Archivo de la etiqueta: Partido Popular Europeo

Un momento crítico en la construcción europea (11 06 09)

Un momento crítico en la construcción europea

.

Por Nelson-Gustavo Specchia

.

.

Unión Europea

.

.

El domingo de esta semana se han llevado a cabo elecciones en toda Europa, simultáneamente en los 27 países que hoy conforman la Unión Europea, para elegir, por voto directo, representantes al Parlamento Europeo.

La Eurocámara, en Estrasburgo, es la única institución comunitaria que representa a los ciudadanos, a los hombres y mujeres de a pie; las restantes instituciones armadas por la organización continental –como el Consejo o la Comisión Europea- representan a gobiernos. Y en estas elecciones, donde los ciudadanos han tenido la oportunidad de elegir a sus propios representantes, los partidos progresistas, a los que se supone más cerca del “proyecto” de construcción europea, han sufrido un descalabro, una muy amarga derrota, mientras los partidos de tendencia conservadora, de derechas, se han alzado con un cómodo y claro triunfo.

El tema de fondo es que, en su vertiente central, las agrupaciones de la derecha (reunidas mayoritariamente en el Partido Popular Europeo, y en los “tories” británicos), representan posiciones críticas y escépticas –cuando no abiertamente contrarias- hacia la marcha y el crecimiento de la integración europea. Por eso la amplia mayoría de escaños conseguidos por la derecha en el Parlamento de Estrasburgo (unos 320 asientos, de los 736 eurodiputados totales), hace prever un futuro pesimista para el propio proyecto político continental, que ha sido, hasta ahora, el modelo al que han aspirado prácticamente todos los intentos de integración regional, incluido los latinoamericanos.

Estas elecciones marcan una nueva etapa, que estará caracterizada, principalmente, por el alejamiento de los ciudadanos, por la desazón popular, por la desafección de quienes han sido los principales beneficiarios de los logros políticos, económicos, y sociales, del proyecto de la Unión Europea. Los sectores progresistas y más claramente “europeístas” han sido incapaces de generar un discurso que movilizara a los electorados en un contexto de crisis global, que mostrara al hombre común la potencialidad de la marcha del proceso de integración. En la opinión pública, Bruselas (donde se asientan las oficinas de la organización continental) es cada vez más sinónimo de burocracia, de aparatos políticos complejos y engorrosos, de maquinaria alejada de las necesidades y de las aspiraciones concretas del europeo medio.

El voto universal al Parlamento Europeo comienza en 1979, y desde entonces hasta mediados de la década de los años ‘90, los socialistas obtuvieron una victoria tras otra, logrando, además, movilizar a las ciudadanías: la participación se mantuvo siempre por encima del 55 por ciento. A fines de esa década se produce el quiebre en la tendencia: en 1999 el Partido Popular Europeo (PPE) se hace con la primera gran victoria, y la participación ciudadana comienza a bajar hacia niveles inferiores al 50 por ciento. Esta tendencia no ha hecho sino profundizarse en cada elección, y en la del pasado domingo llegó al nivel más bajo en la historia de la Eurocámara, con apenas el 42,94 por ciento del total de electores europeos que salieron de sus casas para ir a votar por Europa.

Con una caída tan fuerte en la participación, los socialistas tocaron también un piso histórico, sumando apenas el 21,9 por ciento. En cambio, el Partido Popular Europeo alcanzó un 35,7 por ciento de los sufragios, y con esta diferencia entre ambos aventaja con casi 100 diputados a los socialistas. El presidente francés, Sarkozy, la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi (a pesar de los escándalos que lo acompañan a diario), han sido los grandes triunfadores del domingo. Pero con ellos también ha triunfado el euroescepticismo, expresado en parlamentarios electos como voto-protesta.

Mi lectura es un tanto preocupante. En primer lugar, por la desafección ciudadana: tener un 60 por ciento de abstención en los únicos comicios de escala continental me parece un claro retroceso, o, al menos, la expresión de una indiferencia peligrosa.

Ya hay varios gobiernos abiertamente “euroescépticos”, que toman distancia del proceso de integración continental, como el presidente de la República Checa, Václav Klaus; o el seguro próximo primer ministro británico, David Cameron, que ha prometido convocar a un referendum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Si a ellos se les suma la desatención y el desinterés de los propios ciudadanos, el resultado daría una combinación explosiva para la marcha del proceso de integración.

¿Estarían realmente dispuestos los líderes de la derecha conservadora a tirar por la borda más de medio siglo de exitosa construcción a escala continental? Luego de siglos y siglos de enfrentamientos, incluyendo, en años relativamente recientes, las dos más grandes conflagraciones bélicas de la historia de la humanidad, el proyecto de la Unión Europea ha logrado traer paz y crecimiento, protección social y desarrollo económico, en niveles nunca vistos. Y ese modelo de convivencia entre unidades políticas distintas e históricamente antagónicas, diferentes pueblos, culturas y lenguas, se ha exportado al mundo como un ejemplo a imitar. Ahora, el futuro de esa Europa unida depende de los sectores ideológicos que más la han criticado, y que nunca, en realidad, han creído realmente en ella.

En un tiempo muy escaso de referentes sólidos a nivel internacional, el nuevo escenario europeo viene a agregar una nota de desesperanza. Los chinos tienen la misma palabra para expresar la idea de “crisis” y la idea de “oportunidad”. Será interesante ver cómo frente a esta crisis, se aprovecha –o no- la oportunidad que ella plantea.

.

.

.

.

.