales.

Las autoridades admitieron que han muerto, sólo en el último mes, 55 soldados paquistaníes en enfrentamientos con la insurgencia en la frontera, y acusan al gobierno de Kabul de dar refugio a estos milicianos, o de no hacer suficientes esfuerzos en perseguirlos.

En realidad, la administración afgana del presidente Hamid Karzai dispone de muy limitados recursos para enfrentar a la guerrilla fundamentalista islámica, y éstos se concentran en los aportes militares de las tropas de la OTAN y de los demás ejércitos aliados que se dividen la geografía del país.

Pero tampoco Karzai ha tenido una buena relación con los ocupantes en los últimos meses, las muertes civiles por el “fuego amigo” de la OTAN lo empujaron a criticar abiertamente la metodología de ataques selectivos de la aviación aliada, que forzó la disminución de operaciones nocturnas contra los supuestos refugios de los talibán.

Pero este cambio táctico llevó, a su vez, a una renovación de las actividades de la guerrilla, que esta misma semana causó la muerte de cuatro soldados de la Alianza Atlántica y de un militar australiano.

Los fortalecidos talibán, además, han asegurado que no mantendrán ningún diálogo con las potencias ocupantes.

Vuelta a casa

El anuncio del presidente estadounidense, Barack Obama, de que el ejército de su país iniciaba un “retiro escalonado” de Afganistán, ha acelerado también los cronogramas de vuelta a casa de los demás aliados que participaron en la invasión de 2001 y el derrocamiento del régimen talibán.

El martes, Canadá anunció que esta semana concluye su misión de combate, y deja la responsabilidad de seguridad en el distrito afgano de Kandahar, hasta ahora a cargo de su Regimiento XXII; y hoy transferirá el control de los distritos de Panjwai y Dand.

Canadá ha perdido más de 157 efectivos en la guerra afgana, el tercer país con un balance de bajas más elevado, detrás de EE.UU. y Reino Unido.

Precisamente, Londres confirmó ayer que también retirará 500 soldados del frente afgano antes de fines de 2012. Reino Unido, el principal aliado de Washington en Asia Central, tiene 9.000 militares en la región.

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Jornada trágica en los frentes de guerra de Asia Central (06 07 11)

La retirada del ejército norteamericano no disminuye la conflictividad        

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BAGDAD, KABUL.- Los frentes bélicos abiertos en Asia central no logran atenuar el nivel de violencia en la región, a pesar de las estrategias ensayadas por la Administración Obama y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los dos principales actores externos intervinientes.

Washington ha comenzado un retiro escalonado de los frentes asiáticos, entregando las funciones de seguridad a los nuevos escuadrones policiales internos, tanto en Irak como en Afganistán.

Sin embargo, la alta desestructuración social en que los invasores dejan a estos países, los enfrentamientos entre las ramas del Islam, y la capacidad ofensiva de los talibán en las zonas montañosas, siguen provocando cruentos episodios de violencia.

En la víspera, un doble atentado con explosivos en las inmediaciones de la capital iraquí dejó un tendal de -al menos- 40 muertos, mientras tres ataques sucesivos en la región oriental de Afganistán provocaron la muerte de cuatro soldados de la OTAN, y otra baja en un militar de las fuerzas australianas desplegadas en esa zona.

Mientras el atentado iraquí fue adjudicado a la guerrilla insurgente sunnita, las bombas que mataron a los soldados de la OTAN forman parte de una nueva avanzada talibán en el Este afgano.

El atentado de las cercanías de Bagdad se produjo en Tayi, una barriada mixta de sunnitas y chiítas que fue hasta hace poco tiempo un campo de batalla de Al Qaeda, un escenario de fuertes enfrentamientos entre radicales de ambas confesiones musulmanas, y un asentamiento del Ejército de Al Mahdi, una facción chiíta.

El ataque se ejecutó con una mecánica ya usual en la insurgencia interna iraquí, estrellando un coche cargado con explosivos contra un edificio de oficinas públicas (un registro civil y la municipalidad de Tayi), en un horario donde ambas dependencias estaban llenas de civiles realizando trámites, y de autoridades locales.

Según los partes médicos del hospital bagdalí de Kadhimiya, hasta la tarde de ayer se contabilizaban 40 fallecidos y más de medio centenar de heridos.

Los cinco militares occidentales caídos en Afganistán, además, se suman a los 280 soldados extranjeros muertos en el frente afgano en lo que va del año.

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Nuevo «error» de la OTAN: 12 niños muertos (30 05 11)

Un ataque de la OTAN mata a 12 niños en Afganistán

Un error en la localización hace caer las bombas sobre la población civil   

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KABUL.- Las dificultades para identificar claramente los grupos insurgentes del talibán en medio de la población civil volvieron a provocar ayer una matanza en la zona sur de Afganistán, cuando un ataque aéreo de la Alianza Atlántica cayó sobre dos viviendas repletas de civiles y mató a 12 niños y dos mujeres.

Otros tres pequeños fueron heridos de gravedad en el mismo ataque, según confirmaron fuentes gubernamentales de la provincia de Helmand. El ataque de los aviones de la ISAF, la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (la denominación del conjunto de tropas internacionales que participan junto al ejército norteamericano en la guerra afgana), se lanzó a pedido de una base de los marines estadounidenses que estaba siendo atacada por comandos talibanes, informó el comando de la OTAN.

La muerte de civiles como consecuencia del “fuego amigo” de la Alianza Atlántico es uno de los principales puntos de tensión entre los ocupantes y el gobierno provisorio del presidente Hamid Karzai, que ha protestado formalmente en varias oportunidades.

En un comunicado oficial, Karzai, que se encuentra de visita en Turkmenistán, anunció que ha pedido a su ministerio de Defensa que ponga fin a las operaciones “no coordinadas” y que asuma el control de las acciones nocturnas, después de calificar la acción militar de ayer como un “homicidio” que viola “valores humanos y morales”.

Apenas un día antes, el sábado, el gobierno de Karzai había emitido otro comunicado, a raíz de la muerte de 20 civiles en un ataque de las fuerzas de la coalición en la provincia del Nuristán, en el que ya había expresado “preocupación” por las operaciones de las tropas occidentales lanzadas sin coordinación con el ejército local.

Esta preocupación del Ejecutivo de Karzai es de orden interno: la semana pasada se registraron movilizaciones de protesta contra las incursiones nocturnas de la OTAN, que se saldaron con doce muertos y más de 80 heridos en enfrentamientos entre manifestantes y la policía.

En realidad, y más allá de las declaraciones y de las explicaciones técnicas sobre los errores, el principal problema desde el inicio de la guerra ha sido la dificultad de identificar claramente a los talibán del resto de la población civil, lo que ha llevado a que las bajas entre civiles no combatientes haya sido un elemento recurrente en el combate. Esto ha terminado deslegitimado al gobierno de Kabul, instalado y mantenido por la presencia de la OTAN en el territorio afgano, y ha llevado a la alta impopularidad de las tropas occidentales.

El comando de la ISAF admitió la muerte de los niños, y anunció el envío de una comisión de investigación a Helmand. En julio próximo comenzará la transferencia de responsabilidades de combate al ejército local, en el plan de retiro de las tropas internacionales, que debe cumplirse antes de fines de 2014.

Mientras tanto, la insurgencia talibán se ha fortalecido, tras la muerte de Osama ben Laden ha lanzado continuos ataque de venganza, y anunció este mes el inicio de una “ofensiva de primavera” contra las tropas de la ISAF y contra el gobierno de Kabul.

Según la misión de la ONU en Afganistán (UNAMA), 2.777 civiles murieron violentamente el año pasado, lo que supone un aumento del 15 respecto de 2009.

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«Menos legitimidad, menos seguridad» Entrevista de Luis Zegarra para el diario Puntal (08 05 11)

«tras la muerte de bin laden, el mundo es más inseguro»

Entrevista a Nelson G. Specchia, por Luis Zegarra

(para el diario Puntal)

http://www.puntal.com.ar/v2/article.php?id=69753

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La hija de Osama: Lo capturaron vivo (05 05 11)

La Casa Blanca acumula críticas por el asesinato de Ben Laden

Una hija del terrorista afirma que fue apresado vivo y ejecutado a sangre fía

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WASHINGTON, LONDRES.- Al tercer día del anuncio de la muerte del fundador de la red yihadita de Al Qaeda, poco quedaba ayer del tono de victoria y festejo con que la noticia fue presentada por Barack Obama.

Por el contrario, las críticas a la actuación de una unidad comando de los Marines norteamericanos, y la decisión de ultimar al líder terrorista en lugar de apresarlo, han crecido en las últimas horas, tanto por las respetables figuras que han salido a condenar el accionar arbitrario de la potencia hegemónica global, como de la índole de las argumentaciones, que pasó del plano político para alcanzar también los niveles jurídicos, lo que puede terminar afectando las relaciones bilaterales con Washington.

En Europa se tildó de “ejecución sumaria extrajudicial” la muerte de Osama ben Laden; además de la opinión del ex canciller alemán Helmut Schmidt, que viene sosteniendo que se trató de una “clara violación de la ley internacional” al desconocer la soberanía paquistaní, asesinar a Ben Laden, tomar su cuerpo y arrojarlo al mar.

A esta postura se sumó también el jurista australiano experto de la ONU, Geoffrey Robertson. A la posición del presidente norteamericano, que había sostenido que la acción militar constituía un hecho de “justicia reparadora”, Robertson afirmó: “Eso no es justicia. Es una perversión del término. La justicia significa llevar a alguien ante la corte, hallarlo culpable en base a evidencias y sentenciarlo”.

En el mismo sentido su colega, el reconocido jurista holandés Gert-Jan Knoops, sostuvo que no se trató de un acto de guerra, donde un enemigo puede ser eliminado, “este argumento no se sostiene”, añadió. Ben Laden “fue sometido a una ejecución sumaria, un asesinato a sangre fría”, concluyeron los expertos.

A las opiniones de los líderes políticos y de los juristas internacionales, comenzaron a sumarse también algunas voces de religiosos musulmanes.

El influyente imán hindú Syed Ahmed Bukhari dijo ayer que Ben Laden podría haber sido fácilmente apresado, pero que en lugar de eso, prefirieron asesinarlo. El religioso acusó al gobierno norteamericano de “promover la ley de la selva, ya sea en Afganistán, Irak, Pakistán o Libia”, y en una advertencia que sonó a reto sostuvo que la indignación de los musulmanes “ha cruzado el límite”.

Estas declaraciones se reavivaron luego de que una hija del líder de Al Qaeda, de 12 años de edad y detenida por la policía paquistaní tras el asalto del grupo comando norteamericano, relató a las autoridades que su padre fue capturado con vida por los Marines que asaltaron la casa, y luego fue ejecutado delante de su familia.

Posiblemente por ese mismo hecho, el presidente Obama, con rostro consternado, anunció ayer su decisión de no dar a conocer públicamente las fotografías y videos de la operación en los alrededores de Islamabad.

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Obama: recuperar la magia (27 01 11)

Barack Obama recupera la iniciativa política en un país decaído

Crecimiento, innovación y educación, las claves de salida en Estados Unidos

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“Es verdad, nosotros hacemos grandes cosas”, con frases como esta, que apelaron a los valores más profundos de la idiosincrasia estadounidense y –al mismo tiempo- a acciones concretas de un plan de gobierno, el presidente Barack Obama relanzó anoche, en su discurso anual del Estado de la Nación, su gestión al frente de la Casa Blanca.

Los analistas coincidían en que el discurso apuntó a capitalizar la imagen de liderazgo tras la matanza de Arizona, enviar un mensaje de esperanza de salida de la crisis, y preparar el camino a una reelección en 2012.

Con una vuelta a la oratoria que lo hizo famoso, Obama propuso un plan para “ganar el futuro”, que debería concentrarse en el crecimiento económico. Una expansión que se asentará en la innovación, la educación, el ahorro y la unidad.

Estos puntos estratégicos requieren de “políticas de Estado”, para lo cual el presidente llamó a que ambos partidos trabajen con “responsabilidad”. Los representantes interrumpieron el informe con cerrados aplausos, especialmente desde la bancada del oficialismo demócrata –que tras las elecciones de noviembre pasado perdió la mayoría en la Cámara Baja- y por algunos legisladores republicanos, especialmente cuando Obama hacía referencia a los cambios que deberá enfrentar la estructura burocrática, y a “congelar el gasto anual para los próximos cinco años a partir de este año” para contener el déficit público, que ya supera los 1,3 billones de dólares.

Escoltado en la tribuna por el vice presidente, Joe Biden, y por el nuevo jefe de los diputados, el republicano John Boehner, el mandatario volvió a ratificar los rumbos de la política exterior, que no innovan el libreto de la primera mitad de su gobierno: retiro de Irak, próximo fin de la guerra en Afganistán, sanciones a Irán por su programa nuclear, presiones a Corea del Norte, apoyo a Israel, alianza estratégica con la Unión Europea; (América latina seguirá siendo un área marginal en la agenda del Departamento de Estado en los próximos dos años).

En definitiva, una presentación optimista que apeló a renovar el espíritu emprendedor de los padres fundadores del país, con inyección de esperanza pero al mismo tiempo con cautela. Barack Obama se presentó al mundo como un líder que ha aprendido de la gestión, más ubicado en el centro del espectro ideológico, sin grandes ni arriesgadas propuestas, por sobre las divisiones partidarias, pragmático y concentrado en recuperar el “sueño americano” y la posición de potencia hegemónica de su país.

Esta será la estrategia con que enfrentará en los próximos dos años la posibilidad de un segundo mandato.

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Biden pasa, Al Qaeda saluda (12 01 11)

Los talibán muestran su fuerza al paso de Joe Biden por Oriente

La visita del vicepresidente estadounidense reactiva la violencia insurgente

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ISLAMABAD, KABUL.- La retirada completa del ejército norteamericano del territorio paquistaní sigue planteando serias dificultades, debido a la debilidad intrínseca del gobierno de alianza entre los diversos partidos de confesión chiíta, y la insurgencia rebelde, cuyos actos de violencia terrorista en la pelea por el escenario político parecen lejos de estar controlados.

En la víspera, y coincidiendo con la presencia en Pakistán del vicepresidente estadounidense, Joe Biden, un nuevo atentado suicida se cobró 18 víctimas mortales, hiriendo gravemente a otras 15 personas.

Biden se encuentra en Islamabad precisamente para dialogar con los líderes políticos que se han integrado a la transición propuesta por la Administración demócrata, a quienes ofreció aumentar la cooperación bilateral –en ayuda militar y en aportes económicos- para que los efectivos locales se hagan progresivamente cargo del control de los grupos rebeldes islámicos.

Significativamente, mientras en la capital Biden se reunía con el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari; el primer ministro, Yusuf Raza Gilani, y el general en jefe del ejército, Ashfaq Pervez Kayani, la insurgencia sunnita volvía a mostrar su poder con un atentado en la ciudad de Bannu.

Los objetivos del atacante suicida fueron esos nuevos cuerpos de policía, en los que el ejército norteamericano planea depositar la defensa paquistaní tras la retirada, y que integran agentes locales entrenados por los militares estadounidenses que permanecen en territorio tras la primera fase de repliegue ordenada por el presidente Barack Obama el año pasado.

El terrorista hizo chocar el automóvil que conducía, cargado de explosivos, contra la comisaría de Bannu, en el noroeste del país.

El vicepresidente estadounidense llegó a Pakistán procedente del vecino Afganistán, en una gira considerada “estratégica” por la Casa Blanca para la recomposición de relaciones en la inestable zona de Oriente Medio.

Tras el paso de Biden por Kabul, ayer las tropas de la alianza occidental que ocupa el país sufrieron un duro golpe, con la muerte de 5 soldados en estallidos y ataques de los insurgentes talibán.

Junto a los efectivos militares, las autoridades reportaron la muerte de 4 civiles y más de 30 heridos en diversos atentados. El mando de la Alianza Atlántica (OTAN) en Afganistán confirmó que cuatro soldados murieron en el este afgano, tres de ellos por la explosión de una bomba y otro en un ataque rebelde.

Un quinto efectivo falleció por un estallido en el Sur, donde Estados Unidos desplegó el año pasado 30.000 soldados de refuerzo. Desde 2001, la OTAN mantiene unos 140.000 efectivos en suelo afgano.

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Oriente: el año más cruento (13 12 10)

LAS GUERRAS EN ORIENTE CIERRAN EL AÑO MÁS SANGRIENTO DESDE LA INVASIÓN

Bajas en la OTAN y más de 40 insurgentes talibán muertos el fin de semana

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A pesar de la promesa del presidente norteamericano, Barack Obama, de comenzar el retiro de sus tropas del territorio afgano en julio próximo, la violencia no remite en la zona.

Durante este fin de semana, un nuevo ataque rebelde en el sur de Afganistán causó la muerte a seis soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), la denominación de los efectivos conjuntos de la OTAN, que invadió el país y derrocó el régimen islámico de los talibán en 2001.

La muerte de los soldados occidentales termina por dibujar un año especialmente cruento para la actuación militar de la OTAN; durante 2010 se han contabilizado las bajas de 686 soldados de los diferentes países que componen la ISAF, bajo el mando centralizado estadounidense, lo que termina arrojando un saldo de bajas totales de 2.260 militares desde la invasión.

Mucho más difícil es contabilizar las muertes entre la población civil que soporta la carga del conflicto, aunque podrían multiplicar por diez las bajas militares: un reciente informe de las Naciones Unidas (ONU) calcula que 2.412 civiles han perdido la vida en Afganistán solamente durante el año 2009.

El pasado mes de noviembre, la cumbre de la alianza atlántica, celebrada en Lisboa, acordó adoptar la decisión de retirada que había planteado oportunamente el presidente Obama.

En Lisboa, por ello, se anunció el fin de las operaciones de combate y la entrega de la responsabilidad en la pacificación del país y la seguridad interna a las fuerzas afganas para el año 2014.

La inestable situación interna, sin embargo, a la par del recrudecimiento de las acciones de ataque por parte de grupos afines a los talibán, ponen en duda el cumplimiento del calendario de retirada de las fuerzas occidentales.

En el intento de neutralización de los nuevos ataques, la ISAF lanzó diversas operaciones de “aclarado” (ataques selectivos a núcleos insurgentes), informando de más de 40 talibanes abatidos en el este y el sur de Afganistán durante el fin de semana.

Por otro lado, tampoco la posguerra en Irak termina por encausarse. Ayer, al menos 20 civiles resultaron muertos en tres atentados terroristas.

Los ataques apuntaron a grupos de chiítas, con dos atentados principales en la ciudad de Ramadi que han sido adjudicados a la insurgencia sunnita.

Los sunnitas, que ocuparon el poder durante la dictadura de Saddam Hussein, se han visto relegados por la mayoría chiíta, que con muchas dificultades intenta formar gobierno tras la retirada norteamericana del suelo iraquí.

INFORMACIÓN CARA

En medio del mayor escándalo por la filtración de documentos clasificados de la diplomacia estadounidense, el diario The New York Times publicó en su edición de ayer que el gobierno utilizó durante años los servicios de espionaje de un informante afgano, Hajii Juma Khan, que ha terminado revelándose como uno de los mayores narcotraficantes del país asiático, donde el comercio de flores de amapola –y sus derivados de opio, morfina y heroína- financia la insurgencia talibán.

La noticia de que uno de los barones de la droga afgana había logrado confundir tanto a la CIA como a la DEA estadounidense (las agencias dedicadas al espionaje y al control del narcotráfico, precisamente) ha caído como un nuevo balde de agua fría sobre el resentido gobierno de Barack Obama.

Además de que la información suministrada por Juma Khan fue costosísima, seguramente obstaculizó la estrategia militar de la OTAN sobre el territorio dominado por los talibán.

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