Humo en la colmena iraquí
.
por Nelson Gustavo Specchia
.
![Nelson G. Specchia - Irak elecciones 2](https://indianadequesada.wordpress.com/wp-content/uploads/2010/03/irak-elecciones-2.jpg?w=500)
.
El domingo de la semana pasada, se realizaron en Irak las elecciones para renovar las cámaras del Poder Legislativo (y, en un sistema parlamentario, elegir también al futuro Poder Ejecutivo). Desde la invasión de 2003 por las tropas estadounidenses, con el apoyo de los ingleses y los españoles y sin el consentimiento de las Naciones Unidas, esta fue la tercera convocatoria a las urnas para los iraquíes, con la presencia de un ejército ocupante en su suelo.
.
Sin embargo, los objetivos políticos que empujaron a aquella aventura bélica están lejos de cumplirse. Ni el derrocamiento de la dictadura de Saddam Hussein, ni la presencia militar norteamericana, ni el proceso de “desbaasificación”, ni el soporte tutelar a los políticos chiítas del actual gobierno de Nuri al Maliki, han llevado a implantar un andamiaje en que se sustente un sistema democrático sólido. Frente a ello, las tensiones étnicas, religiosas, culturales y sociales presentes en el damero del país más dividido de Medio Oriente se mantienen.
.
Y las elecciones del domingo, sin ningún vencedor claro (y sí con varios derrotados evidentes, comenzando por la potencia ocupante) se presentan como una bocanada de humo que sólo momentáneamente parece haber aplacado al avispero político iraquí. La gran pregunta, entonces, es qué pasará una vez que el humo se haya disipado, y las tensiones vuelvan a ocupar el centro de la colmena.
.
En la tristemente famosa Cumbre de las Azores, George W. Bush se reunión con el premier laborista británico Tony Blair, y con el presidente conservador del gobierno español, José María Aznar, y decidieron la invasión a Irak, para “desactivar la amenaza nuclear de armas de destrucción masiva” que supuestamente la dictadura de Saddam Hussein, con el apoyo de las minorías sunnitas nucleadas en el Partido Baas, había construido y apuntado hacia Occidente. En aquella reunión, los tres líderes, contra todo consejo de organismos técnicos especializados –en el sentido de que no había armas atómicas en Bagdad- y a espaldas de la comunidad internacional, decidieron lanzar la acción militar que, anunciaron, sería rápida, eficaz, y de corta duración. Siguiendo este librero, las tropas entraron en Irak el 20 de marzo de 2003 y dos meses después, el 1 de mayo de ese año, a bordo del portaaviones Abraham Lincoln, un sonriente George W. Bush, con chaqueta de soldado, anunció: “misión cumplida”. Pero nada había terminado. Por el contrario, comenzaba el fango de cómo salir de allí sin dejar un caos a su espalda. El gobierno norteamericano aun chapotea en ese barro.
.
Democracia forzada
Concluyeron que sin un sistema democrático medianamente estable, abandonar Irak a las fuerzas y a las tensiones étnicas y religiosas sería una catástrofe política y humanitaria. Entonces comenzaron a trazar alianzas con los viejos enemigos internos de Saddam, los colectivos árabes musulmanes de confesión chiíta, y las tribus kurdas (mayoritariamente chiítas también) de los territorios del norte. Con estos sectores se negoció una Constitución, que prevé espacios fijos en la integración del Parlamento para cada sector religioso, que se aprobó en 2005. Los grandes perdedores de este proceso fueron los sunnitas, y en un acto de justicia que se pareció demasiado a una revancha tribal, Saddam fue colgado de una soga, en una imagen que recorrió todo el mundo, en diciembre de 2006.
.
Los resultados políticos de esta negociación fueron múltiples y complejos, pero vale rescatar dos de ellos: los sunnitas a los que se relegó en el proceso, tienen lazos muy fuertes con todos los países árabes de Oriente, muy especialmente con la principal potencia económica del golfo, la monarquía familiar de ese desierto inmenso asentado sobre lagos de petróleo que es Arabia Saudita. Por otro lado, son también sunnitas los apoyos de la red Al Qaeda. El segundo resultado, a nivel regional, es que al otorgar el gobierno a los chiítas, se potenció la comunicación con el otro Estado gobernado por esa interpretación del mahometanismo: la República Islámica de Irán. Y su presidente, Mahmmoud Ahmadinejad sí tiene –a diferencia de Saddam- posibilidades ciertas de hacerse con la bomba atómica.
.
Al haber quedado fuera de los repartos de la torta del poder, los sunnitas más radicales, con obvias conexiones con Al Qaeda, vienen sembrando el terror en el escenario urbano iraquí en los últimos siete años, con atentados muy violentos y espectaculares, cometidos por suicidas. En las elecciones pasadas, en 2005, los atentados fueron funcionales al boicot al proceso electoral y a la deslegitimación del gobierno de los partidos chiítas. Y uno de los mayores temores era que el domingo pasado se repitiera esa estrategia, y Al Qaeda hiciera volar por los aires los centros de votación con los votantes adentro. Afortunadamente el baño de sangre no ha ocurrido, aunque eso no signifique que la hipótesis del estallido de una guerra civil abierta haya sido conjurado.
.
Elecciones y gobernabilidad
En lugar de hacer estallar las elecciones, los sunnitas esta vez decidieron participar de ellas. Podría haber sido una buena noticia, si no fuese porque con su participación el panorama político se complejiza aun más, si cabe. Y realmente pone en duda las posibilidades de gobernabilidad, en el momento en que Barack Obama decide finalmente retirar a sus soldados y dejar a Irak librado a su suerte.
.
De la votación del domingo no habrá resultados confiables hasta fines de este mes. El primer ministro Nuri al Maliki afirma que su coalición de chiítas confesionales ha triunfado en 9 de las 18 provincias iraquíes. En la integración del Parlamento de 325 escaños, 119 se han reservado para las zonas chiítas y 70 a las sunnitas (con 15 sillas para las otras minorías religiosas). Pero los sectores chiítas no confesionales, que lidera el ex primer ministro Iyad Allawi, posiblemente hayan logrado emparejar muy cercanamente los resultados del sector de Al Maliki, lo que dejaría un Parlamento empantanado en dos bloques numéricamente iguales, o casi: los 40 partidos nucleados en la alianza “Estado de Derecho” que apoya a Al Maliki, asociados al Consejo Supremo Islámico, por un lado, y por el otro el arco de agrupaciones que obedecen a Iyad Allawi. Este empate técnico haría muy difícil la constitución de un nuevo gobierno, y aún más difícil asegurar una mínima gobernabilidad interna.
.
Si el domingo electoral apenas ha echado una bocanada de humo, y lo que viene es la retirada del ejército norteamericano y el recrudecimiento de las tensiones interétnicas y religiosas que hacen prever aumentos en los grados de violencia política, a siete años de la invasión y de la guerra de Irak, ¿quién ha ganado?
.
A nivel interno, es difícil saberlo. Pero a nivel regional, los estrechos lazos entre los sectores que coparán el Parlamento iraquí y los grupos religiosos y militares que dominan el escenario político en la República Islámica de Irán, me hacen pensar que es en Teherán –y no en Washington- donde están festejando el resultado de las elecciones iraquíes.
.
.
nelson.specchia@gmail.com
.