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Se enfría el Mar Amarillo: no habrá guerra, por ahora (21 12 10)

SE DESCOMPRIME LA TENSIÓN MILITAR ENTRE COREA DEL NORTE Y DEL SUR

La amenaza norcoreana de represalias por las maniobras del Sur no se concreta

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La espiral de tensión creciente entre las dos Coreas parece haber frenado, luego de que Rusia y China convocaran a una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), ayer en Nueva York. Si bien la sesión del alto cuerpo no se saldó con un documento de consenso entre las potencias globales, tal como pretendían los convocantes, la iniciativa de Moscú y Pekín –que en el fondo evidenciaba un respaldo tácito al régimen comunista del sector Norte de la península coreana- sirvió para descomprimir la situación.

Luego de la reunión del Consejo de Seguridad, China pidió públicamente que las partes implicadas en la cuestión de la península coreana (esto es, no solamente las dos Coreas, sino también los países aliados) “mantengan la máxima contención para evitar una escalada”, ya que “la paz y la estabilidad corresponden a los intereses de todas las partes concernientes”, según sostuvo la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Jiang Yu.

Así, el ejército norcoreano no cumplió con su amenaza de utilizar fuerza de artillería contra las maniobras militares de Corea del Sur, en las que participaban también naves de guerra estadounidenses.

Tal como había adelantado el gobierno de Seúl, una acción de ese tipo hubiera significado el reinicio de las hostilidades, frágilmente suspendidas por el armisticio de 1953, con el bombardeo aéreo de Pyongyang.

Desde esta capital, el régimen comandado por Kim Sung-il y su familia anunció que “no valía la pena reaccionar a las provocaciones” del Sur, en declaraciones a la agencia estatal de prensa. Detrás de esta decisión militar puede apreciarse claramente la influencia de la diplomacia china, principal aliado y sostenedor económico del régimen norcoreano.

Los norteamericanos, por su parte, pueden haber alentado la finalización de las maniobras, que se habían anunciado de largo alcance pero Corea del Sur decidió concluirlas ayer mismo, tras una hora y media de pruebas con fuego real en la isla de Yeonpyeong, bombardeada el 23 de noviembre por los norcoreanos que reivindican su soberanía.

Las maniobras militares en la imprecisa frontera marítima entre ambos países se desarrollan, además, en las inmediaciones de las costas chinas del Mar Amarillo, lo que supone un riego adicional para el gigante asiático.

El ejército de los Estados Unidos de América posee una dotación de 28.500 soldados, en forma permanente, estacionados en Corea del Sur en carácter de “fuerza disuasoria”.

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G-20: monedas más, monedas menos… (12 11 10)

EL G-20 DE CIERRA SIN AVANCES EN LA ARMONIZACIÓN DE POLÍTICAS MONETARIAS

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Finalmente, las esperadas medidas para frenar la tan mentada “guerra de monedas”, que en la reunión del Grupo de los 20 (G-20) en Corea del Sur se indicaba como el principal objetivo a alcanzar, no formará parte del documento de clausura de la cumbre, que se prevé firmar hoy.

Las delegaciones gubernamentales no han logrado un acuerdo sobre la necesidad de evitar los desequilibrios en las balanzas comerciales. Ni siquiera una extensa reunión personal entre las dos principales figuras presentes en Seúl, el presidente estadounidense, Barack Obama, y el líder de la República Popular China, Hu Jintao, logró destrabar los obstáculos a un acuerdo; tras más de 80 minutos de reunión privada, los voceros de ambos gobiernos admitieron que de momento no se rubricarán acuerdos globales sobre cómo alentar el crecimiento económico y mejorar las balanzas comerciales entre grandes exportadores e importadores netos.

El jefe de la Casa Blanca venía anunciando en los últimos días que China, principal proveedor de productos manufacturados al mercado norteamericano, debía controlar su política monetaria mediante una aceleración de la apreciación cambiaria, ya que las sutiles pero persistentes devaluaciones del yuan, dado el inmenso volumen de los intercambios, provoca un desbalance comercial importante en perjuicio de la economía estadounidense.

Como prueba, el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, afirmó que la Administración Obama nunca buscará “debilitar nuestra moneda como herramienta para ganar ventaja competitiva”, aunque los funcionarios chinos critican la decisión de la Reserva Federal de salir a inundar el mercado monetario con más de 600.000 millones de dólares durante los próximos ocho meses a través de la compra de deuda.

Ambos extremos constituyen una abierta “guerra de monedas” que sólo puede amortizarse por la vía del entendimiento conjunto de las grandes potencias, y se esperaba que la cita del G-20 en la capital coreana pudiera ser el escenario de un acuerdo de esas características.

El dirigente chino ofreció, en cambio, otra perspectiva, Hu dijo que su gobierno considera que el G-20 debería centrar su atención en la solución de los desequilibrios entre los países desarrollados y los en vías de desarrollo, al tiempo que volvía a ratificar la discrecionalidad interna de China para regular el valor de su moneda.

Según las principales bolsas del mundo, el yuan alcanzó ayer su máximo en 17 años frente al dólar, y acumula una suba de 3 por ciento desde junio pasado.

El presidente saliente de Brasil, por su parte, sostuvo que la “guerra de divisas” entre los grandes terminará afectando necesariamente a las economías emergentes, por lo que propuso abandonar el monopolio del dólar estadounidense como divisa de referencia de la economía mundial, como ya lo están haciendo los socios del BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

Las posturas y las tendencias divulgadas en Seúl abren un serio debate en torno a cambios estructurales en el sistema financiero internacional.

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Obama, el amigo hindú (08 11 10)

OBAMA RESPALDA EL INGRESO DE LA INDIA AL CONSEJO DE SEGURIDAD

El fortalecimiento de las relaciones con India provocará un nuevo equilibrio global

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El presidente estadounidense, Barack Obama, produjo el más importante giro en la esperada reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), al señalar ayer que su país –la principal potencia dominante en la organización multilateral- apoyará las aspiraciones de la India para integrarse como miembro permanente.

El Consejo de Seguridad es el auténtico centro neurálgico de los equilibrios internacionales, está compuesto por solo cinco asientos permanentes (EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Rusia y China), todos con poder de veto sobre las decisiones de la organización.

La aceptación por parte del líder norteamericano de las aspiraciones hindúes implica un reconocimiento al papel de creciente relevancia del país-continente como potencia emergente, y un nuevo equilibrio de poder frente al ascenso de China. Con 1.200 millones de habitantes, una economía en crecimiento permanente y una democracia de masas que funciona, India invoca su derecho a sentarse entre las naciones que gobiernan el mundo.

Obama, en su presentación, admitió que las nuevas realidades y equilibrios de fuerzas del mundo del siglo XXI debe tener un correlato en la reforma de las instituciones internacionales. Con esta misma argumentación, desde hace tiempo el presidente brasileño, Lula da Silva, viene bregando por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad para Brasil; Alemania y Japón, que quedaron fuera de la arquitectura multilateral de la organización tras su derrota en la segunda Guerra Mundial, tienen las mismas pretensiones; pero de los diversos aspirantes, el jefe de la Casa Blanca ha decidido priorizar a la India.

El anuncio se enmarca en una serie de nuevas modalidades de relacionamiento bilateral entre los Estados Unidos y la India, que Barack Obama no ha dudado en definir como una relación que marcará el nuevo tiempo político global.

También para India implica un cambio sustantivo en su postura frente a las iniciativas de la potencia norteamericana, ya que en el pasado reciente ha estado lejos de alinearse con las políticas de Washington: durante una buena parte del siglo XX Nueva Delhi tuvo un diálogo especial con la Unión Soviética, mientras la estrategia norteamericana apoyaba de forma prioritaria su alianza con Pakistán, el histórico rival hindú.

El presidente norteamericano hizo pública su iniciativa frente al Parlamento hindú, en un discurso que fue interrumpido varias veces por los aplausos; en él Obama calificó a India de un «socio irrenunciable», además de «un actor clave en la escena mundial».

La escala en Nueva Delhi es la primera de una gira de Barack Obama por Oriente, en la cual visitará también Indonesia, Corea del Sur y Japón, justo antes de la apertura de la reunión del G-20 en Seúl, en la que participará también la presidenta argentina Cristina Fernández, y que se centrará en acordar medidas conjuntas que equilibren el nuevo proteccionismo de los grandes productores por vía de la devaluación unilateral de la moneda, como está haciendo China en estos días.

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Crispación coreana (28 05 10)

Crispación coreana

por Nelson Gustavo Specchia

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Pyongyang era, en aquellos juveniles años ‘60, uno de los múltiples nombres de la libertad y de la revolución. Las vueltas de la historia, sin embargo, la han ido relegando hacia los márgenes, hacia esas oscuras trastiendas donde se reservan, como piezas de museo o de feria, los proyectos fallidos. Hoy Pyongyang es la sede de un pobre tirano, bajito y acomplejado, que a pesar de su aislamiento logra que el vetusto régimen que preside llegue a los titulares de los periódicos de todo el mundo.

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Estas emergencias de protagonismo de Kim Jong Il generalmente toman la forma de amenazas. Realiza pruebas nucleares subterráneas; o dispara misiles sobre el cielo de Japón. Aunque, preferentemente, sus desafíos se dirigen hacia el sur de la península. En marzo, un misil hundió una nave militar del sur, y perecieron 46 marineros. La espiral de amenazas a raíz de ese incidente, ha llevado a que el clima belicista entre las dos Coreas se tensione; que Hillary Clinton haya tenido que viajar de urgencia a Seúl para ratificar la alianza de los Estados Unidos con el régimen surcoreano; que las bolsas del mundo agreguen un elemento más de inestabilidad a los del quebradizo panorama en Europa; y a que el presidente Barack Obama vea cercano un nuevo frente de conflicto, adicional a los que en Oriente rebalsan la agenda.

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La tensión entre la República Popular Democrática de Corea (el nombre tributario del “socialismo real” que conserva el Estado comunista del Norte), y la República de Corea, el país occidentalizado y capitalista, es de vieja data. Comenzó con la propia partición, en 1945, tras la capitulación japonesa (Japón, en su expansión colonial, se había anexado la península en 1905). Con la rendición del Japón, las tropas soviéticas entraron a Corea desde Manchuria, mientras las fuerzas norteamericanas se asentaban en Seúl. Los estadounidenses apoyaron al partido nacionalista de Syngman Rhee, y favorecieron el nacimiento, en 1948, del nuevo Estado. Stalin ordenó al Ejército Rojo no moverse de sus posiciones, y aupó a Kim Il Sung, el padre del bajito y belicoso líder norcoreano actual, al poder. Aquel primer Kim intentó reunificar la península e invadió el sur en 1950. La “guerra de Corea” que en Occidente popularizó “MASH”, la película de Robert Altman y la serie de televisión con Alan Alda, se extendió hasta 1953. Desde entonces, el paralelo 38, junto a la zona de 250 kilómetros de largo que lo bordea, ha sido una de las líneas de mayor fricción de Asia, supervisada por unos dos millones de soldados apostados en torres de control, plataformas y atalayas.

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En el solitario apoyo al régimen de los Kim, China ocupó pronto el lugar de los soviéticos. Una alianza que agrega –dado el rol de potencia de los chinos- otro elemento de consideración en los equilibrios en Oriente.

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País pobre, liderazgo enigmático

Al presidente heredero de Corea del Norte, Kim Jong Il, lo describen como un hombre retraído y tímido, que se oculta detrás de lentes oscuros y disimula su baja estatura con plataformas en los zapatos y peinados batidos que le agregan un par de centímetros de cabellera. En Europa se lo describe como un playboy tercermundista, gourmet y catador de vinos añejos, mujeriego (las prefiere rubias, y rusas), cinéfilo (tiene una cinemateca privada de más de 20 mil títulos), coleccionista de trenes en miniatura y de objetos de lujo. Pero más allá de estas notas excéntricas, muy poco es lo que puede saberse en realidad de un liderazgo dictatorial y despiadado, que mantiene a la población sumida en una pobreza rayana en la miseria y, al mismo tiempo, fanáticamente militarizada. Y es poco lo que llega a conocerse del hombre que está al frente del último de los regímenes totalitarios de corte estalinista que quedan en el planeta, porque durante medio siglo los gobiernos de los Kim han cerrado a cal y canto el país entero. Sin ninguna posibilidad de prensa independiente, o de corresponsales extranjeros, las noticias que cruzan el paralelo 38 tienen siempre visos de irrealidad, de literatura.

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Una imagen que profundiza en su dimensión ficticia merced al permanente estado de propaganda gubernamental, a las gigantografías que ocupan todos los espacios públicos ensalzando al régimen, y al extendido culto a la personalidad del jefe supremo, a quien todos los medios oficiales denominan “Sol del Siglo”. La hagiografía de Kim Jong Il es exuberante, comienza afirmando que nació en 1942 en el pico montañoso más alto de toda la península, cuando en el cielo se cruzaban dos arco iris y un cometa con larga cola señalaba la cima. Entre todos sus títulos, prefiere que se dirijan a él llamándolo “amado líder”. Kim Jong Un, el tercero de sus hijos, parece ser el elegido para sucederle.

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Tras tan rutilante comienzo, el particular liderazgo comunista hereditario del segundo Kim se convirtió en tiranía frente a la falta de libertades, que encerraron a los casi 25 millones de norcoreanos dentro de las fronteras, y en virtual estado de aislamiento internacional. Para equilibrar la miseria y el hambre, Kim se volcó a la militarización extrema del país. Se calcula que la fuerza militar de Corea del Norte asciende al millón y medio de efectivos, y ese ejército insume el 90 por ciento del presupuesto del Estado.

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Bush incluyó a Corea del Norte en el “eje del mal”, básicamente por la resistencia de Pyongyang a resignar sus planes de desarrollo nuclear con fines bélicos. Merced a estas investigaciones y a las pruebas atómicas que realiza de tanto en tanto, Kim ha generado un circuito de ayudas e intercambios internacionales con sus vecinos, que se parece demasiado a un chantaje liso y llano.

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Un torpedo de más

Desde el armisticio de 1953, la estrategia de Pyongyang ha sido la misma, de diferentes maneras. Amenazar, agredir discursivamente, gestos de desafíos en la zona fronteriza, pruebas atómicas, maniobras militares en las aguas jurisdiccionales. Pero siempre se han detenido en el último borde, antes de que la provocación pudiera ser considerada acto de guerra y no hubiese vuelta atrás.

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El 26 de marzo de este año, sin embargo, se atravesó esa delicada línea. Un torpedo alcanzó a la corbeta surcoreana “Cheonan” en aguas del Mar Amarillo, la hundió y 46 marinos de su tripulación perecieron. Seúl denunció inmediatamente al régimen del Norte, que negó la versión. Las Naciones Unidas se hicieron cargo de la investigación, y acaban de concluir que poseen evidencias que inculpan a la marina de guerra norcoreana.

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Siguiendo con la escalada, la República de Corea anunció la suspensión de los vínculos comerciales con el Norte, y las relaciones diplomáticas se rompieron. El Norte comenzó a expulsar a trabajadores del Sur y a enviar mayores dotaciones de efectivos a la frontera. El armisticio de 1953 puso fin a las hostilidades, pero la paz entre el Norte y el Sur no se firmó nunca, técnicamente ambos Estados permanecen en situación de guerra.

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Luego de que la ONU le impusiera sanciones económicas a Pyongyang por haber realizado una prueba nuclear el año pasado, Kim lo consideró una nueva declaración de guerra, y anunció que podría abandonar el armisticio si las sanciones proseguían. Esto es, que podría atacar militarmente al Sur.

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La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, llegó de urgencia a Seúl esta semana, para intentar frenar una escalada que, con muy poco esfuerzo, puede llevar a incendiar el polvorín del lejano Oriente. Hillary reafirmó los lazos de amistad y alianza militar con Corea del Sur, y dijo que trabajarán juntos en el Consejo de Seguridad de la ONU para definir una respuesta a la beligerancia de Kim Jong Il.

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Clinton consideró probada la implicación de Pyongyang en el hundimiento del “Cheonan”, y aprovechó la censura al Norte para recordar que su gobierno no está dispuesto a tolerar más avances nucleares.

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China y las balanzas

Hace sólo unos días, y frente a la delicada mediación de Lula da Silva y del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan en el conflicto nuclear iraní, China, que tradicionalmente se había negado a apoyar las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU al gobierno de Mahmmoud Ahmadinejad, cambio las fichas, desautorizó la mediación de Brasil y Turquía, y se encolumnó tras la iniciativa estadounidense de las sanciones. ¿Cuál será ahora su rol frente a la espiral de la crispación coreana? ¿Mantendrá su apoyo –tan incondicional como inexplicable- al régimen de Pyongyang, o se avendrá a discutir sanciones en el marco multilateral de las Naciones Unidas?

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Si la ONU finalmente avanza con las sanciones, y ellas logran frenar la escalada militar en torno al paralelo 38, y si China se abstiene de seguir brindándole garrafas de oxígeno, posiblemente el “Sol del Siglo” coreano tenga que enfrentarse a su crepúsculo.

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La alternativa, si acaso, puede ser otra guerra.

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