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Sarkozy contra Europa (10 09 10)

SARKOZY INSISTE EN EXPULSAR GITANOS CONTRA LA UNIÓN EUROPA

La censura de las instituciones comunitarias ha sido tibia e inconducente

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Europa pasa por un período de crisis de valores y de definiciones. En otros tiempos, con líderes consustanciados con los objetivos fundacionales de la Unión Europa, violaciones de la legislación comunitaria como las que acomete en estos días el gobierno francés hubieran sido frenados en seco.

En cambio, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Duráo Barroso, apenas se animó a una débil crítica por las expulsiones de gitanos. El presidente Nicolás Sarkozy va ordenando más de 8.000 expulsiones, violando la Constitución francesa y también la Carta Europea de Derechos Fundamentales, que acaba de entrar en vigencia tras su sanción en el Tratado de Lisboa, hace un año.

La Carta prohíbe “las expulsiones colectivas” y ordena respetar la “libre circulación y residencia” de todos los ciudadanos europeos. Por el sistema de adhesión de la Unión Europea, el derecho comunitario tiene plena vigencia en los tribunales de los Estados-Miembro, y Francia es un país fundador de la comunidad.

Duráo Barroso, en su discurso de esta semana frente a la Eurocámara, apenas ensayó una exhortación a “no despertar los fantasmas del pasado”, sin nombrar a Francia ni a su presidente en forma explícita; aún así, el Parlamento Europeo fue más allá que el jefe del ejecutivo comunitario, y condenó con todas las letras la política de expulsiones.

Desde el Elíseo, el gobierno de la derechista Unión por un Movimiento Popular (UMP) reaccionó por boca del ministro de Inmigración, Eric Besson, quien ratificó el rumbo tomado por Sarkozy y criticó la “caricaturización” que según su criterio ha realizado de esta política el Parlamento Europeo, que insta a Francia a “detener inmediatamente” la deportación de romaníes.

Besson argumenta que los gitanos no están siendo expulsados por su origen étnico, sino como “ciudadanos del país del cual poseen la nacionalidad y que se encuentran ilegalmente” en territorio francés, lo que a todas luces constituye una falacia, ya que la totalidad de los expulsados pertenecen efectivamente a esa minoría étnica y provienen de campamentos de gitanos que han sido desmantelados por decisión del gobierno nacional.

La condena del Parlamento Europeo –la institución comunitaria que representa al pueblo, no a los gobiernos- no es la única nota adversa que enfrenta Sarkozy en estos días, en la víspera la policía allanó la sede centrar de su partido, la UMP, en otro de los coletazos del escándalo Bettencourt, que sigue concentrando la atención sobre el ministro de Trabajo, Eric Woerth.

Sarkozy insiste con respaldar a Woerth, pero la investigación judicial sobre financiación ilegal y tráfico de influencias, motivada por el trato preferencial con que el ministro habría pagado las aportaciones económicas de la empresa de cosméticos a la UMP, amenaza con no terminar junto con el verano boreal.

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nelson.specchia@gmail.com

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L’Oréal: comienzan los juicios (20 07 10)

Francia

EL ESCÁNDALO L’ÓRÉAL COMIENZA A VENTILARSE EN LA JUSTICIA

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Convocan a declarar al ministro Woerth, ex tesorero del partido oficialista,

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El “caso L’Oréal”, ya el centro de la crisis política más importante del gobierno de Nicolás Sarkozy, finalmente llegó a las instancias judiciales.

La semana pasada fue detenido Patrice de Maistre, el administrador de la inmensa fortuna de la heredera de las empresas L’Oréal, Liliane Bettencourt.

También fue puesto a disposición de los tribunales el fotógrafo amigo de la millonaria, François-Marie Banier, a quien la hija de la señora Bettencourt acusa de abusar de la debilidad de la anciana para hacerse con parte de su fortuna.

En medio de esta disputa familiar comenzaron a destaparse posibles delitos al fisco y presuntas irregularidades en materia de financiamiento ilegal a los partidos políticos, que involucran a altas personalidades del partido conservador Unión para un Movimiento Popular (UMP) actualmente en el gobierno y a varios de sus máximos representantes, incluyendo al propio presidente de la República.

El nexo entre Bettencourt y la UMP sería el actual ministro de Trabajo, Eric Woerth, que también se desempeñaba como tesorero del partido en las últimas elecciones presidenciales, en 2007, que llevaron a Sarkozy al Elíseo.

Hasta que estalló el escándalo L’Oréal, hace cuatro semanas, la esposa del ministro Woerth trabajaba en las oficinas administrativas de la empresa, y todo hace suponer que tenía conocimiento de los ilícitos que han tomado estado público.

En la declaración tras su detención por la policía, además, el administrador Patrice de Maistre sostuvo que Woerth había influido en la empresa para que le diesen el empleo a su esposa, por lo que Florence Woerth fue contratada por un sueldo anual de unos de 300.000 dólares y con acceso a información confidencial sobre los movimientos fiscales de L’Oréal, cuyo contralor a nivel nacional tenía por entonces a su cargo su esposo como ministro de Presupuestos.

Eric Woerth negó ayer que haya conseguido un trabajo para su esposa, “nunca he intercedido por el puesto de mi mujer”, aseguró a la prensa a la salida de tribunales.

Sin embargo, las sospechas sobre la posibilidad de que Woerth haya encubierto la evasión de impuestos de Madame Bettencourt a cambio de recibir suculentas donaciones ilegales para el partido gubernamental se hacen cada vez más sólidas.

OTRA VEZ FUEGO EN LA “BANLIEUE”

La “banlieue”, los suburbios de las grandes urbes francesas, son ciudades dentro de las ciudades donde se hacinan los inmigrantes que llegan sin pausa desde las ex colonias, especialmente las africanas. Es el sitio del descontento y el ángulo de mayor fricción social: el enemigo, aquí, es la policía. En 2005, dos muertes por el gatillo fácil de las fuerzas de seguridad incendiaron la “banlieue” parisina. Esta semana ha estallado Grenoble tras la muerte de Karim Boudouda, de 27 años, tez cobriza y obvios rasgos magrebíes, mientras era perseguido por la policía. Como hace cinco años, docenas de coches han sido pasto del fuego, junto a comercios, bibliotecas, colegios y centros vecinales. En 2005 el ministro del Interior llamó “racaille” (negros de porquería) a los alzados. El ministro se llamaba Nicolás Sarkozy, hoy es presidente de la República y continúa sin un plan de integración para esos jóvenes de tez cobriza, que se siguen sintiendo franceses de segunda.

N. G. S.

Sarkozy y el culebrón francés (16 07 10)

SARKOZY  y el culebrón francés

por Nelson Gustavo Specchia

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Los políticos de la moderna derecha europea, después de haber tenido que reinventarse tras el shock totalitario de los fascismos del siglo XX, encontraron en la exaltación prudente de los valores nacionales y en el respeto a la moral social –ventilada con mucha difusión- los pilares sobre los cuales volver a estructurar un discurso creíble. Luego, cuando en los movedizos años sesenta la revolución cubana, el “mayo francés”, el movimiento hippie y el recital de Woodstock expresaban las puntas más descollantes de un mundo en cambio, la derecha europea se reafirmó en aquellos pilares de posguerra: si los socialismos de cualquier tipo impulsaban los vientos de transformación social, ellos, por el contrario, con la referencia a los valores y a la moral serían la encarnación de la permanencia, de lo sólido: el cimiento de la sociedad.

En Francia, este arco ideológico abrevó en Charles De Gaulle. El viejo general comenzó su prédica desde el exilio de Londres contra el régimen filonazi de Vichy comandado por el mariscal Philippe Pétain, y luego de recuperada la República y la democracia, sus largos años al frente del ejecutivo imprimieron un sello propio, que lo trascendió largamente: el “gaullismo”. Esta tradición fue mutando a través de formaciones movimientistas. De Gaulle se oponía a los “partidos políticos”, y llamó “Unión por la Nueva República – UNR” a su movimiento. Este fue pasando por varias mutaciones, se convirtió en el “Rassemblement pour la République – PRP”, y llegó a la actual “Union pour un Mouvement Populaire – UPM”.

Siempre los valores y la moral fueron los pilares a los que cada generación de líderes se refería. Inclusive cuando el socialista François Mitterrand accedió a la presidencia de la República, la década y media que permaneció en ella fue hostigado por la derecha debido a su supuesto relativismo moral (se encarnizaron con la relación extramatrimonial del presidente con Anne Pingeot, y la hija nacida en esta relación paralela, Mazarine), y en el alejamiento de aquellos valores que habían llevado a Francia a “la Grandeur”.

La apelación a esa supuesta grandeza es la que vuelve a traer Nicolás Sarkozy. Su programa habla, precisamente, de una “refundación moral” de Francia, que presenta con elementos eclécticos: aumentar el peso de París en la nueva geopolítica global, revitalizar la Fracophonie (el conjunto de países y sociedades que comparten la lengua francesa), un liberalismo económico neoconservador, la defensa de las leyes y del orden interior, y la revitalización del poder presidencialista. Muy al estilo De Gaulle: con menos poder en los ministros y una permanente exposición pública de la persona del presidente como titular exclusivo de la iniciativa política. Esta fórmula, según Sarkozy, devolvería a Francia “la Grandeur” que tan ufanamente mostró en otros tiempos.

Pero para que la fórmula funcione, claro, los valores y la moral –aquellos pilares en que todo el discurso conservador se apoya- deben estar claros y evidentes. Por eso el escándalo que desde hace un mes atormenta al gobierno a golpes de titulares periodísticos y de investigaciones de los fiscales judiciales impacta tan directamente en el cuerpo del presidente. Porque si se comprueban las denuncias y el “affaire L’Oréal” destapa una combinación de ilícitos, prebendas, corruptelas, financiaciones ilegales, vista gorda y favores impositivos, dinero sucio, sobres abultados de efectivo que pagan campañas y trayectorias personales, y una estrecha y al mismo tiempo oscura relación del partido en el gobierno con las grandes fortunas de Francia, estaremos frente a una crisis moral. Y la derecha, sin poder apoyarse en el pilar de la ética de sus dirigentes, se queda sin la mitad de todo su discurso y su base histórica.

EL PERFUME DEL AMOR

Liliane Bettencourt, de soltera Shueller, tiene casi 90 años, está sorda, tiene unos 17.000 millones de euros de fortuna personal, y muchas ganas de divertirse. Una combinación riesgosa.  Madame Bettencourt enviudó hace años, y desde hace un tiempo un fotógrafo, François-Marie Banier, un señor de casi 70 años pero con fama de playboy y de advenedizo, vino a hacerle compañía. La millonaria, heredera del imperio de empresas de cosmética L’Oréal, comenzó a agradecerle a su nuevo amigo la compañía con regalos, pero cuando esos regalos alcanzaron la fantástica cifra de 1.000 millones de euros, la hija y sucesora de Madame, Françoise Bettencourt-Meyers, dijo basta. Planteó un juicio contencioso ante los tribunales, acusó a Banier de aprovecharse y abusar de su anciana madre, y a ésta de no estar en todos sus cabales al gastar esa enorme fortuna con el avivado fotógrafo. Todos los elementos de una tradicional telenovela venezolana estaban servidos a la mesa.

Pero para agregar complejidad a la trama, porque la vida imita al arte y hasta en la culta París se cuecen habas, una parte del personal doméstico que sirve en el “petit hotel” de Neuilly donde vive la anciana tomó partido por su hija. Así, el tradicional y confiable mayordomo grabó subrepticiamente conversaciones para utilizarlas en el litigio familiar, y el culebrón de novela llegó, inesperadamente, al centro de la vida política. Porque en esas cintas grabadas debajo de las servilletas mientras servía el té y los bombones, aparecieron también datos sobre ciertos negociados del emporio L’Oréal, con referencia a presuntos delitos al fisco. Al parecer Madame tenía más millones en bancos suizos, sin declararlos a hacienda para evadir impuestos. También es propietaria de una isla en el archipiélago de las Seychelles (unos territorios de la Francophonie redescubierta por Sarkozy) que no incluyó en su declaración impositiva. Y la guinda: Madame no estaba para nada preocupada por todas estas evasiones, porque para eso aportaba, y mucho, al partido en el gobierno y a varios de sus principales dirigentes. Y ardió Troya.

Desde que aparecieron las grabaciones del mayordomo infiel, no ha habido día sin que nuevas sorpresas recalienten el verano francés, y el “affaire” al que Sarkozy se refería despectivamente como meras calumnias hace algunas semanas, se encamina rápidamente a convertirse en su Watergate privado.

DIGNIDAD, HONOR Y EUROS

Al mayordomo le sucedió la contadora Claire Thibout. Puesta a destapar entuertos, la ex empleada administrativa de Madame Bettencourt aseguró en una entrevista que el tesorero de la gubernamental UMP y actual ministro de Trabajo, Eric Woerth, cuya esposa también trabajaba en las oficinas de Madame hasta que estalló el escándalo, había recibido ilegalmente 150.000 euros en efectivo para sostener la campaña presidencial de Sarkozy en 2007. Dejó entrever, además, que los Bettencourt vienen financiando con dinero negro a los políticos de la derecha francesa desde hace años, como cualquier empleado superior de L’Oréal puede atestiguar. Y que el mismo Nicolás Sarkozy, en sus tiempos de alcalde de Neuilly, la elegante barriada parisina donde se ubica el “petit hotel” de Madame, habría sido receptor de generosos sobres llenos de efectivo para sufragar su carrera política. Siempre habría, luego, oportunidad de devolverlos en favores.

Woerth, en su papel de tesorero del partido gobernante y ex ministro de Presupuesto (la cartera que tiene a su cargo el control impositivo) se convirtió en una pieza clave. Es un hombre de la máxima confianza del presidente, y responsable de su principal emprendimiento gubernamental en estos días: la reforma de las jubilaciones, que extenderá la edad de retiro de los trabajadores franceses; con ese ahorro en derechos sociales Sarkozy espera achicar el déficit de las cuentas públicas jaqueadas por la crisis económica internacional. Si cae Woerth, es muy posible que todo el gobierno se derrumbe. Por eso, para sostener a su hombre de confianza, el presidente organizó esta semana una cuidada puesta en escena en los jardines del Elíseo, y frente a las cámaras de la televisión pública defendió su gestión, desechó las denuncias por infundadas, y ratificó a su ministro: “posee una dignidad que hace honor a la clase política”, dijo.

Pero apenas unas horas después de tan categórica afirmación, el periódico Le Nouvel Observateur publicó documentos originales donde Patrick de Maistre, el administrador de la fortuna Bettencourt, prueba el desvío de fondos hacia la UMP vía los buenos oficios de Eric Woerth. El semanario Le Canard Enchaine, en forma simultánea, hizo públicos otros favores de Woerth a las grandes fortunas desde sus puestos de gobierno: habría sido responsable de vender, como ministro de Presupuesto, 57 hectáreas en los alrededores de París a un empresario cercano a la UMP a 3,2 millones de dólares, alrededor de 25 millones de dólares por debajo del precio real de mercado.

Expuesta la falacia de la apelación a la moral, la derecha se queda muy vaciada de contenidos. Nicolás Sarkozy deberá sacar pronto un conejo de la galera para sostenerse en el gobierno, o resignarse a dejar el Elíseo, caminando con sus zapatos de plataforma y taco.

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Sarkozy no se despega del escándalo (14 07 10)

Crisis de gobierno en Francia

SARKOZY NO CONSIGUE DESPEGARSE DEL ESCÁNDALO POLÍTICO FRANCÉS

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Nuevas revelaciones vinculan al partido oficialista con ilícitos financieros

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El “caso L’Oréal”, que comenzó con una disputa entre la millonaria Liliane Bettencourt y su hija, amenaza con convertirse en la crisis política más importante del gobierno conservador.

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La señora Bettencourt realizó regalos por valor de 1.000 millones de euros a François-Marie Banier, famoso “play boy” conocido en el ambiente social por acercarse a adineradas damas de edad.

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El abuso motivó que la hija de la heredera del imperio cosmético L’Oréal, Françoise Bettencourt-Meyers, pidiera la tutela legal de su anciana madre, de 87 años y sorda, y de la inmensa fortuna que posee, la tercera de Francia. Parte del personal doméstico de la casa tomó partido por la hija, y el mayordomo grabó subrepticiamente conversaciones para utilizarlas en el litigio familiar.

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Pero en esas cintas aparecieron revelaciones sobre los negocios de la millonaria que, además de aportar al contencioso civil con su hija, hacían referencia a presuntos delitos al fisco, como el envío de inmensas remesas de dinero al extranjero para no pagar impuestos, e inclusive de corrupción política, especialmente mediante la financiación ilegal hacia el partido de derechas en el gobierno, la Unión por un Movimiento Popular (UMP).

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A estas grabaciones se le sumó una entrevista en un diario on line realizada a Claire Thibout, ex contadora de madame Bettencourt, quien aseguró que el tesorero de la UMP y actual ministro de Trabajo, Eric Woerth, recibió 150.000 euros en efectivo para financiar la campaña presidencial de Sarkozy; y que el mismo Sarkozy, en sus tiempos de alcalde de Neuilly, habría sido receptor de la generosidad –en forma de sobres con efectivo- de los Bettencourt, que viven en esa elegante zona parisina.

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Después de un tiempo de negar despreciativamente las versiones, y cuando el escándalo comenzaba a tomar dimensiones de crisis de gobierno, el presidente Sarkozy organizó una estudiada puesta en escena en los jardines del palacio del Elíseo, y frente al presentador del informativo de la más popular cadena de televisión pública, France 2, realizó el lunes pasado su descargo, negando todas las versiones, sosteniendo que las denuncias no se basan en ninguna prueba concreta que pueda presentarse frente a los tribunales, y que el ministro Woerth seguiría en su puesto, “es un hombre honesto, tiene toda mi confianza, posee una dignidad que hace honor a la clase política”, enfatizó categóricamente.

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Sin embargo, ayer se conocieron nuevos elementos de corrupción, la revista Nouvel Observateur publicó documentos que confirman las donaciones de Bettencourt a la UMP.

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Por otro lado, Woerth, el “hombre honesto” que es uno de los hombres de mayor confianza del presidente, habría sido responsable de vender, cuando era ministro de Presupuesto y tesorero de la UMP, 57 hectáreas en los alrededores de París a un amigo, a un precio mucho menor que el real. El semanario Le Canard Enchaine publicó ayer que los terrenos públicos fueron vendidos en 3,2 millones de dólares, alrededor de 25 millones de dólares por debajo del precio real de mercado.

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Francia: Renuncia el tesorero de la UMP (14 07 10)

Crisis de gobierno en Francia

RENUNCIA EL TESORERO DEL PARTIDO Y AVANZA LA REFORMA JUBILATORIA

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El presidente insiste en la reforma neoconservadora en medio del escándalo L’Oréal

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Haciendo de la debilidad virtud, el gobierno francés decidió redoblar la apuesta al impulsar la reforma del sistema jubilatorio en el momento de la más baja popularidad registrada por un presidente en las últimas tres décadas, lastrada por el “affaire L’Oréal”. .

Decidido a recuperar la iniciativa, Sarkozy decidió enfrentar públicamente el escándalo, algo que le exigían tanto sus partidarios de la derechista Unión para un Movimiento Popular (UMP) como desde la oposición socialista, y en un largo reportaje brindado en los jardines de la residencia presidencial a la televisión pública, Sarkozy deslindó responsabilidades, argumentó que no existe ni una sola prueba de las declaraciones que lo han involucrado en presuntos ilícitos, y “recomendó” frente a las cámaras a su ministro de Trabajo, Eric Woerth, a que renunciara a su cargo de tesorero de la UMP para evitar “conflictos de intereses”, y también para que el funcionario, de su más íntima confianza, pudiera dedicarse “exclusivamente a la reforma de las pensiones”.

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La entrevista se trasmitió unas horas antes de que el presidente dé el tradicional discurso de los jefes del Estado con motivo de un nuevo aniversario de la Revolución Francesa, y supone el primer intento serio del ejecutivo por superar el “affaire” que lo ha mantenido en vilo las últimas cuatro semanas.

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Las declaraciones de una ex empleada de la millonaria Liliane Bettencourt, heredera del imperio cosmético L’Oréal, no han podido utilizarse como pruebas en los tribunales, por lo cual las sospechas sobre financiación ilegal a la oficialista UMP pueden no prosperar en la justicia.

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Woerth, que tenía a su cargo la cartera de finanzas cuando habrían acaecido los hechos denunciados, y cuya esposa trabajaba hasta que se ventiló el escándalo en las oficinas administrativas de madame Bettencourt, anunció ayer que “seguirá el consejo” del presidente y renunciará como tesorero del partido, aunque volvió a desmentir que hubiera recibido 150.000 euros de la mujer más rica de Francia para la campaña presidencial de Sarkozy de 2007, adjudicando la versión a una “campaña de calumnias” de la oposición de izquierdas, y una estrategia de los opositores a la reforma previsional.

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Precisamente, en la misma comparecencia frente a la prensa, Woerth comunicó a los periodistas que el consejo de ministros aprobó y elevó a la Asamblea Nacional (Diputados) el polémico proyecto elaborado por él mismo, que sube la edad jubilatoria, una de las prioridades de la agenda neoconservadora de Sarkozy para achicar la deuda pública francesa recortando derechos sociales.

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Sarko: un respiro en el escándalo L’Oréal (12 07 10)

SARKOZY CONSIGUE UN RESPIRO DE ALIVIO EN EL ESCÁNDALO L’ORÉAL

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Ratifica al ministro de Trabajo y avanza en la reforma de las jubilaciones

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Ya cumple un mes el embate contra el gobierno conservador francés, y la falta de pruebas para sostener las denuncias, junto a un informe financiero interno, le han otorgado un alivio en la presión mediática apenas unas horas antes de que el presidente aparezca en el tradicional discurso de los jefes del Estado en los aniversarios de la Revolución Francesa.

El “affaire L’Oréal”, que ya se ha convertido en la crisis de gobierno más importante desde la llegada de Sarkozy al Elíseo en 2007, se sostuvo principalmente en las declaraciones de una ex empleada de la millonaria Liliane Bettencourt, heredera del imperio cosmético L’Oréal, difundidas por un pequeño diario on line, Mediapart.

La bomba noticiosa, a pesar del tamaño y las características del medio de prensa, explotó en el seno del gobierno, dado que involucraba delitos al fisco, pero también financiación ilegal de partidos políticos (a la oficialista Unión para un Movimiento Popular, UMP) en la que estaría involucrado el actual ministro de Trabajo, Eric Woerth, e inclusive salpicaría el pasado político del propio presidente de la República.

Cuando el escándalo llegó a los tribunales, empujado por una actitud dubitativa del gobierno, que sólo atinaba a dar desmentidos parciales y a quitarle importancia al asunto, se conoció que las denuncias habían sido tomadas por Mediapart sin grabarlas. En el periódico digital trabajan periodistas experimentados, dirigidos por Edwy Plenel, antiguo jefe de redacción de Le Monde, para quienes es habitual realizar reportajes prescindiendo de registros magnetofónicos.

Sin pruebas, la acusación no podía seguirse sosteniendo en los ámbitos judiciales, y el presidente vio en ello una oportunidad para despegarse personalmente del escándalo. Y en la víspera, la Inspección de Finanzas, una oficina gubernamental que estuve a cargo de Woerth en el pasado, afirmó ayer que el actual ministro “no intervino” en el legajo tributario de Bettencourt, lo que habilitó al presidente para ratificarlo rápidamente al frente de la cartera de Trabajo.

Woerth ocupa un lugar crítico en este momento, cuando la administración conservadora de Sarkozy se haya empeñada en lograr la reforma jubilatoria que extiende la edad de retiro y rebaja los ingresos de los funcionarios públicos.

SARKO EN HORAS BAJAS

Al presidente le gusta cultivar una imagen de duro. Que lo llamen “Sarko” y lo fotografíen remando, cabalgando camellos o enfrentándose con multitudes opositoras. Y, en realidad, algunos elementos de su pasado avalan ese perfil de duro: ha batallado –mucho- contra propios y extraños. Cuando se dispone a hacerle frente a uno de los puntos más álgidos de su proyecto conservador, la reforma jubilatoria, necesita más que nunca de su imagen de duro. Pero el “affaire L’Oréal” lo ha colocado en el peor momento de su maltrecha popularidad. Apenas un 30 por ciento de aprobación ciudadana, que lo convierte en el presidente más impopular de Francia en los últimos 30 años. Lo mismo sucede con su primer ministro François Fillon y con el titular de Trabajo, Eric Woerth. La derecha está en horas bajas, pero no creo que la sangre llegue al río; otra cosa es que Sarkozy logre repuntar en su imagen lo suficiente para seguir adelante con la durísima reforma a los derechos sociales.

N. G. S.

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Gobierno francés en crisis: allanamientos y declaraciones (12 07 10)

GOBIERNO FRANCÉS EN CRISIS: EL CASO L’ORÉAL LLEGA A LA JUSTICIA

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Expectativa por el discurso de esta noche del presidente Nicolás Sarkozy

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El inédito cruzamiento de declaraciones alrededor del “affaire” L’Oréal, que la semana pasada llegó a salpicar la imagen del presidente de la República, Nicolás Sarkozy, ha llegado a los tribunales.

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Esta noche, en el tradicional discurso de los presidentes antes de la celebración del aniversario de la Revolución Francesa, se espera que Sarkozy enfrente el tema y fije una postura frente al escándalo, que hasta el momento sólo ha sido abordado con desmentidos parciales.

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El tema ha dejado la órbita de los medios de comunicación donde se desencadenó, y ha alcanzado los ámbitos policiales y judiciales, con la presunción de delitos de fraude fiscal y financiación ilegal a los partidos políticos. La ley francesa sólo habilita a donaciones individuales hasta un techo de 4600 euros, y la denuncia de la ex empleada administrativa de la millonaria Liliane Bettencourt, heredera de la fortuna L’Oréal, sostiene que para la campaña presidencial de 2007 se habían entregado 150.000 euros al partido conservador Unión para un Movimiento Popular (UMP), que llevó a Sarkozy al Elíseo.

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La misma testigo, “Claire T”, sostuvo que Florence Woerth, esposa del actual ministro de Trabajo, Eric Woerth, era quien acercaba a los políticos de derecha de la UMP a la casa de Bettencourt, ubicada en la barriada elegante de Neully, donde Sarkozy fue alcalde y asiduo visitante de la millonaria.

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La señora Woerth fue citada por los tribunales para que declarara sobre estas acusaciones, que habrían ocurrido cuando su marido era el encargado de las finanzas del gobierno central, y tesorero del partido UMP. También se sospecha que Florence Woerth puede haber tenido conocimiento sobre las cuentas en Suiza de la millonaria, con las cuales evadía al fisco, e inclusive de una isla de su propiedad en el archipiélago de la Seychelles.

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De las grabaciones ilegales tomadas por el ex mayordomo de la la mansión Bettencourt se desprende que el ministro Woerth podría haber disculpado de este fraude fiscal al imperio L’Oréal a cambio de financiación negra a la UMP.

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Con los allanamientos a los principales implicados, en el caso que conmueve a Francia ayer apareció una nueva testigo, “Chantal”, secretaria privada de la millonaria, quien afirmó que los empleados estaban al corriente de la distribución de dinero en efectivo a los políticos conservadores.

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