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Un heredero bien alimentado (23 12 11)

Un heredero bien alimentado

por Nelson Gustavo Specchia

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La vida y la historia se encargan de recordárnoslo a cada paso: no hay dictadores eternos, y hasta el más férreo, aislado y cerrado sistema termina horadado por las mismas fuerzas centrípetas que intentaron hacerlo inmune al mundo exterior. Parecía eterno, pero, claro, Kim Jong-il no lo era. Y habrá que ver cuánto más puede resistir el régimen de Corea del Norte cerrado a cal y canto. Muerto el “amado líder” –como se hacía llamar con desparpajo oriental- presumiblemente de un ataque al corazón, tras los múltiples achaques y dolencias que la afición al cognac añejo le habían dejado, todos los símbolos de la dictadura se orientaron a minimizar el golpe y a intentar seguir creyendo que la burbuja norcoreana puede permanecer indeleble al tiempo y al espacio circundante.

Demoraron la noticia de la muerte del dictador durante horas, hasta que la camarilla en el vértice de la pirámide tuvo todas las seguridades; recién entonces vistieron al segundo Kim con el uniforme caqui que usó durante 17 años y lo cubrieron con una sábana roja dentro de un ataúd de cristal. Sin una distinción, una charretera, un bastón de mando ni ningún otro símbolo externo de poder: la fascinación de los autócratas de otras partes del mundo por los entorchados, como los coloridos uniformes de Khaddafi o del ugandés Idi Amín Dadá, o la colección maniática de ribetes, cintas y medallas que llegó a atesorar el dominicano Rafael Leonidas Trujillo, en Oriente mutan por el silencio indumentario. Mao impuso la tendencia: a mayor concentración de poder, la liturgia comunista impone un vestido escueto, amorfo, demodé.

Además del vestido, la élite norcoreana también cuidó el aposento final del “amado líder”. El catafalco transparente con su cadáver fue depositado en el palacio Kumsunsan, donde también reposa el otro féretro venerado: el que contiene la momia de su padre, Kim Il-sung, fundador de la nominalmente República Popular Democrática de Corea, y de la dinastía que la viene gobernando desde el fin de la segunda Guerra Mundial y la expulsión de los invasores japoneses.

Y el tercer símbolo de que el quiebre de la muerte del jefe no implicará ningún cambio en el sistema llegó con el heredero. Respaldado por la Comisión Militar Central; por los líderes del Partido del Trabajo; por su tío Jang Song-taek; por el mariscal jefe del Alto Estado Mayor de las fuerzas armadas, Ri Yong-ho; y por su tía Kim Kyong-hui (la hermana del difunto, y única mujer general del Ejército), el rollizo Kim Jong-un, de 29 años, llegó a los pies de la urna de cristal y rindió un tributo que fue, al mismo tiempo, la señal de la continuidad del régimen en su persona. Por cierto, el joven Kim no ha hecho ni el servicio militar, pero ante los achaques de su padre, también él este año ha sido rápidamente ascendido a general.

UN PAÍS, UNA PECERA

Mientras miraba por los canales internacionales los ceremoniosos símbolos con que la casta gobernante intenta fijar la perpetuación del régimen, pensaba que la urna de cristal en que pusieron a Kim Jong-il también podría funcionar como metáfora del país entero. Una metáfora de aislamiento enfermizo, que ha llevado a que todo un pueblo permanezca, generación a generación, encerrado en una pecera, como hoy el cadáver de su autócrata. En el terreno de las cuentas largas de la historia, la política coreana se ha desarrollado en una tradición inmovilista. El rey Silla unificó las diversas tribus de la península hacia el año 676, y le imprimió desde aquellos tiempos fundacionales una vocación de cierre, de claustro. Durante más de cinco siglos, la dinastía Joseon (1392-1910) mantuvo esa idea de pureza que vendría del aislamiento, que llevó a los viajeros europeos de los siglos XVIII y XIX hablar de Corea como el “reino ermitaño”. El Imperio del Japón invadió la península en su programa expansivo, y la dominación invasora mantuvo el aislamiento durante los 35 años que duró. Tras la derrota del Eje, en la división del nuevo mundo bipolar que aparecía y que dominaría toda la segunda mitad del siglo XX, Roosevelt acordó con Stalin la partición de la península en dos áreas de influencia, cortadas por el paralelo de 38º: en el norte los soviéticos y en el sur los estadounidenses.

En la mitad comunista, el primero de los Kim se fue haciendo fuerte desde 1945, generó un grupo de militares afines, y cinco años más tarde lanzó un ataque al sector sur, para terminar con la artificial partición en dos mitades y reunificar el país bajo su mando. La reacción norteamericana, con el apoyo de las Naciones Unidas, internacionalizó el conflicto. Y apareció China, como el gran valedor del régimen del norte, una posición que sigue manteniendo hasta hoy. La Guerra de Corea (aquella que popularizó la serie M.A.S.H., con Alan Alda) fue la primera gran experiencia de la tensión que generaba el mundo dividido en dos polos antagónicos: la Guerra Fría, que impedía el enfrentamiento directo entre soviéticos y norteamericanos, se calentaba en los bordes de la periferia. Más de dos millones de muertos y tres años después, se terminaban las hostilidades (aunque no la guerra, ya que nunca se ha firmado un armisticio), y todo volvía al paralelo de 38º. Y nuevamente los coreanos (sólo los del norte, esta vez) a aislarse más y más del mundo.

La pecera de los Kim ha mantenido a ese pueblo (se calculan unos 25 millones de personas) ignorantes de lo que haya más allá de la frontera, con la única excepción de las novedades provenientes de China, el gigante vecino y amigo. La filosofía del trabajo y de la resignación son la moneda corriente, sólo hay un canal de televisión, apenas algunas radios (que deben conectarse a una única estación central para pasar los noticieros), y aún menos diarios y revistas. Obviamente, no hay acceso a Internet, y los teléfonos celulares –además de estar estrictamente prohibidos- no tienen cobertura.

Pero esa pecera, ese territorio casi de ficción, además pasa hambre. Porque los terrenos ricos para la agricultura quedaron al sur del paralelo de 38º.

HERENCIA DE HAMBRE

El cierre a cal y canto del régimen no sólo es una ignominia jurídica. Además del derecho internacional, la situación humanitaria de Corea del Norte es crítica. Y ya que empecé esta columna hablando de símbolos contradictorios, lo bien alimentado que aparece el heredero de la dinastía Kim, con sus cachetes llenos y sus kilos de sobrepeso, es una cruel afrenta para un pueblo que pasa hambre, literalmente. Organizaciones no gubernamentales, como Amnistía Internacional, llevan años denunciando que a las torturas y a las ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por el régimen de Pyongyang, se les suman las hambrunas crónicas como la principal causa de muerte en el país.

A principios de este mes de diciembre, Amnistía lanzó una campaña denunciando la existencia de seis campos de concentración en Corea del Norte, que alojan a más de 200.000 presos políticos, incluyendo niños, ya que la represión alcanza a toda la familia de los acusados. Los campos (oficialmente denominados “de reeducación”) son inmensas tumbas abiertas, donde han perecido más de 400.000 norcoreanos en los últimos 30 años, según un informe firmado en 2006 por el ex presidente checo Václav Havel. De una autoridad moral indiscutible, el dossier de Havel es una sucesión de narraciones de horror: de cómo el régimen mata a los presos de hambre, de cómo los torturan a golpes hasta que se le saltan los globos de los ojos, de cómo los utilizan para experimentos químicos en cámaras de gas, y otros detalles de tortura que serían poco creíbles inclusive en una novela de ficción.

La FAO, la organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, calcula que desde mediados de los años noventa las hambrunas van matando a dos millones de norcoreanos, y entre este año y el que viene, otros cinco millones estarían en riesgo de grave escasez de comida.

Ese régimen es el que ha escenificado su continuidad contra cualquier alternativa de modificación, por mínima que fuera, en el libreto del aislamiento y la cerrazón. El presidente chino, Hu Jintao, siguiendo la tradicional línea estratégica de aseguramiento de fronteras del gigante asiático, se apresuró a saludar la llegada del gordo heredero Kim Jong-un, y de manifestar su respaldo a un gobierno presidido por él. Los norteamericanos no se atreverían a ir más allá de su apoyo al gobierno de Corea del Sur, con sus 28.000 “marines” estacionados en Seúl; se conforman con que Pyongyang acepte frenar su peligroso programa de enriquecimiento de uranio.

No hay dictadores eternos, pero por el momento, mientras los grandes juegan al TEG con los misiles y las fronteras, por debajo los coreanos seguirán muriendo de hambre, liderados por el gordo Kim.

 

[Hoy Día Córdoba – Periscopio  – Magazine – viernes 23 de diciembre de 2011]

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Assad, herido y acorralado (18 11 11)

Assad, herido y acorralado

por Nelson Gustavo Specchia

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Uno de los lugares comunes de la literatura de caza mayor, sostiene que pocas cosas encarnan más peligro que una gran bestia herida, a la que se le han bloqueado las vías de escape. En ese momento, un tigre, por ejemplo, se convierte en una perfecta máquina asesina. Es muy difícil en estos días no apelar a ese símil al analizar el callejón sin salida en el que, en un retroceso y en un asilamiento creciente, el régimen sirio de Bachar al Assad se ha ido encerrando.

Y la violencia de la represión gubernamental ya acusa esos golpes a la desesperada. La Unión Europea ha inmovilizado los dineros del clan gobernante colocados en los bancos de sus países miembros, y ha incluido en listas negras a casi todos los personajes relevantes del régimen. Menos explícitamente, pero con el mismo resultado, los países árabes de la región han cerrado las puertas a una posible salida del grupo hacia un exilio dorado. A pesar de que siguen colocando trabas a nuevas sanciones globales o a iniciativas de fuerza con participación multilateral, ni Rusia ni China admitirían tampoco a las principales cabezas del clan de los Al Assad para brindarles guarida. Al callejón del aislamiento sólo le quedan dos débiles ventanucos: Irán y Líbano; pero sería muy difícil que los gobernantes sirios optaran por alguno de estos dos países para establecer una nueva residencia tras el abandono del poder, porque en ninguno de los dos tendrían garantías suficientes de un futuro sin persecuciones. En el vecino del Sur, los largos años de subsidios de Al Assad al Hezbollah le aseguran la fidelidad del partido-milicia, pero el resto del mosaico libanés los odia visceralmente; y su laicismo modernista tampoco cuaja demasiado con la teocracia de los chiítas iraníes. Por lo demás, tanto Mahmmoud Ahmadinejad como los líderes del Hezbollah quedaron atrapados en sus contradicciones respecto de las revoluciones de la “primavera árabe”: apoyaron todos los alzamientos contra las tiranías en el Magreb y en Oriente Medio, mientras éstos se dirigían contra regímenes afines a Occidente (Túnez, Egipto, Marruecos, Bahrein e inclusive Libia), pero decretaron el inmediato fin de su apoyo cuando la “primavera árabe” llegó a las costas del acorralado tigre sirio.

El extremo aislamiento de los Al Assad, y las heridas ya insalvables que los alzamientos populares y la resistencia de la oposición política siria les han asestado, sólo habilitan la consideración de dos escenarios de corto plazo: una negociación que les permite abandonar el poder con las garantías suficientes, o la guerra. Y mientras esta alternativa termina de tomar forma, las calles de Damasco se siguen cubriendo de sangre, cada día más brutalmente.

ENTRE DOS FUEGOS

Como en todos los procesos políticos con resolución violenta, la principal víctima es la población civil; tanto de Damasco, Deráa, Hama, Homs y otras ciudades, como de las áreas rurales consideradas por el régimen como “focos de oposición”. La metodología represiva ordenada por Bachar el Assad, sin prácticamente ningún atenuante ni discriminación, fue horadando inclusive la obediencia al interior de las fuerzas armadas, que desde hace semanas viven un continuo desgranamiento y huída de efectivos, que comenzó cuando los uniformados se negaron a disparar a sangre fría a campesinos que huían de la represión oficial cruzando la frontera con Turquía. Estos soldados y oficiales desertores han sido cooptados por el liderazgo de la oposición política clandestina, y junto con voluntarios civiles, se han organizado en el denominado Ejército Libre de Siria, al que se le calculan ya varios centenares de efectivos y que –como se vivió con los rebeldes de Bengazi en Libia- constituye el germen de la oposición armada al hasta ahora incuestionado monopolio estatal.

Pero esta situación vuelve a dar una nueva vuelta de tuerca sobre la seguridad de la población civil, que ahora no sólo sufre los embates de las fuerzas regulares, sino que se ve aprisionada entre dos fuegos, entre las fuerzas de seguridad oficiales y un ejército rebelde que en las últimas horas se ha armado de valor como para –inclusive- atacar a un cuartel del ejército sirio. La osadía de los rebeldes se acrecentó a partir de esta semana, cuando el lunes ultimaron en una emboscada a 34 militares gubernamentales en Deráa, el mismo día que entre los opositores se contaron más de cincuenta muertes por la represión oficial.

La Liga Árabe, una organización fundada por Siria –y que ha recibido una parte sustancial de su financiamiento de las prebendas de los Al Assad- decidió esta semana también despegarse de uno de sus miembro más conspicuos, y lo hizo alegando la fragilidad de la protección a los civiles y las mentiras de Bachar. El presidente se había comprometido el 2 de noviembre, frente a los embajadores de la Liga Árabe, a retirar las tropas de las ciudades y aflojar la represión. Sin embargo, desde principios de mes la violencia de las fuerzas del Estado no ha hecho sino aumentar, y se calculan más de tres centenares de muertes desde entonces; si así fuese, los muertos desde el inicio de la revuelta siria, hace nueve meses, ya serían cerca de 4.000. La Liga pide ahora que Damasco permita la entrada de una fuerza civil de 500 observadores, miembros de ONG’s de derechos humanos, para proteger a la población civil de los embates entre las fuerzas regulares y el Ejército Libre de Siria.

Pero es difícil que la organización regional, que –además- nunca se ha destacado por su eficiencia, obtenga la autorización del gobierno. La expulsión de Siria de su seno ha enfurecido a Bachar al Assad, que ha mandado a sus acólitos a asaltar las sedes diplomáticas de Marruecos, Qatar, y de los Emiratos Árabes Unidos, y no deberían descartarse otros ataques a las embajadas de más países miembros de la Liga. El clan es consciente de que el apoyo de la Liga Árabe en las Naciones Unidas fue decisivo para la aprobación de la resolución multilateral que habilitó el cierre del espacio aéreo de Libia, y la entrada de la OTAN en apoyo a los rebeldes, que finalmente terminó inclinando la balanza de la guerra contra Muhammar el Khaddafi. Bachar y sus hermanos se deben estar preguntando cuánto tiempo falta para que la Liga Árabe haga lo mismo con ellos.

LA OPCIÓN TURCA

El asalto a las embajadas por parte de los partidarios del régimen, y el ataque al cuartel por parte de los insurgentes del Ejército Libre de Siria, ha llevado al canciller ruso, Seguei Lavrov, a calificar la situación interna como un escenario de “guerra civil”. Esta situación, sumada a las cada vez más sólidas posibilidades de una guerra con participación internacional, vuelve a colocar en el centro de atención la opción de una intervención de buenos oficios del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.

Turquía ha puesto de manifiesto reiteradamente sus anhelos de liderazgo regional, y desde el estallido de la “primavera árabe” las gestiones del líder del partido islamista moderado AKP han aumentado en su dinamismo. Erdogan ha roto con la ortodoxia inflexible de Benjamín Netanyahu en Israel, después de tantos años de alianza estratégica entre ambos; ha prestado especial atención a la situación de la Franja de Gaza (los barcos solidarios con los palestinos, interceptado por las tropas judías de élite, navegaron con bandera turca); ha estado presente en Túnez, en Egipto, y aterrizó en Trípoli para celebrar la victoria sobre Khaddafi, al mismo tiempo que Nicolas Sarkozy y David Cameron. Ante la posibilidad de que el caos de los acorralados tigres de Al Assad termine siendo aprovechado por el iraní Ahmadinejad –o el rey Abdullah de Arabia Saudita, la otra potencia regional- Erdogan vuelve a mostrar su predisposición de intervenir protagónicamente en una salida negociada a la crisis siria.

Mientras el régimen de Damasco fue una apuesta segura, el gobierno turco no tuvo problemas de hacer negocios con los Al Assad. Luego, cuando comenzaron a estallar las protestas, Erdogan intentó convencer al clan de introducir reformas urgentes. Pero ante su inflexibilidad, esta semana el turco escenificó su ruptura: dijo que ya no podía confiar en Bachar, porque es un mentiroso que pasará a la historia como uno de esos líderes que se alimentan de sangre, y anunció que aplicará sanciones unilaterales, especialmente un embargo de armas y de petróleo.

Si Erdogan lo logra, puede terminar forzando el cambio de postura de Rusia y de China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aumentando la presión diplomática internacional, y abriendo, al mismo tiempo, una ventana de oportunidad –desde el interior del Islam- para que el tigre herido de los Al Assad pueda escapar. Esa es una alternativa, quizá la última. La otra, es la guerra.

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[Hoy Día Córdoba – Periscopio  – Magazine – viernes 18 de noviembre de 2011]

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¿Hay riesgo de guerra nuclear en Medio Oriente? (11 11 11)

¿Hay riesgo de guerra nuclear en Medio Oriente?

por Nelson Gustavo Specchia

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La anécdota está en todos los diarios franceses: en la reciente cumbre del G-20 en Cannes, mientras esperaban el inicio de una conferencia conjunta, Nicolas Sarkozy conversaba con su colega Barack Obama sin saber que los micrófonos de los traductores ya se habían abierto. El objeto de la conversación privada entre los líderes era el premier israelí, Benjamín Netanyahu: “Estoy harto de él, no puedo ni verlo, es un mentiroso”, le dice Sarkozy; a lo que el americano contesta: “Si vos estas harto, imagínate yo, que debo tratar con él todos los días”. Los cambios de posición luego de haberse comprometido, los dobles raseros y la ambigüedad de sus promesas son, efectivamente, características que se mencionan hace tiempo del jefe del gobierno de Israel, y generalmente se han adjudicado a los equilibrios que debe hacer entre los sectores ortodoxos que integran su coalición, y las presiones –especialmente de su valedor, los Estados Unidos- para que atempere los impulsos de la derecha judía respecto del tema palestino y de los demás vecinos árabes. Pero, más allá de las censuras morales sobre la utilización de los dobles discursos en el juego político y del hastío y confusión que esas maniobras provocan entre sus pares, hay un conjunto de certezas en la postura del primer ministro israelí que no deja lugar a dudas. Entre éstas, su idea fija con Irán está en los primeros puestos. Desde que ocupara el Ejecutivo israelí por primera vez (entre 1996 y 1999), desde la conducción del Likud en la oposición luego, desde su cartera ministerial en el gabinete de Ariel Sharon, y desde su vuelta a la jefatura del gobierno en 2009, Bibi Netanyahu ha sostenido machaconamente que los planes nucleares de la República Islámica de Irán constituyen el principal riesgo externo del Estado de Israel, y que la única manera de conjurar ese peligro es atacando al régimen de los ayatollahs y destruyendo su camino hacia la bomba atómica.

Las acciones exteriores de la aviación judía contra supuestas plantas nucleares en la región registran antecedentes fuertes, como para no tomar a la ligera los planes de Netanyahu. En 1981, Israel bombardeó el reactor nuclear Osirak, diseñado por ingenieros franceses –quienes proveyeron también el uranio enriquecido que utilizaba- y construido en el centro nuclear Al Tuwaitha, cerca de Bagdad. Y el 6 de septiembre de 2007, Israel lanzó un ataque aéreo sobre Siria, para destruir lo que la inteligencia israelí consideró un reactor nuclear en construcción, que el régimen de los Al Assad habría estado construyendo con asistencia de Corea del Norte.

AMENAZAS NADA VELADAS

La retórica bélica constituye un dato cotidiano, tanto en Tel Aviv como en Teherán. Pero a esa manera ya regular de componer el discurso político, en las últimas semanas se han agregado algunos datos preocupantes, que hacen que aquellas veladas amenazas contra el vecino cobren corporeidad. Primero fue la denuncia de Washington, de que algunos sectores de los “halcones” del gobierno de Mahmmoud Ahmadinejad –la rama de los Al Quds de los Guardianes de la Revolución- estaban detrás de un confuso y novelesco complot para eliminar en los Estados Unidos al embajador saudita, Adel al Jubeir. Y menos de un mes después del supuesto complot, aparece el nuevo informe del Organismo de las Naciones Unidas para la Energía Atómica (OIEA), hecho público en Viena esta semana, donde se afirma que Irán está a las puertas de conseguir el arma nuclear, con un diseño propio, armado a partir de la compra de información y documentación a una red clandestina de material atómico. Según los técnicos del OIEA, las dimensiones militares del programa nuclear iraní ya son inocultables, desde el momento que, por ejemplo, incluye experimentos con explosivos especiales o el desarrollo de detonadores.

En este contexto, el discurso de Bibi Netanyahu a los altos mandos del Ejército israelí adquiere otra dimensión a la habitual retórica guerrera. En Tel Aviv, el diario Haaretz aseguró que Bibi ya cuenta con el apoyo a sus planes de ataque del cauteloso ministro de Defensa, Ehud Barak, además del siempre dispuesto a la guerra canciller Avigdor Lieberman. Entre los tres intentan convencer a los jefes del Ejército y de los servicios de inteligencia, quienes, según el mismo diario, de momento se opondrían. La reticencia del alto mando de las Fuerzas Armadas judías pasaría por la oposición de los Estados Unidos a apoyar una acción en ese sentido, y la advertencia pública de la OTAN, que ha manifestado que no tiene intención de intervenir en el conflicto.

Pero ninguna de esas posiciones puede considerarse definitiva, y entonces la pregunta que se ha instalado es si Israel –de quien se calcula posee unas 200 cabezas nucleares capaces de instalar en misiles de largo alcance- estaría dispuesto a lanzar un ataque en solitario a la República Islámica de Irán. Si esa pregunta se resuelve afirmativamente, como parece ser el caso, si las anunciadas represalias del régimen teocrático iraní instalarían un escenario de guerra nuclear en Medio Oriente. En ese extremo, de ninguna manera los Estados Unidos podrían permanecer al margen. ¿Estaría dispuesto Barack Obama a liderar una guerra atómica en el corazón del mundo árabe?

SEÑALES INSUFICIENTES

Sin embargo, y a pesar del escenario pesimista, yo considero que no hay elementos suficientes como para concluir que la coyuntura empujará a un nuevo conflicto armado a gran escala, al menos en el corto plazo. Esas señales que, a pesar de su presentación pública, dan espacio a la esperanza del mantenimiento de la paz, pasan por: (1) el peso de los informes multilaterales; (2) la relación de fuerzas entre las potencias; y (3) por la desestabilización global que una acción militar regional acarrearía.

En cuanto a los informes, aunque haya sido tan espectacular y mediático, el texto de la OIEA en realidad no aporta demasiados elementos nuevos, y vuelve a inscribirse en el largo tira y afloje que la agencia de la ONU tiene con Irán desde antes aún de la instalación del régimen de los ayatollahs, cuando el Shah de Persia, Mohammed Reza Pahlevi lanzó en los años ’70 un programa atómico para llegar a la bomba. La OIEA dice ahora, en el tan mentado informe, que Irán “tuvo” un programa de armas nucleares antes de 2003, lo que es obvio, y sólo agrega que “algunas actividades relevantes para la construcción de un dispositivo explosivo nuclear continuaron después de 2003, y alguna podría estar aún en marcha”. Una suposición demasiado vaga como para que constituya “casus belli”.

Respecto de las potencias, el tándem Nicolas Sarkozy-David Cameron ya ha salido a pedir una ampliación de las sanciones contra Irán por la vía del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El mismo paso que dieron –también a dúo- en relación a Libia, hace apenas unos meses. Pero ahora no será tan lineal: Rusia ya ha advertido que los resultados del informe de la OIEA no aporta datos concluyentes, y China –con el entramado comercial creciente que mantiene con Teherán- es un voto negativo seguro. Ambos gigantes, se recordará, tienen derecho a veto en el Consejo de Seguridad, esa vía está cerrada por el momento.

Y en lo que hace a la desestabilización regional, un ataque como el que Bibi clama contra las instalaciones iraníes no se compararía con las incursiones realizadas contra Irak y Siria en el pasado. Irán está mucho más preparado que Saddam Hussein y que Bachar el Assad, aquí no alcanzará un ataque puntual de la aviación israelí, sino que se requerirá un plan de ataque vasto y prolongado –más de un mes, seguramente- con consecuencias imprevisibles e inmanejables (entre ellas, que Irán saldría legitimado para armarse con la bomba atómica, después de haber sido atacado en su suelo). Y no hay, me parece, posibilidades de que Barack Obama, con la economía estadounidense en recesión y la carrera hacia la reelección presidencial ya comenzada, se implique en una aventura de ese tamaño, cuando a duras penas está logrando cerrar el capítulo de Irak y Afganistán, las dos guerras más largas y más caras de la historia americana.

De momento, considero que no habrá guerra; lo que no quiere decir que la tensión –especialmente la verbal- vaya a disminuir. Pero Bibi, en definitiva, es un mentiroso.

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[ Columna «Periscopio» –  Diario Hoy Día Córdoba – viernes 11 de septiembre de 2011]
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La larga sombra de Lula (16 10 11)

La larga sombra de Lula

El libro «Desde abajo. Construcciones y discusiones en Brasil después de Lula» analiza la influencia del ex presidente como transformador de la realidad política y social de su país.

Por Nelson Gustavo Specchia

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Brasil ha logrado una posición relativa de incidencia internacional que no deja de sorprender en el análisis global. La apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas, por primera vez en la historia del máximo órga­no multilateral a cargo de una mujer, 
con el discurso de la presidenta Dil­ma Rousseff, viene a expresar esa posi­ción de preeminencia en el concierto mundial.

Ese nuevo estatus del gigante suda­mericano tiene una marca de fábrica: las transformaciones diseñadas por Luiz Inácio Lula da Silva.

La experiencia política de Lula, y su impronta personal en la transformación brasilera, constituyen un evento sui generis para la historia y los modos políticos de América latina. Desde la revolucionaria llegada al poder de un obrero metalúrgico apenas alfabetizado; pasando por la reconversión del movimiento gremial del Partido de los Trabajadores en oficialismo de masas; hasta las reformas estructurales que consiguieron sacar de la miseria a 28 millones de personas, ampliar la clase media con 36 millones de nuevos miembros, y extender el mercado de trabajo con la creación de más de 15 millones de nuevos puestos laborales, fueron elementos constitutivos de una metodología novedosa, arriesgada y tremendamente eficaz.

Presencia global. En simultáneo, esa acción desarrollista y distributiva en el ámbito interno, se acompañaba con una presencia cada vez más importante en el ámbito internacional.

El protagonismo del Bric (con Rusia, India y China); el Ibsa (con India y Sudáfrica); el relanzamiento del Mercosur a partir de una nueva relación con Néstor Kirchner, con quien también ideó la Unasur; la incidencia en el G-20; el nuevo marco de las relaciones Sur-Sur; o las intenciones mediadoras junto al turco Recep Tayyip Erdogan ante al contencioso nuclear iraní de Mahmud Ahmadinejad, mostraron las intenciones de Lula de colocar a Brasil entre quienes tienen la capacidad y la responsabilidad de intervenir activamente en las nuevas concepciones del regionalismo abierto y del derecho internacional humanitario de nuestra generación.

Estas dimensiones, en un conjunto variado de temas, integran el libro Desde abajo. Construcciones y discusiones en Brasil después de Lula , que la Editorial de la Universidad Católica de Córdoba (Educc) acaba de sacar a las librerías de la ciudad esta semana.

En los ensayos que integran el volumen, producto de las investigaciones del Observatorio de la Sociedad Internacional (Ovasi) que dirigimos en la facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, intentamos dar cuenta de los condicionantes que hubieron de modificarse para permitir la llegada de Lula a la cúspide del poder en Brasilia; de las maneras en que fue armando –y ensayando– una estrategia de cambio que mantuviera los consensos, provocaran auténticas modificaciones en la arquitectura social, pero no desequilibrara el juego institucional y representativo.

Árbitro regional. Asimismo, intentamos alguna proyección de esa experiencia tanto en el ámbito regional latinoamericano como 
en el propio futuro del líder brasileño. Porque la relevancia de Brasil no estará limitada, en América latina, al papel de locomotora económica del Mercosur, como muchos suponen.

Como quedó evidenciado en la reu­nión cumbre de Bariloche, convocada por Cristina Fernández para poner paños fríos a la cuestionada iniciativa colombiana de facilitar el uso exclusivo de sus bases militares a Estados Unidos; o en la intervención ante las regiones separatistas del Beni boliviano, Brasil asume progresivamente el rol de árbitro regional.

Un árbitro pacífico, claro. Pero no por ello Lula dejó de adquirir el mayor poder de armamento provisto a sus fuerzas militares desde la Segunda Guerra Mundial. Armas, helicópteros, aviones de última generación y hasta submarinos nucleares, porque una potencia política y económica está obligada a respaldar con capacidad disuasoria sus intenciones de liderazgo y de arbitraje regional.

Dedicamos también algunos capítulos de nuestro libro a la proyección de la persona del propio Lula, porque el ex presidente ha tenido demasiado cuidado al elegir la ubicación desde la que vive este nuevo período: ni en el primer plano, que obstaculizaría el normal desempeño del ejecutivo de “Dilminha”, su discípula y heredera; pero tampoco en el ostracismo.

Está ahí. Lula está ahí, rondando. No aparecen fotos suyas en las portadas de los diarios, pero es consultado tanto por los funcionarios superiores del gobierno como por los líderes del Partido de los Trabajadores.

A Dilma Rousseff no le tiembla el pulso para echar a “lulistas” importantes de su gobierno, como los ya ex ministros Antonio Palocci, por pre­sunto enriquecimiento ilícito; Alfredo Nascimento, por corrupción; y hasta al mismísimo Nelson Jobin, por contradecirla en público. Los tres, dirigentes del riñón de Lula.

Pero la independencia de criterio de la presidenta respecto de su mentor no parece ser un obstáculo para que la presencia de Lula siga allí, plenamente vigente, mostrando su capacidad y predisposición para volver al centro de la escena en cualquier momento.

No creo que falte mucho tiempo antes de que volvamos a escuchar análisis sobre una eventual nueva candidatura presidencial de Luiz Inácio da Silva, ese Midas que logró convertir en popularidad casi todo lo que tocaba.

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* Profesor Titular de Política Internacional, Universidad Católica de Córdoba.

El libro

Desde abajo. Construcciones y discusiones en Brasil después
de Lula.

Nelson Gustavo Specchia (Ed.), et. al.
278 páginas.
Editorial de la Universidad Católica de Córdoba – Educc
Córdoba
2011.

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Los palestinos ya festejan la llegada de la “primavera árabe” (29 09 11)

Extreman cuidados para evitar enfrentamientos en la zona oriental de Jerusalén

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Después de un largo período de inactividad, signada por el desacuerdo entre las dos principales facciones palestinas (Al Fatah, que controla Cisjordania, y los islamistas de Hamas, que dominan de facto la Franja de Gaza), la comunidad árabe vive un nuevo tiempo de expectativas desde que las Naciones Unidas tuvieron que admitir a trámite el reconocimiento de un Estado soberano en sus territorios.

El comienzo de las sesiones del comité de encargado de nuevas admisiones, esta semana, avizoró sin embargo un trámite largo y engorroso, y con pocas esperanzas de una resolución positiva, dada la decisión de la Casa Blanca de oponerse a la vía del reconocimiento multilateral.

Sin embargo, con el anuncio del gobierno de Benjamín Netanyahu, también durante esta semana, de ampliar la construcción de 1.100 nuevas viviendas para judíos en los territorios ocupados en 1967 del sector oriental de Jerusalén, el camino de reapertura de negociaciones bilaterales al que apostaba la diplomacia estadounidense sufrió un duro revés.

Tanto el vocero del presidente Barack Obama, como la propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, tuvieron que salir a censurar la decisión del gobierno de Tel Aviv. Rusia, China, la Unión Europea y otros numerosos países y organizaciones internacionales se sumaron a las críticas a Israel.

En la víspera, en una sesión especial, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que declara que el pueblo palestino tiene el “legítimo derecho de crear un Estado independiente”, en un documento aprobado por unanimidad por los miembros del cuerpo parlamentario continental.

En Ramallah, sede del gobierno provisorio de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), siguen los festejos por el protagonismo internacional recuperado. Los voceros del premier Mahmmoud Abbas evaluaron que la nueva coyuntura en los territorios participa de la denominada “primeva árabe”, el conjunto de modificaciones estructurales que sacude al Norte de África y a Medio Oriente desde principios de año.

Desde el ejecutivo de Abbas, inclusive, no se descarta que pueda forzarse a un cambio del voto norteamericano. Ya ocho países integrantes del cuerpo han decidido votar a favor del Estado Palestino, según informó el ministro de Exteriores Riyad al Malki, entre los que se cuentan Líbano, Rusia, China, India, Sudáfrica y Brasil.

Con nueve votos la petición sería aprobada, aunque con posterioridad los Estados Unidos podrían ejercer su poder de veto para frenarla.

Negociaciones problemáticas

La decisión del presidente Barack Obama de relanzar las negociaciones bilaterales entre israelíes y palestinos está siendo motorizada por el denominado “cuarteto”, integrado por la diplomacia norteamericana, rusa, de la Unión Europea, y de las Naciones Unidas, y cuya figura visible es el ex primer ministro laborista británico Tony Blair.

El “cuarteto” ha invitado a reabrir las rondas de diálogo, haciendo caso omiso al nuevo plan de construcción de viviendas para judíos en los territorios ocupados de Jerusalén.

Ayer, tras una reunión de su directiva en Ramallah, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) rechazó volver a ningún tipo de negociaciones mientras Israel siga construyendo en los asentamientos. Y se preguntó cómo la propuesta del “cuarteto” propone comenzar a negociar sobre los límites de 1967, mientras el Estado de Israel sigue construyendo activamente traspasando esos límites.

Así, las nuevas negociaciones aparecen como una vía muerta aún antes de haber logrado comenzar.

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¿Cómo parar el Estado Palestino? (29 09 11)

Las Naciones Unidas comienzan a tratar el pedido palestino

Rusia y China se suman a las críticas a Israel por entorpecer el proceso de paz

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Mientras la iniciativa del premier palestino Mahmmoud Abbas frente a las Naciones Unidas sigue cosechando adherentes, la ampliación de 1.100 viviendas para judíos en la zona árabe de Jerusalén Este anunciada esta semana por el gobierno israelí de Benjamín Netanyahu está poniendo en aprietos a su principal valedor, el presidente Barack Obama.

Desde Washington, Obama hizo saber, a través de su portavoz, que se sentía “profundamente decepcionado” por la decisión de la administración conservadora de Netanyahu; mientras que la jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, tuveo ayer que improvisar un llamado a frenar la agresividad de los colonos israelíes, que podrían empeorar aún más el panorama, poniendo en evidencia que la vía apoyada por el Departamento de Estado no tiene demasiadas posibilidades de prosperar, debido a la inflexible postura de la derecha judía.

“Urgimos a evitar cualquier movimiento en las cercanías de Jerusalén que puedan considerase provocativos”, pidió Clinton en la víspera, dirigiéndose a ambas partes, aunque las excavadoras israelíes ya trabajan en el barrio de Gilo, en el corazón de la Jerusalén árabe.

Por su parte, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidos comenzó ayer, siguiendo los procedimientos internos del órgano multilateral, a considera la petición de presentada por Mahmmoud Abbas ante la Asamblea General.

A pesar de los varios intentos de los enviados norteamericanos para que depusiera de su solicitud, la presentación formal de la carta al secretario general, Ban ki Moon, obliga a las comisiones de la organización internacional a abocarse a su tratamiento.

El Comité de Nuevas Admisiones, que incluye a los 15 miembros del Consejo, celebrará hoy su primera sesión con el petitorio palestino en el orden del día.

El proceso de revisión de una candidatura para lograr el estatus de Estado miembro suele extenderse por unos 35 días, pero diversos analistas aseguraron que, en este caso y dada la determinante presión estadounidense, ese periodo puede alargarse casi indefinidamente.

Aún así, el éxito diplomático para los palestinos ya se ha dado, especialmente por la abrumadora mayoría de países del mundo que respaldaron la solicitud.

Así, el jefe de la delegación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ante la ONU, Riyad Mansour, dijo ayer que los pasos formales están asegurados, y que si la decisión política de la potencia hegemónica presiona para que esos pasos no den resultados, deberá hacerse cargo también del costo político; “el proceso avanza paso a paso y esperamos que el Consejo de Seguridad cargue con su responsabilidad”, sostuvo Mansour.

Israel cada vez más solo

El claro respaldo norteamericano a Tel Aviv comienza a ser el único baluarte con que cuenta el Estado judío. Ayer, Rusia y China, dos potencias emergentes con una importancia determinante en la fijación de políticas globales (y ambos miembros permanentes del Consejo de Seguridad), criticaron abiertamente la expansión de asentamientos israelíes los territorios ocupados desde 1967.

El Departamento de Estado norteamericano no pudo dejar de expresar su “decepción” por la nueva medida, que afecta directamente la posibilidad de una reanudación de las conversaciones de paz entre ambas comunidades; y también la representante de la Unión Europea emitió un comunicado crítico.

“Es de especial preocupación que decisiones sobre un asunto tan delicado se tomen durante este período crucial”, sostuvo la Cancillería rusa, mientras sus homólogos chinos expresaron su “oposición” a la decisión de Israel.

Las condenas en los países árabes fueron homogéneas y contundentes.

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Negro petroleo, verdes billetes (30 08 11)

Comienzan las disputas por la reconstrucción Libia

El cerco sobre Sirte alarga la guerra y Khaddafi sigue en paradero desconocido   

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TRÍPOLI.- Algunos focos de entrentamientos entre insurgentes y leales al coronel Muhammar el Khaddafi se mantienen aún en la capital, y el cerco a la ciudad de Sirte –cuna de la tribu de los khaddafa y posible lugar de refugio del ex dictador- alarga la guerra en Libia.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), reunida en Qatar, sostuvo ayer que la campaña aérea debe continuar en apoyo a los rebeldes, porque la guerra no habrá terminado hasta que Khaddafi no entregue el poder.

Sin embargo, las empresas occidentales, especialmente las grandes firmas europeas, ya han comenzado a pujar por los contratos para la reconstrucción, que con seguridad serán financiados por los fondos emergentes de la exportación petrolera.

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, uno de los líderes que pugnó con más énfasis insertar a su país en el conflicto libio en apoyo del Consejo Nacional de Transición (CNT) establecido en la mitad oriental de Libia, ya anunció la semana pasada que promoverá una conferencia internacional en París para apoyar el inicio de la reconstrucción del país tras la guerra.

Un proceso que implicará la remodelación de grandes obras públicas y edilicias, así como de infraestructura para recomponer la prestación de servicios; en todos los casos serán negocios millonarios, y no solo los empresarios, sino también los gobiernos europeos han comenzado una carrera por obtener porcentajes sustantivos de ellos con el nuevo gobierno.

Italia, uno de los países que mantenía lazos económicos muy estrechos con el régimen de Khaddafi, intentará mantener la posición dominante de su empresa petrolera, ENI, que con el coronel Muhammar el Khaddafi manejaba el 15 por ciento de la producción de crudo libio.

Francia, que tras el empuje de Sarkozy por entrar en la guerra fue también el primer país en reconocer la representación gubernamental de los rebeldes del CNT, ya ha reabierto su embajada en Trípoli, y seguramente París ofrecerá su industria armamentista para rearmar al nuevo país una vez reestablecida la paz.

Pero también están los chinos, británicos, rusos y norteamericanos, que pugnarán por las empresas de sus respectivos paíoses.

El gobierno provisional está abocado, además de negociar para que Occidente desbloquée los fondos retenidos en los bancos, en restablecer la producción petrolera, el único ingreso en concepto de exportaciones de Libia, y que con el conflicto civil de los últimos meses prácticamente se ha detenido.

Denuncia africana

La Unión Africana protestó ayer por las matanzas de castigo que los rebeldes que desde la medianoche del sábado pasado ocupan la capital de Libia estrían realizando sobre los milicianos leales al depuesto régimen del coronel Khaddafi.

Muchos de los soldados incorporados al ejército regular, y que han estado en la defensa de Trípoli, son mercenarios contratados en los países subsaharianos, de raza negra, y la Unión Africana sostiene que los insurgentes que ahora dominan la ciudad están “matando indiscriminadamente” a negros, al confundir a los inmigrantes con mercenarios.

En el caos de la capital ocupada es muy difícil contrastar la denuncia de la organización, antes muy cercana al gobierno de Khaddafi, pero imágenes de prensa mostraron a decenas de cadáveres abandonados en las calles y las plazas de Trípoli, generalmente hombres de raza negra, y muchos de ellos con las manos atadas en la espalda.

Cerco sobre Sirte

La fase final de la guerra libia se pelea en Sirte, hacia donde las tropas rebeldes siguen avanzando –desde Trípoli y desde Bengazi- mientras los aviones de la Alianza Atlántica (OTAN) continuó ayer con los bombardeos, por tercer día consecutivo.

Según las fuentes del CNT, siguen las negociaciones con los grupos leales al coronel Muhammar el Khaddafi –al que se supone oculto entre las familias de su tribu en la ciudad sitiada- para lograr una rendición pacífica del antiguo puerto pesquero, donde Khaddafi nació en 1942.

Otras versiones que circulaban en la víspera indicaban que el ex mandatario ya habría dejado Libia rumbo al exilio, en Argelia, donde ayer llegaron su esposa, junto a sus hijos Hannibal, Mohammed, y Aisha, según informó la Cancillería argelina.

Argelia es uno de los pocos países de la región que no ha reconocido al nuevo gobierno del CNT.

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Aún combaten en Trípoli (25 08 11)

Aún combaten en Trípoli

Khaddafi llama a resistir la “invasión”. Estados Unidos planea liberar los fondos retenidos en bancos occidentales. China se acerca a los rebeldes. Aumentan los focos puntuales de combate urbano en la capital

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Finalmente apareció el coronel Muhammar el Khaddafi, aunque no en persona, sino a través de un nuevo comunicado grabado, a través del cual volvió a convocar a las tropas leales al régimen, y a “todas las tribus libias” a resistir la avanzada insurgente y a “limpiar de demonios y traidores” la capital.

Si bien lentamente los rebeldes ocupan los núcleos estratégicos de Trípoli, ayer, en la cuarta jornada de la batalla por el control de la ciudad, pudieron verificarse nuevos focos de combate, apoyados por grupos aislados de soldados regulares y por francotiradores afines al depuesto régimen autocrático.

Junto al contraataque oficialista en diversos barrios de la periferia, el complejo presidencial de Bab al Aziziya, residencia del propio mandatario que fuera tomada por los rebeldes en la víspera, sufrió el bombardeo de piezas de mortero lanzadas por secciones del ejército regular.

En un combate discursivo que no mengua, el coronel Khaddafi había hecho circular que su salida del bunker, donde se sospecha que estuvo durante las primera horas del avance rebelde sobre la ciudad, había sido “una retirada táctica”, y que la ordenada estrategia militar insurgente, que copó la capital en el breve lapso de 48 horas, en realidad había respondido a una “emboscada” para terminar de una vez con el alzamiento opositor.

Sin embargo, en la víspera pudo constatarse que la fuerza del contraataque gubernamental, si bien puede prolongar durante un tiempo difícil de calcular el fin efectivo del régimen, no es suficiente para retrotraer la situación a cómo estaba antes de la noche del sábado, donde cada facción controlaba una porción del territorio libio.

Además, y a pesar de los mensajes grabados en los que manifiesta estar controlando el rumbo de las acciones militares, el coronel Khaddafi se encuentra cada hora que pasa más aislado regional e internacionalmente.

La participación de la Liga Árabe ha sido determinante en el control de Trípoli, y las cancillerías de los principales países occidentales ya han reconocido la “legítima representación” de Libia en el Consejo Nacional de Transición (CNT); ayer, además, se sumó la postura de China.

El vocero de la cancillería de la República Popular China, Ma Zhaoxu, expresó el apoyo de su país al CNT y al “nuevo gobierno”, asegurando que Pekín “respeta la elección del pueblo libio y confía en que se produzca una transición de poder estable. Siempre hemos dado relevancia al importante papel del Consejo Nacional de Transición, y esperamos que el nuevo gobierno restablezca el orden social tan pronto como sea posible”, concluyó.

China, que se abstuvo de votar la resolución que habilitó la intervención internacional en Libia, y que había criticado el rol de la OTAN en el apoyo a la insurgencia asentada en Bengazi, era la última potencia de importancia sin fijar una postura sobre la caída del régimen de Khaddafi. Ahora sólo resta Túnez –que por cercanía geográfica duda de tomar partido- y Venezuela, donde el presidente Hugo Chávez volvió a ratificar ayer que su país “solo reconoce un gobierno libio, el del coronel Khaddafi”.

La OTAN, por su parte, comenzó a trabajar en Bruselas, sede de la Unión Europea (UE), en las hipótesis de reconstrucción nacional del país norafricano una vez agotada la guerra, tras la cual la organización de defensa “no tendrá ninguna presencia militar sostenida en el tiempo”, aseguraron voceros de la Alianza Atlántica en Europa.

El día después

Dando muestras de que el conflicto en Libia ha puesto a prueba una nueva manera de reaccionar de la comunidad internacional frente a conflictos internos con riesgo humanitario, las potencias, junto a los países centrales, las organizaciones regionales y las Naciones Unidas se involucran cada día más en sostener al país norafricano, para que la salida de la guerra civil no implique la caída en un “Estado fallido”.

El presidente Nicolás Sarkozy, uno de los líderes que apoyó más resueltamente la inclusión de Francia en apoyo a los rebeldes (fue el primero en reconocer al CNT), confirmó que convocará en París a una conferencia mundial para apoyar la reconstrucción, bajo la coordinación de los líderes rebeldes.

El británico David Cameron está aunando posturas con el premier canadiense, Stephen Harper, y el presidente Barack Obama anunció que liberarán los fondos de Khaddafi retenidos en los bancos de Occidente, postura compartida también por Alemania e Italia.

El secretario de la ONU, Ban ki Moon, iniciará las consultas de la organización para legitimar en conjunto al nuevo gobierno libio.

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El ejército sirio sigue un camino de aniquilación

Tercer día de bombardeos al puerto de Latakia. Progresivo aislamiento mundial

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Fuera ya de toda cordura, y quedándose más solo cada día, el régimen autocrático comandado por el presidente Bachar al Assad sigue adelante con la estrategia de reprimir a sangre y fuego cualquier manifestación opositora.

A pesar de la condena de los organismos multilaterales, la carta de la presidencia temporal del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con acuerdo de Rusia y de China, las sanciones aplicadas por el gobierno norteamericano y por la Unión Europa, e inclusive las advertencias de gobiernos islámicos –como Arabia Saudita-, el régimen de los Al Assad persiste en enviar a los tanques y a la infantería a disparar contra la población civil, que se encuentra cautiva del gobierno en su propio país.

A los ejércitos de tierra, esta semana el presidente sirio sumó la Armada de Guerra, que bombardeaba ayer, por tercer día consecutivo, a la ciudad de Latakia, el principal puerto del país.

La ciudad, que además de ser la puerta marítima para las exportaciones e importaciones sirias es un importante enclave de la comunidad sunnita, ha experimentado un creciente malestar opositor al gobierno, a tono con el estado de ánimo que vive Siria desde que llegaran las expresiones aperturistas y democratizantes de la “primavera árabe”, especialmente desde el Norte de África.

El gran barrio sunnita de Latakia, Al Raml, alberga también un multitudinario campo de refugiados palestinos, y vivía anoche una tensa expectativa ante la posibilidad de una entrada militar represiva de las tropas gubernamentales.

La cabeza del clan familiar de los Al Assad y jefe del Ejecutivo sirio, en su postura de negar la realidad, dijo desconocer cualquier actividad anormal en el puerto de Latakia.

Pero videos enviados por telefonía celular y por las redes de internet mostraban una ciudad sitiada y bombardeada por mar; mientras que testimonios de pobladores narraban que los soldados habían ingresado al campo de refugiados y utilizaban escudos humanos para disparar sobre los manifestantes.

En una actitud que ya inclusive hace preguntarse por su equilibrio mental, el presidente recibió ayer al embajador del Líbano, Adnar Mansur, y le aseguró que el país “está en paz”, y que los “episodios aislados” de detener a los “bandidos y salteadores de caminos” era una obligación de las autoridades y de la policía.

Arabia Saudita, por el contrario, junto con los también Estados musulmanes de Bahreim y Kwait, retiraron a sus embajadores de Siria, sumándose a la presión internacional para que el régimen acabe con la matanza de civiles. El rey Abdullah envió una protesta formal a Damasco, exigiendo “que se detenga el derramamiento de sangre” y “acciones sabias antes de que sea demasiado tarde.”

Bachar al Assad, cuya familia pertenece a una facción minoritaria de la confesión chiíta del Islam, ha hecho caso omiso de la protesta de la primera potencia regional, como antes con la ONU y las sanciones de estadounidenses y europeos.

Junto a los buques que bombardean Latakia, los tanques se dirigían ayer a la región de Homs, en el centro del país, después de haber hostigado con fuego de artillería a la población de Deir al Zor, en el borde oriental. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos lleva contabilizadas 1.800 víctimas mortales en los cinco meses de los alzamientos; los desaparecidos suman más de 3.000 personas.

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Matanza en Hara, condena de la ONU (05 08 11)

La matanza de civiles en Siria provoca un drama humanitario

Las Naciones Unidas condenan la represión gubernamental en la ciudad de Hama

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DAMASCO.- El régimen autocrático sirio del presidente Bachar al Assad decidió dar la espalda al unánime reclamo de la comunidad internacional, en el sentido de que abriera los espacios de diálogos con la oposición que él mismo viene prometiendo desde hace semanas, y envió una columna de tanques del ejército a reprimir las movilizaciones populares en la ciudad de Hama.

La llegada de los cuerpos militares, con tanques artillados y con nidos de ametralladoras, se apostaron en las principales arterias de esta ciudad de 80.000 habitantes y en la jornada de ayer abrieron fuego contra la población civil, provocando un número aun indeterminado de muertes, aunque estiman que superarían las 300.

El ataque ha provocado una desbandada de ciudadanos, que intentan huir de cualquier manera de la ciudad, aunque el mismo ejército ha sellado las carreteras, manteniéndola sitiada –sin ningún tipo de servicios básicos- desde hace cinco días.

Los medios de la prensa internacional no han sido autorizados a acercarse a Hama, y la prensa local, completamente adicta al clan Assad, ni menciona el caso; pero los testimonios de quienes han logrado sortear los retenes, o enviar mensaje por teléfonos satelitales (ya que tampoco hay líneas de teléfonos ni Internet), ofrecen una imagen dantesca de la ciudad, a oscuras y donde escasean víveres y agua.

En la víspera, además, se informó que soldados sin uniforme disparaban al azar en las calles; las familias han comenzado a enterrar a sus muertos en las casas particulares, porque nadie se atreve a salir ni siquiera para llevar los cadáveres hasta el cementerio.

La violenta reacción gubernamental se desencadenó tras la visita a Hama de los embajadores francés y norteamericano, que llegaron para interiorizarse del estado de los movilizados, que ya habían sido reprimidos por las fuerzas de seguridad.

Esta acción fue interpretada por el régimen de Damasco como una provocación, y el gobierno permitió que grupos violentos afines atacaran y saquearan las legaciones diplomáticas de ambos países.

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, afirmó tras ese ataque que la situación en Siria se había descontrolado, y que el presidente Bachar al Assad “ha perdido toda legitimidad para permanecer en el cargo”.

Tras sus declaraciones, la Unión Europea elevó el nivel de sanciones bilaterales, y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas presentó ayer una carta de censura, condenando la represión en Hama y pidiendo a Al Assad el fin del sitio sobre la ciudad, que está empujando la situación humanitaria a un nivel de desastre.

Se suman Rusia y China

Las estrategias de presión ensayadas hasta ahora por los organismos multilaterales sobre el gobierno del clan Al Assad en Siria habían tenido la oposición sistemática de Rusia y de China. Sin embargo, la sangrienta represión de Hama llevó a un cambio en las posturas internacionales de ambas potencias, que disponen de poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Así, el Consejo emitió ayer una declaración de condena de la represión y un nuevo llamado a que el gobierno de Damasco habilite canales de diálogo con la oposición.

El presidente Bachar al Assad respondió con un nuevo decreto, por el cual permite la existencia de partidos políticos, quebrando la exclusividad del Baas gubernamental.

Pero el presidente ruso Dmitri Medvédev sostuvo que no hay lugar ya para maniobras dilatorias, y aumentó la presión mundial al advertir a los Assad que se enfrentarán a un “triste futuro” si no emprenden reformas de fondo en el régimen, “instauran la paz y dan paso a un Estado moderno”.

El cambio de postura de rusos y chinos habilita una profundización de la intervención internacional en el conflicto sirio.

 

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