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El poder de Camila (13 12 11)

El poder de Camila

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por Pedro I. de Quesada

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Hace tiempo, cuando se mencionaba a Camila, la prensa rosa hacía referencia a Camilla Parker Bowles, la eterna rival de Lady Di que finalmente terminó quedándose con el feo príncipe. Pero desde hace siete meses ese nombre ha popularizado a una dirigente estudiantil latinoamericana, joven y marxista, voz cantante del renacido poder juvenil en Chile.

Camila Vallejo, militante del Partido Comunista, como presidenta de la Federación de Estudiantes de Chile (FECh), encabezó la serie de protestas y marchas de los universitarios trasandinos, que tras las peticiones por una educación pública, gratuita y de calidad para el país, han terminado por movilizar al grueso de la sociedad y han puesto en jaque al gobierno de derechas de Sebastián Piñera.

El miércoles pasado, la joven que le puso su nombre y su rostro al renacimiento del poder de los jóvenes en estas latitudes, perdió las elecciones de la Federación de Estudiantes, a las que se había presentado para renovar su mandato.

En la gubernamental casa de La Moneda se vieron algunas sonrisas pícaras y de revancha.

Y no es para menos: después de un triunfo claro de los conservadores, que lograron terminar con la sucesión de gobiernos de centro-izquierda de la alianza entre democristianos y socialistas en la Concertación, el ejecutivo de Piñera no ha dejado de caer en las encuestas por las protestas estudiantiles.

Amén de algunos éxitos iniciales, como el tan mediático rescate de los 33 mineros hundidos en el socavón de una montaña, la pulseada con los jóvenes (a los universitarios pronto se les unieron los estudiantes de ciclo secundario) ha desbarrancado su popularidad; hoy apenas cuenta con un 27 por ciento de imagen positiva, mientras que el índice que mide la desaprobación de su gestión al frente del Ejecutivo trepa hasta el 63 por ciento de la población.

Y una parte importante de ese desbarranco tiene una cara, muy hermosa por cierto: la de Camila.

Sin embargo, quienes en el gobierno se alegran de que la dirigente haya perdido el liderazgo universitario, sólo ven una versión muy blanco y negro de esta película.

Yo no creo que estas elecciones en la Federación de Estudiantes signifiquen una crisis en la dirección de las movilizaciones del colectivo, sino, por el contrario, una profundización en los alcances de las reivindicaciones y una diversificación en el protagonismo de los actores.

Camila perdió por menos de 200 votos, y ocupará a partir de ahora el segundo lugar en la ejecutiva de los estudiantes.

Y quien ganó, el alumno de abogacía Gabriel Boric, es el jefe de la lista Creando Izquierda. Y ese nombre no es casual.

Su agrupación es aún más radical que la de Vallejo, critica fuertemente a todos los partidos -incluyendo a los de izquierda, claro- y piensa que no hay que cambiar solo el sistema educativo: “el enemigo –dijo en su primera intervención como presidente de la FECh- es el gobierno”.

¿De qué se ríen en La Moneda?

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[ Columna “En foco” – El Mundo – página 2 – Hoy Día Córdoba – martes 13 de diciembre de 2011 ]

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Balas de Carabineros (31 08 11)

Chile: Piñera echa a policías para salvar el Ejecutivo

Excesos en la represión fuerzan al presidente a dialogar con los estudiantes   

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El presidente Sebastián Piñera finalmente ha accedido a abrir un canal directo de diálogo con los representantes estudiantiles, luego de que se comprobara que la bala que mató a un chico de 16 años durante la huelga de la semana pasada fue disparada por un carabinero.

Las conclusiones de la Policía de Investigaciones han provocado un nuevo sismo político en el gobierno trasandino, al confirmar lo que varios testigos venían afirmando desde un primer momento: que al joven Manuel Gutiérrez lo mató, de un balazo en el pecho, un tiro disparado por un carabinero durante un cacerolazo, el viernes pasado, en la segunda jornada de la huelga general.

Esos testigos habían sido desacreditados por el general Sergio Fajardo, segundo jefe de carabineros en Santiago, que negó cualquier responsabilidad de carabineros. El ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, responsable de la seguridad, respaldó a Fajardo.

Pero las investigaciones balísticas de la policía civil fueron concluyentes: quien disparó fue el suboficial Miguel Millacura con su ametralladora UZI; que limpió su arma luego, repuso nuevas balas, y negó todo.

El gobierno salió de inmediato a echar a los policías implicados, en un intento de frenar la crisis. Millacura fue detenido y la fiscalía lo acusa de homicidio agravado; dio de baja a otros tres oficiales –el coronel Sergio Uribe, y los comisarios que estuvieron a cargo de la represión donde murió el chico Manuel Gutiérrez-, y expulsó al propio general Sergio Fajardo.

El jefe de carabineros, general Eduardo Gordon, también salió a la palestra y pidió perdón públicamente a la familia de la víctima. “Lamentablemente uno de los nuestros incumplió todas las normativas e hizo uso de las armas, y además trató de ocultar información”, señaló Gordon al entregar sus condolencias a la familia del menor.

A pesar de este asunción de responsabilidades, el papel que viene cumpliendo el cuerpo militarizado desde que comenzaron las movilizaciones estudiantiles, hace 90 días, ha generado un creciente malestar contra la fuerza, que gozaba de prestigio y profesionalidad. Los abusos en la represión, denuncias de torturas, carabineros de civil infiltrados en las marchas, y la táctica de fotografiar a los estudiantes en las calles para ficharlos, han generado toda una corriente de opiniones negativas.

Además, no es seguro de que el gobierno de Piñera pueda parar con la purga policial la contaminación de la crisis, como sostuvo la presidenta de la Confederación de Estudiantes, Camila Vallejo, “no basta” con desvincular a los uniformados, sino que “hay una responsabilidad política que se debe asumir”.

La oposición ya ha pedido la renuncia del propio ministro Hinzpeter, quien, además, será analizado hoy en la Cámara de Diputados, por la represión del mes pasado, cuando carabineros cargó con fuerza contra los estudiantes que se disponían a marchar una vez más por las Alamedas de Santiago.

Diálogo, al fin

Tuvo que morir un chico de 16 años para que el presidente conservador chileno aceptara recibir a los estudiantes, que desde hace tres meses vienen reclamando que el gobierno abra una instancia de diálogo para discutir las posibles reformas al sistema educativo.

Sebastián Piñera había mantenido una negativa rotunda, y la misma postura suscribían sus ministros de Educación, Felipe Bulnes, y del Interior, Rodrigo Hinzpeter.

Sin embargo, la persistencia de la lucha estudiantil, el creciente acompañamiento ciudadano a través de los cacerolazos, y el masivo acatamiento de las dos jornadas de paro general convocada por la Central Única de Trabajadores la semana pasada, ha terminado por acorralar al Ejecutivo, que a estas alturas evalúa que recibir a los estudiantes es un costo menor, cuando la continuidad de todo el gobierno puede estar en juego.

Forzado por el hecho de que fue una bala de carabineros la que mató al chico Manuel Gutiérrez, Piñera ha desplazado a su ministro Bulnes y recibirá en persona a los delegados estudiantiles, el próximo sábado, en el palacio de La Moneda.

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En Chile van por más (15 08 11)

Los estudiantes afectan la gobernabilidad de Piñera

La posibilidad de convocatoria ciudadana a un referéndum aparece cada vez más clara

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A pesar de que las movilizaciones que vienen desarrollándose en la capital chilena desde hace diez semanas no dejan de mostrar una aceptación creciente, el gobierno conservador del presidente Sebastián Piñera volvió a ratificar durante el fin de semana que no dará nuevos pasos para abrir canales de diálogo.

En esa misma postura intransigente, el ministerio de Educación, a cargo de Felipe Bulnes, descartó la introducción de nuevos planes de reforma al sistema educativo trasandino, el centro de la disputa.

En un intento de zanjar dos posiciones que comienzan a no tener ningún punto de contacto, desde el Senado surgió la propuesta de establecer una mesa de diálogo en el ámbito del Poder Legislativo; sin embargo los representantes estudiantiles –en especial la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech)- rechazó la iniciativa de los senadores, al entender que la Cámara Alta no es el ámbito idóneo para tratar los temas que competen en exclusiva al Poder Ejecutivo, y que éste ha manifestado su voluntad de no transigir con sus demandas.

Camila Vallejo, la presidenta de la Confech, declaró tras una asamblea de alumnos que el gremio ha decidido no negociar con el gobierno de Piñera, hasta tanto éste no responda a sus reclamos de “instalar una educación pública, gratuita y de calidad”.

Las declaraciones de la dirigente muestran hasta qué punto la escalada de las reivindicaciones ha ido ascendiendo en los propios reclamos: hace dos meses, cuando comenzaron a surgir las primeras marchas, las peticiones de los colectivos juveniles estaban muy lejos de las aspiraciones maximalistas que a estas alturas reclaman.

La falta de reacción de la Administración Piñera, al negarse a ningún tipo de negociación con las organizaciones de estudiantes, fue empujando los reclamos al alza, y el apoyo social –con cacerolazos en las esquinas de los barrios de clase media prácticamente todas las noches- llevó a que los jóvenes ahora exijan un cambio radical de las estructuras educativas heredadas del período dictatorial chileno, o nada.

Los líderes de los jóvenes, tras la multitudinaria asamblea que realizaron a últimas horas de la tarde de ayer en la ciudad de Concepción, a unos 500 kilómetros al Sur de la capital, ratificaron que convocarán a un plebiscito, para que sea la ciudadanía chilena toda la que decida sobre el modelo educativo.

La convocatoria de firmas para llevar adelante la iniciativa civil, en los términos previstos por la Constitución, se motoriza por una página web habilitada especialmente para tal fin, y por las redes sociales; y la cantidad de apoyos recabados en los primeros días de implementado el sitio en Internet es muy sustantivo.

Un referéndum convocado de esta manera no sólo afectaría al tema de la educación, sino a la gestión entera del presidente Sebastián Piñera, que ve cómo el protagonismo juvenil pone límites cada vez más concretos a la gobernabilidad de su Administración.

Mano derecha, y dura

La emergencia de contestación social en Chile tiene pocos elementos en común con la vivida a fines de la semana pasada en Londres, pero sus gobierno –que coinciden en su orientación conservadora- están apelando a los mismos discursos y herramientas para hacer frente a un fenómeno que, en última instancia, sólo podría ser abordado considerando sus más profundas causas sociales.

Por el contrario, la Administración Piñera, como el gobierno “tory” de David Cameron, supone que dándole mayores atribuciones a las fuerzas policiales, y aumentando el grado de represión de las movilizaciones urbanas, podrán capear el temporal.

Los jóvenes chilenos ratificaron el paro nacional de este jueves, y se adherirán a la huelga convocada para el 24 y 25 de agosto.

Y como respuesta, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, anunció que remitirá al parlamento un proyecto destinado a endurecer la legislación sobre desórdenes públicos, y prohibir las “gorras, pañuelos o elementos que cubran el rostro”.

Sólo falta que se le ocurra suspender las redes sociales, como Cameron en Londres.

N. G. S.

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Terco y duro como una pared (12 08 11)

Piñera dice que no cederá, y siguen las movilizaciones

Los estudiantes confirman el paro del 18, y los gremios otro para el 24 de agosto

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El presidente chileno Sebastián Piñera volvió a ratificar ayer la decisión adoptada por su gobierno, de no volver a considerar reformas al sistema educativo trasandino, tal como reclama desde hace nueve semanas un arco amplio de organizaciones juveniles con el apoyo de diversos sectores sociales.

El mandatario cerró la vía de negociación con los manifestantes con una frase rotunda: “nada es gratis en la vida”, sostuvo, haciendo hincapié en el principal reclamo de los colectivos estudiantiles, que promueven el cambio de paradigma de la escolaridad chilena, basado en una educación privada, por un servicio educativo público, laico, gratuito y de calidad.

El jefe del Ejecutivo, por el contrario, ratificó ayer el actual modelo al promulgar la denominada “ley de calidad educativa”, que mantiene sustancialmente la modalidad de instituciones de enseñanza primaria, media y superior, estructuradas originalmente durante el período dictatorial comandado por el general Augusto Pinochet, y que no ha sido cuestionado en sus bases durante las cuatro presidencias de la Concertación de centroizquierda que gobernó Chile desde la transición democrática hasta el año pasado.

Frente a la ratificación de la política oficial, los estudiantes ya adelantaron que rechazarán la ley recién promulgada, y sostendrán el estado de movilización social en las calles de Santiago y de las principales ciudades chilenas durante las próximas semanas.

Contestando a la crítica de que el gobierno no habilita vías de diálogo con los actores de las protestas, el ministro de Educación de la gestión Piñera, Felipe Bulnes, afirmó en la víspera que está en el ánimo del gobierno conversar con los jóvenes, e inclusive que habría algunos sectores de estudiantes “que consideran que se podría trabajar perfectamente a partir de las 21 medidas (planteadas por el Gobierno) pero vemos que se están imponiendo los sectores más intransigentes”, dijo, cuando los dirigentes estudiantiles anunciaron que no participarán de la mesa convocada por el ministerio de Educación.

Los gremios de profesores tampoco asistirán a esa instancia, por considerar que los 21 puntos de la propuesta oficialista no cambian en nada las estructuras educativas vigentes.

Aumentando el enfrentamiento con el Ejecutivo, la conducción de las asociaciones universitarias confirmó la convocatoria a un paro nacional activo, con renovadas marchas multitudinarias cruzando Santiago, para el próximo 18 de agosto.

A su vez, y demostrando cómo los reclamos juveniles comienzan a involucrar a los demás actores sociales en el clima de protesta a nivel nacional, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) convocó a dos jornadas sucesivas de movilización y paro general, para el 24 y 25 de este mes.

Si las huelgas organizadas tuvieran un acatamiento masivo, podrían reunirse las firmas suficientes como para obligar a la convocatoria de un plebiscito. Un referéndum implicaría un duro revés para el gobierno conservador.

Ayer, el presidente volvía a convocar a su gabinete para analizar el avance de la crisis política motorizada por los estudiantes.

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“La mayoría decide”

Tanto la concentración de más de 200.000 personas lograda por los estudiantes universitarios y secundarios chilenos esta semana, como el apoyo de los “cacerolazos” que se repiten en las esquinas de los barrios de clase media noche a noche, han llevado a los movilizados a apostar por la  realización de un referéndum nacional, que junto con influir en el pulso sobre la cuestión educativa, también sería un termómetro para medir la acción general de la presidencia de Sebastián Piñera a mediados de su mandato.

Apostando a los controles democráticos del sistema, los estudiantes han armado una página web para juntar las firmas que constitucionalmente requiere una convocatoria ciudadana para obligar a un plebiscito. El sitio web se denomina “La mayoría decide” (http://www.lamayoriadecide.cl), y durante las primeras horas de funcionamiento ya había acumulado cerca de 18.000 firmas.

Sombras de la dictadura

En medio del debate social que vive el gobierno y la sociedad por el sistema educativo, una de las rémoras del período dictatorial, ayer se conoció el denominado Informe Valech, fruto de la comisión independiente de la verdad, que busca establecer los casos de prisión política, tortura y desapariciones forzadas durante aquel negro período del país vecino.

El informe incorpora 32.000 nuevos casos de violaciones a los derechos humanos en esta nueva versión, que culmina el proceso de búsqueda de datos iniciado en 1990.

Entonces, el Informe Rettig había establecido un total de 2.279 detenidos, desaparecidos y ejecutados políticos durante la dictadura del general Pinochet, y fue presentado en 2005 al presidente Ricardo Lagos. Esta nueva versión será entregada a Sebastián Piñera el próximo 17 de agosto, apenas unas horas antes de que los estudiantes comiencen su paro nacional.

 

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Los dilemas de Sebastián (11 08 11)

Piñera se debate entre la confrontación y el plebiscito

Gestos explícitos de los jóvenes chilenos en sus mensajes al Presidente de la República. Convocan a un gran paro nacional y más movilizaciones

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A pesar de la contundencia de la movilización del martes, que paralizó el centro de la capital chilena con multitudinarias columnas de manifestantes, calculados en unas doscientas mil personas, el presidente Sebastián Piñera parece haber decidido la vía confrontativa en lugar de abrir nuevos espacios de diálogo con los actores de las protestas.

Luego de una reunión con su equipo de gestión, entre los cuales se cuentan algunos dirigentes muy vinculados al período dictatorial chileno, el jefe del Ejecutivo trasandino afirmó ayer que no prevé estudiar ningún punto de los reclamados por los estudiantes movilizados, y que por lo tanto su gobierno no presentará nuevas propuestas para reformar el sistema educativo vigente, que constituye el punto central de los reclamos estudiantiles.

En su lugar, el mandatario insistió en que los jóvenes deben desmovilizarse y “retornar a sus institutos” escolares, donde los invitó a que “consideraran más detenidamente” las 21 medidas presentadas por el ministro de Educación, Felipe Bulnes, la semana pasada.

“No hay nuevas propuestas, el gobierno ya ha decidido que la que entregó el lunes pasado es suficiente”, declaró el vocero presidencial, Andrés Chadwick, en el casa de gobierno de La Moneda.

La cerrada negativa a un diálogo ampliado, e inclusive el tono desafiante de la postura oficial, provocó de inmediato un recrudecimiento de la acción estudiantil, que en la tarde de ayer planificaba nuevas acciones para los próximos días.

La dirigencia de las organizaciones de estudiantes, especialmente la federación universitaria, ya había rechazado el plan de 21 puntos de la Administración Piñera cuando fue presentada, ya que entiende que de ninguna manera apunta a modificar estructuralmente el sistema educativo, al que achacan de compartimentado, privatizado, de baja calidad y reproductor del statu quo social.

Frente a la postura gubernamental, ayer anunciaban que no volverán a discutir ese documento, y que protestarán con nuevas manifestaciones por el centro de la capital durante el día de hoy.

Asimismo, plantearon una nueva vuelta de tuerca en el enfrentamiento con las autoridades nacionales, al convocar a un paro nacional para el próximo 18 de agosto.

Las mediciones de impacto de los últimos días muestran que los jóvenes movilizados tienen un creciente apoyo en los más diversos sectores, acumulando una aceptación social muy superior a la que disfruta el propio presidente de la República: mientras que 8 de cada 10 chilenos apoya la protesta juvenil, Sebastián Piñera apenas mide un 26 por ciento de imagen positiva, la más baja de un mandatario del período democrático.

Con estos porcentajes a la vista, y empujados por la arrolladora muestra de fuerza de la marcha de esta semana, los líderes de las asociaciones estudiantiles han comenzado a recoger firmas para forzar la celebración de un referéndum, que de prosperar pondría en aprietos toda la gestión del gobierno derechas.

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Chile: Juventud, divino tesoro (10 08 11)

Cien mil estudiantes marchan contra Piñera en Santiago

Las protestas por la reforma educativa llevan a enfrentamientos con la policía

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El gobierno chileno de Sebastián Piñera soporta una inédita contestación social multitudinaria protagonizada por jóvenes estudiantes, que crece a diario tanto en número como en la índole de los reclamos, y hunde más la desprestigiada popularidad del Ejecutivo conservador.

Las movilizaciones estudiantiles comenzaron en mayo, solicitando una revisión del sistema educativo trasandino, que se estructura en base a compartimentos muy estancos, donde la elección del instituto en el que un alumno inicia los estudios condiciona en gran medida toda la carrera académica, y donde la iniciativa privada –asociada a niveles mediocres de calidad en la prestación del servicio- ocupa un lugar prioritario ante a la enseñanza pública.

Frente a ese esquema, que fue implementado durante el período dictatorial comandado por el general Augusto Pinochet y no ha tenido modificaciones de relevancia durante las cinco presidencias democráticas que le sucedieron, los jóvenes chilenos reivindican en pancartas y consignas el sistema argentino de educación laica, gratuita y de alta calidad, al que tienen como referente.

Pero la forma en que el gobierno reaccionó a estas movilizaciones centradas en el cambio de las modalidades y estructuras de enseñanza, ha llevado a una agudización de la crisis, con un abanico más extenso de reclamos, y con un número diariamente mayor de manifestantes, hasta el pico de la marcha de la víspera, donde la capital fue prácticamente ocupada por una multitud de jóvenes –se calculó una columna de cien mil manifestantes- como no se registraba en Santiago desde las jornadas de la recuperación democrática, hace veinte años.

La reacción juvenil, además, ha sido alimentada por las maneras violentas dispuestas por el gobierno central, que instruyó a los Carabineros (fuerzas de policía con estructura militarizada) que reprimieran las manifestaciones de protesta.

Las fotografías que han circulado por las redes sociales durante los últimos días (los medios de prensa gráfica han atenuado la crónica de las protestas, tanto en Chile como en Argentina) son de una contundencia alarmante, con efectivos de seguridad golpeando, persiguiendo y ejerciendo diversos actos de violencia física contra jóvenes y aún contra niños.

Ante los reclamos de organizaciones estudiantiles y de derechos humanos, el ministro del Interior del gobierno de Piñera, Rodrigo Hinzpeter, respaldó sin fisuras el accionar de los Carabineros, y sostuvo la teoría de que las protestas son alimentadas por “elementos extraños infiltrados” en la asociaciones estudiantiles, cuyos dirigentes han perdido el control.

En la tarde de ayer, luego de la multitudinaria marcha, cuando las columnas comenzaban a desmovilizarse un grupo de unos 200 jóvenes hizo frente a la policía, arrojando piedras desde barricadas hechas con autos incendiados, en una imagen que parecía un reflejo de la que mostraba Londres por las mismas horas: un gobierno que no reacciona, caos, espiral creciente de violencia, y una crisis desbocada que aún no encuentra un cauce.

Protesta de hambre

Las formas en que los jóvenes chilenos van acorralando al gobierno de derechas de Sebastián Piñera no son sólo multitudinarias, sino también originales e ingeniosas.

Las marchan se complementan con “exposiciones” de cartuchos de gas lacrimógeno con que los reprimen los Carabineros, hasta una huelga de hambre que lleva ya tres semanas. 33 estudiantes secundarios llevan más de veinte días de ayuno, y a pesar que la sala donde llevan adelante la protesta fue atacada con bombas de gases lanzadas por los Carabineros, que destrozaron los vidrios de puertas y ventanas, amenazan con profundizarla hacia una “huelga de hambre seca”, que a su edad (tienen entre 16 y 18 años) podría conllevar riesgos de salud.

Las protestas juveniles han logrado despertar la conciencia social chilena, que se ha volcado a apoyarlos. Junto a la estrepitosa caída de la popularidad del presidente (un 26 por ciento, la menor de todo el período democrático), los estudiantes ya acumulan un respaldo del 80 por ciento de la población, que se suma con cacerolazos a sus actos revivindicativos, ante el desconcierto gubernamental.

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tiempo de palos en Santiago (27 07 11)

Vuelve la represión a Chile y detienen a estudiantes

El gobierno de Sebastián Piñera no logra encauzar la movilización juvenil  

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La espiral de marchas y movilizaciones estudiantiles en la capital chilena siguen en ascenso, a pesar de que el gobierno de Sebastián Piñera impulsó recientemente una reforma del gabinete del Poder Ejecutivo, removiendo al cuestionado ministro de Educación, que estaba en la mira de la agitación juvenil, reemplazándolo por Felipe Bulnes.

Sin embargo, el cambio de secretarios de Estado, y las mayores cuotas de poder obtenidas por la derechista Unión Democrática Independiente (UDI), uno de los socios en la coalición gobernante más cercanos al pasado dictatorial del pinochetismo, lejos de poner paños fríos al conflicto con los estudiantes ha terminado por exacerbar los ánimos.

Los líderes de la movilización juvenil venían sosteniendo que la derechización del gabinete del presidente de la República conduciría a un aumento en la tensión social, y la detención ayer de un grupo de treinta estudiantes que protestaban frente a las oficinas de la delegación chilena del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), volvió a traer a Santiago imágenes de represión social a las manifestaciones callejeras que no se habían vuelto a repetir desde las postrimerías de la dictadura.

Los voceros del movimiento juvenil afirmaron que los Carabineros (una fuerza policial militarizada) “reprimieron en forma excesiva” a los concentrados frente a las dependencias del organismo internacional, golpeando a los chicos, alguno de los cuales tuvo que ser hospitalizado sin conocimiento por la fuerza de la carga represiva.

Precisamente el modelo educativo muy compartimentado, que selecciona con estándares rígidos a colectivos diferentes de alumnos, delega la administración de la educación en los municipios y promueve fuertemente las empresas educativas privadas, es una de las herencias del período autoritario comandado por el general Augusto Pinochet, y contra el cual los estudiantes secundarios y universitarios han iniciado una batalla social de fondo, que está impactando en la gobernabilidad de la administración conservadora de Sebastián Piñera.

La protesta juvenil, además, se ha ido radicalizando durante los últimos dos meses, y a estas alturas los estudiantes ya exigen una educación general, abierta, gratuita, y de calidad para todos, desechando el modelo vigente de múltiples compartimentos y diferentes niveles de calidad al interior del sistema.

Las protestas han confluido en una huelga de hambre colectiva de estudiantes, en un momento en que los poderosos sindicatos de Codelco, la confederación del cobre, evalúan sumarse al paro de La Escondida, la mina de cobre más grande del mundo y que hoy cumple su sexto día de huelga por reclamos salariales.

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La intervención en Libia reverdece la protesta árabe (21 03 11)

Las fuerzas aliadas neutralizan el ataque de la aviación libia

Las protestas aperturistas vuelven a tomar cuerpo tras las represiones en Siria y en Bahrein

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Desde Chile, adonde llegó procedente de Brasil, el presidente estadounidense Barack Obama afirmó que la “primera fase de la intervención militar aliada en Libia está concluida”, al tiempo que volvió a ratificar que las tropas de su país no invadirán por tierra el país norafricano ni perseguirán al coronel Muhammar el Khaddafi militarmente, sino que presionarán para que el mandatario negocie su alejamiento del poder.

“La posición estadounidense es que Khaddafi tiene que irse”, sostuvo Obama en la conferencia de prensa junto al presidente chileno Sebastián Piñera, reiterando la postura de que la intervención se decidió para proteger a la población civil y en el marco del consenso de las Naciones Unidas, “nuestra acción militar es en apoyo de un mandato internacional del Consejo de Seguridad, que se centra específicamente en la amenaza que el coronel Khaddafi supone para su pueblo”, sostuvo Obama.

En el mismo sentido, desde Londres el primer ministro David Cameron coincidió en que la primera etapa del ataque se ha saldado satisfactoriamente, al “hacer posible la aplicación segura de una zona de exclusión aérea”; al mismo tiempo, sostuvo que la urgencia de la intervención aliada respondió a “prevenir una matanza” que las tropas gubernamentales estaban dispuestas a ejecutar en Bengasi.

Sobre el territorio libio, mientras tanto, los insurgentes –que han recibido la intervención aliada como un apoyo que puede volver a equilibrar la balanza de fuerzas- han relatado a la cadena Al Jazeera que los francotiradores y los paramilitares de los Comités de la Revolución afines al gobierno han ocupado el lugar de los soldadores regulares de Khaddafi, lo que abre una nueva etapa de la guerra al interior de las ciudades ocupadas.

El canal Al Arabiya informó que el gobierno de Trípoli solicitó una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, tras sostener que ha acatado el cese de fuego impuesto por la resolución 1.973 adoptada por el organismo el viernes pasado, extremo que los responsables militares de la Alianza Atlántica (OTAN) rechazan como falso.

A pesar de las críticas, la acción aliada no ha sido condenada por la sociedad internacional; sólo Venezuela, Uruguay, Ecuador y Nicaragua hicieron llegar notas de protestas al secretario general de la ONU, Ban ki Moon. Y el primer ministro ruso, Vladimir Putin, que había sostenido que la intervención le recordaba una “nueva cruzada” medieval, fue desautorizado por el presidente Dmitri Medvédev. El jefe del Kremlin sostuvo que Rusia “no considera equivocada la resolución 1.973, porque refleja nuestra comprensión de los sucesos”.

La revuelta árabe, por lo demás, sigue extendiéndose por la región de Oriente Medio, y en Yemen –donde una violente represión de manifestantes acaba de saldarse con 52 muertos- una parte del Ejército desertó para ponerse del lado de los sublevados.

Decenas de oficiales, incluyendo a tres generales, y suboficiales enviaban ayer a sus soldados a proteger a los manifestantes que piden la renuncia del presidente Alí Abdallah Salé.

 

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